ARTE Y POLÍTICA

La única salida para el poeta es “seguir cantando”

Una reflexión sobre la circulación de textos y sus interpretaciones.
sábado, 25 de marzo de 2023 · 20:47

 A 47 años del último golpe cívico militar, recurrimos a la poesía por haber sido uno de los bastiones que se revelaban contra un sistema que se ocupaba de acallar las voces. Es necesario reflexionar de qué manera circulan los textos en la sociedad, cómo son leídos, percibidos e interpretados.

Una de esas voces que se alzó antes de tiempo fue la de María Elena Wlash con la canción Como la cigarra. Ese poema cantado de 1973, reflexionaba sobre los avatares ­-según la explicación de su autora- de la labor artística. En 1976, se publica en el Cancionero contra el mal de ojo (Ed. Sudamericana) y su lectura cambia: “Tantas veces me mataron / Tantas veces me morí/ Sin embargo, estoy aquí/ Resucitando.// Gracias doy a la desgracia/ Y a la mano con puñal/ Porque me mató tan mal/ Y seguí cantando.”  Estos versos son reinterpretados por una sociedad en un contexto determinado (1976). Aún hoy, es muy difícil no pensar esta canción como una forma de resistir la opresión del más fuerte. Un canto, un himno a la libertad democrática.

Del mismo modo, podemos pensar en Martín Fierro (1872), aquel gaucho perseguido por el Estado que desde el primer verso deja en claro que su manera de existir está ligada al hacer poético: “Aquí me pongo a cantar/ al compás de la vigüela/ que al hombre que lo desvela/ una pena estraordinaria/ como el ave solitaria/ con el cantar se consuela.” De esta copla sale la función de la poesía como puente de la experiencia humana. Los desaparecidos, los perseguidos, los silenciados y la poesía como aquello que encuentra sus maneras de seguir manifestando el espíritu del ser: aquello que necesita ser libre, que precisa compartirse y sobrevivir, como los brotes de algunas flores que asoman en el pavimento.

Volvamos al golpe cívico-militar del ’76: un poema que es cantado es Canción de Alicia en el país (1980) de Serú Girán. Aquí, se recurre con una alegoría a la novela Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll. Pero ¿cuál es la estrategia para “seguir cantando”? La reescritura. Una reina de corazones tiránica: recordemos su expresión más usada: “que le corten la cabeza”; a ella le temen, sin embargo sus súbditos no cumplen sus dictámenes. En la canción de rock nacional aparece un “rey de espadas”; “los inocentes son los culpables/ dice su señoría”: un rey-juez que también nos permite pensar en aquel juez de El Matadero de Echeverría pero aquí por hablar de los orígenes de una identidad:

“Quién sabe Alicia éste país/ no estuvo hecho porque sí./ Te vas a ir, vas a salir/ pero te quedas,/ ¿dónde más vas a ir?// Y es que aquí, sabes/ el trabalenguas trabalenguas/ el asesino te asesina….

Aquí, la ficción y la realidad no se separan. La literatura argentina nace ligada a la política en el siglo XIX y continúa a través de la lírica, resurgiendo y reformulando la voz poética en oposición a la violencia, mientras esta se empecine en coartar la libertad del ser humano.Retomemos la función de la poesía: un género escrito para ser cantado, en el que un emisor expresa las emociones que alberga dentro suyo y desea compartir con un receptor. Somos receptores de aquellas palabras que siguen cantándonos, que constituyen nuestra historia, nuestra cultura y es ella la que al volver a leerse o sonar en nuestros oídos activa la memoria. Para que Nunca Más se repita la historia de violencia de Estado.

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