El fuego en el Parque Nacional Lanín no cesa. Pese al cansancio de bomberos, brigadistas, voluntarios y funcionarios el fuego se mantiene activo. En total se han quemado 23.844 hectáreas y lejos está de controlarse la situación. Aunque en el lugar trabajan más de 300 personas, aviones y helicópteros, el factor clave son las condiciones climáticas. Hoy la lluvia dio un halo de esperanza, aunque no es suficiente.
Después del amague que viene haciendo la lluvia durante los últimos días, finalmente las nubes decidieron bendecir a la zona con agua y humedad. En un contexto de fuertes vientos y olas de calor, la tarea de los bomberos y brigadistas estaba siendo alterada y complicada. Es que estas ráfagas solo se encargan de dispersar el fuego aún más.
Sin embargo, se necesitan lluvias más fuertes para empezar a soñar con ponerle fin al incendio más grande de la historia de Neuquén. Según los informes de la estación meteorológica del ICE Lanín, en horas de la noche llovió solo 1mm y eso solo es suficiente para "controlar el combustible fino y ayudar a que no se produzcan focos secundarios", explicaron. En otras palabras evita que las hojas secas agarren con facilidad, pero lejos está de combatirse el incendio.
Ahora esperan que el pronóstico esté en lo cierto y que la lluvia que se espera con ansias llegue al lugar para reducir las llamas y empezar a soñar con extinguir el incendio de una vez por todas. Cabe destacar que estos focos comenzaron el pasado 25 de diciembre y desde entonces solo se han ido esparciendo. Por suerte, en el caso de Neuquèn, no llegaron a los hogares ni zonas urbanas.