CRÓNICAS NEUQUINAS

La historia del neuquino que derrotó a Bobby Fisher

Tenía 17 años cuando se inscribió en la memoria colectiva. Y lo hizo derrotando -en simultáneas- al gran ajedrecista, que luego fue campeón del mundo.
sábado, 22 de octubre de 2022 · 11:10

(De Más Neuquén)

¿Alguien podría imaginar ganarle a Fischer? ¿Qué se siente cuando un sueño imposible se hace realidad? Cualquiera que dedique tiempo y esfuerzo a un deporte, sabe lo que significa tener la oportunidad de enfrentarse con un grande. Por eso, tal vez cueste creer que un chico con tan poca edad, haya logrado vencer al que, en ese momento, era considerado el mejor del mundo. Pero, la historia había comenzado mucho antes…

Corría el año 1967 cuando, junto a Raúl Faustino, Vidal, Víctor Pacheco, Marcelino Huenul y Antonio Acerbi, entre otros, Jorge Zárate se reunía en el Club Pacífico a practicar su pasión: el ajedrez. Empezaron a jugar Ping-Pong (partidas rápidas) entre ellos y poco a poco se fueron consolidando. Así, este grupo de jóvenes, viajaba para participar en cualquier torneo que se realizara en la zona. Zárate también le dedicaba su tiempo al básquetbol, pero antes de cumplir los 17 años, cambió las canastas y los dobles por los alfiles y las torres… y se dedicó de lleno al ajedrez, que pasó a ser parte importante de su vida.

Bobby Fischer, Gran Maestro de Ajedrez.

El ajedrez no era muy popular en la zona, hasta que se anunció la llegada de Fischer a la ciudad de Neuquén. Era el año 1971, y fue un boom increíble. Cuando Fisher se enfrentó con Tigran Petrosián en Buenos Aires para definir el finalista a disputar el título del mundo, había tableros en todas las esquinas reproduciendo sus jugadas.

Cuando el campeón pisó tierras neuquinas, ya estaba programada una serie de simultáneas. Zárate ocuparía el tablero N° 1. Rememoraba:  “Opté por una Dragón a la Siciliana. En la apertura, el quedó mejor, pero en el medio juego entró en un lance que le hizo perder calidad: torre por alfil. Con el transcurrir de las jugadas, fui ampliando mi ventaja hasta que se volvió decisiva. Pero el problema era que ya le había ido ganando a casi todos, y cada vez tardaba menos en volver. Al final quedamos mano a mano. Estaba todo el mundo alrededor nuestro. Mi ventaja era de dos torres contra una, algo que normalmente no se continúa, pero a él no le gustaba perder y yo estaba tan nervioso que no acertaba con la continuación ganadora. Hasta que se descuidó y pude darle mate. Me dio la mano y se fue”.

Allí comenzó la fiesta. Quienes asistieron a esa partida inolvidable, recuerdan que la gente llevó en andas a nuestro joven campeón, y una ovación coronó esa victoria que sigue siendo un orgullo para todos. Los años pasaron, Zárate se recibió de abogado, formó una familia, y éstas pasaron a ser sus prioridades. Sin embargo, aún parecen escucharse los ecos de aquel triunfo.

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