SUPERACIÓN

Escaló el Kilimanjaro pero asegura que la verdadera cumbre es volver a casa

A esta empresaria neuquina le encanta dejar el traje de ejecutiva para subirse a los crampones y escalar las montañas más altas de mundo. Hace un mes regresó de África y su aventura nos deja varias reflexiones.
martes, 18 de abril de 2023 · 13:22

Ella es una empresaria de Neuquén que, además de gustarle los desafíos en los negocios, ama los que la montaña le depara. Como su última aventura: hace unas semanas que regresó de África luego de hacer cumbre en el monte sagrado de la tribu de los masai: el Kilimanjaro (5.895 metros de altura), ubicado en Tanzania.

El Kilimanjaro es la cumbre más alta del continente africano y uno de los volcanes más grandes del mundo. Forma parte del grupo de las Seven Summit (las 7 montañas más altas de cada continente) y es la cuarta montaña más alta del grupo, detrás del Everest (8.849 m.sn.m), del Aconcagua (6.961 m) que queda en Argentina, y del Monte McKinley (6.190).

“Cuando mi amigo de Bariloche me invitó a este viaje, me sedujo toda la cultura que tiene alrededor el Kilimanjaro. Es una montaña sagrada y hay un renacer espiritual ahí que yo también estaba necesitando. Fue una experiencia impresionante”, cuenta Natalia Muguerza al tiempo que aclara que lo que más la motiva a escalar, no es solo hacer cumbre sino también vivir el trayecto.

La expedición estuvo integrada por 11 personas de distintas nacionalidades entre chilenos, mexicanos y argentinos; Natalia era la única patagónica. Escalar el mítico volcán les llevó 6 días, y cuando estuvo en la cumbre Natalia no dudó un segundo en desplegar la bandera argentina.  

 

Foto: Natalia fue a única mujer en llegar a la cima del Kilimanjaro en ese ascenso.  
 

Luego del descenso, estuvieron 15 días recorriendo distintas comunidades y tribus africanas que habitan las laderas del Kilimanjaro, como la de Los Chaga o la de Los Masai, un pueblo nómade que sigue, hoy en día, subsistiendo del pastoreo y la agricultura. “El contraste es tremendo porque no solo recorrimos las ciudades importantes. También llegamos a lugares donde en África duele”, aseguró. 

Es que volar desde la Patagonia, una de las regiones más ricas en recursos del planeta, para desembarcar en una aldea del África profunda, donde las tribus viven como hace 300 años y sin agua, fue una experiencia impactante, recuerda. 

 

Foto: Durante su viaje, estuvo en comunidades donde los lugareños deben caminar 20 kilómetros con los animales para poder conseguir agua o comida, y "los niños juegan todo el tiempo pero no tiene juguetes", recuerda.
 

“Volví agradeciendo mucho donde estoy, donde me plantó la vida y las posibilidades que tengo. Ese fue mi click, agradecer. Porque también tuve la oportunidad de estar con mujeres de una municipalidad, dónde el rol de la mujer es muy distinto al de acá y es chocante. Allá la mujer todavía camina detrás del hombre o hay tribus en las que cambian a una mujer cada 10 vacas. Es muy fuerte”, relata esta desafiante mujer que en los últimos 15 años, supo hacerse camino en el Comercio Exterior y pisar fuerte en ámbitos que antes ocupaban sólo los hombres.

Por suerte, la mujer en la Argentina ocupa un lugar muy importante y tenemos que valorar mucho lo que hemos logrado. Debemos seguir educando y compartiendo nuestras experiencias. Desde el rol empresario que hoy me toca, lo hago involucrándome en cámaras y organizaciones de mujeres en la industria, porque la educación es la única manera de que podamos salir adelante”, reflexiona con sabiduría.

Foto: Natalia es titular de un Estudio de Comercio Exterior y es Gerente del Depósito Fiscal y aduanero del Neuquén.
 

 

UNA MEJOR VERSIÓN

Su pasión por el andinismo empezó casi sin proponérselo. Primero, corriendo trails (carreras a pie en plena naturaleza) y, por un problema en la cadera, tuvo que dejar de correr. Entonces empezó a ir a la montaña. “Un día una amiga me invitó a hacer el Domuyo (4.707 m). Junté lo poco que tenía en casa de alta montaña y fui. Ahí descubrí que el andinismo tiene esta cuestión de la meditación en movimiento y me encantó. Y así empecé, por el más alto de la Patagonia”, recuerda entre risas, sobre sus inicios.

Esa no fue la única vez que pisó cumbre a más de 3 mil metros de altura. Muguerza tiene en su historial varias montañas conquistadas como el Lanín (3.776 m), el Trómen (4.114m), el cerro Wayle (3.296) y el Tronador (3.491 m); y tiene un intento de cumbre en el Aconcagua (6.962 m).

Foto: En la base del Volcan Lanín, previo al ascenso.
 

También es amante de las expediciones en las que puede interactuar con otras culturas. “Me meto en la montaña buscando cosas diferentes, que la cultura del lugar me enriquezca. Me gusta conocer otras formas de ver la vida”, dice. Y con esa meta es que también llegó hasta Jujuy donde se embarcó en una expedición en la que escaló cuatro picos de 4.000 metros y convivió con comunidades Incas en medio de las montañas.

Amo la montaña, es el lugar donde puedo resetearme, de encuentro conmigo misma”, asegura. Es por todo esto que Natalia sabe que, más allá del desafío físico y técnico del andinismo, cada vez que emprende una aventura cuando regrese ya no será la misma. Y también sabe que cada nueva cumbre que conquista la convierte en una mejor versión. Porque así es de profundo el andinismo que, como tiene eso de “meditar en movimiento”, dispara muchas reflexiones.

Foto: Durante le expedición al Kilimanjaro fue acompañada por un guía local. 
 

 

LA VERDADERA CUMBRE  

El Aconcagua, ubicado en la provincia de Mendoza, es la montaña más alta del mundo, fuera del sistema de los Himalayas, y la segunda de mayor altura detrás del monte Everest. Para Natalia, intentar escalar esta montaña fue una experiencia peligrosa y, a la vez, reveladora.

“Cuando tomé el desafío de ir al Aconcagua me di cuenta que es una montaña extrema y me lo demostró. Trabajé durante un año con un equipo de entrenadores. Me preparé física, técnica y mentalmente, porque arriba de 5.000 metros las cosas no son fáciles. Subiendo me tocó la experiencia de que mis amigos no la pasaron bien. Y cuando son montañas tan extremas, la muerte está a la vuelta”, recuerda. 

Pero, aunque no pudo hacer cumbre, Natalia asegura que se trató de una experiencia muy enriquecedora porque “como siempre digo, la cumbre es otra cosa. "La cumbre es cuando llegamos a casa y tenemos el abrazo con nuestros seres queridos.  Esa es la verdadera cumbre, volver sanos y ahí lo entendí”.

 

Foto: "Aprendiendo de la Paciencia y la Espera", describe Natalia esta foto tomada durante el aclimatamiento en Nido de Cóndores, en el cerro Aconcagua. Enero 2022

 

¿NEXT? 

Natalia es una mujer fuerte y desafiante que va por lo que se propone. Ya tiene planificado volver al Techo de América por la cumbre. Sabe que no es una consigna fácil pero para eso entrena duro. También mira con gusto otras altas cumbres del mundo y se toma el atrevimiento de mencionar la Antártida, La Ruta de los Seismiles en Argentina o alguna de las Seven Summits en Rusia, Alaska u Oceanía. Y obvio, le preguntamos por el Everest pero, luego de hacer una pausa para pensar la respuesta, sentencia: “por ahora no. Creo que lo dejo para lo último”. 

Atrevida. 

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