SUPERFICIES DEL LEER

Interrupciones textiles: el taller de bordado donde se traman hilos y letras

Entre conversación, hebras y pinchaduras, Graciela Soberón, propone un espacio de construcción en el que nada está hecho y todo puede ser.
domingo, 27 de octubre de 2024 · 12:16

Por Romina O, lectora y poeta de Neuquén.

 

Presentar la biografía profesional de Graciela Soberón es una tarea titánica. Es intrigante la lectura de su interminable currículum superpoblado de diplomaturas, tecnicaturas y coordinaciones de taller. Es que ella ubica en un lugar privilegiado y ultra jerarquizado la siguiente palabra: “bordadora”.

El taller “Interrupciones textiles” tuvo una versión 2024 el mes pasado, en la librería Malapalabra de la capital neuquina, porque Graciela Soberón los coordina desde una trama lingüística vinculada a lo literario.Contarles de ese estupendo taller, es una forma de contarles quién es ella.

 

Interrupciones textiles: el taller de bordado donde se traman hilos y letras
Graciela pone literatura y bordados, en una misma mesa donde cada cual trama el universo que quiere.    

 

 

HILOS Y LETRAS

Conversación y pinchaduras, dedales y anteojos, hilos y letras, emoción ante un verso y juego descontracturante, viaje emotivo hacia la trama histórica personal y puntada presente. La anterior es una tímida enumeración de las actividades por las que tienen que atravesar quienes asisten a sus talleres.

Le preguntamos sobre el nombre que seleccionó para esta actividad, "Interrupciones textiles", y nos dijo: “pienso en eso que se corta, que detiene, que ahueca y que veces no lo esperábamos y que irrumpe, interrumpe. Y textil, porque está atravesado por los hilos que después van a construir tramas en nuestra vida”. Graciela habla así, no hay edición, pareciera que su boca fuera la aguja de la hebra que es su voz: frágil y firme a la vez. Su expresión fascinante convirtió esta nota en la transcripción de una entrevista.

 

Interrupciones textiles: el taller de bordado donde se traman hilos y letras
 Los bordados de los alumnos. "El taller está atravesado por los hilos que después van a construir tramas en nuestra vida”, dice Graciela. 

 

 

¿Por qué elegiste la modalidad taller y no curso o clase?

Cuando lo planifiqué en cuatro encuentros, lo fui pensando como un proceso, porque una de las propuestas que hago en el taller es encontrar un espacio. Me gusta pensarlo como una pedagogía del cuidado o qué cosa cada asistente considera que es un cuidado. Entonces me pareció que la propuesta de este espacio es de taller, lo entiendo como ese lugar de construcción en el que nada está hecho, que es con otras, con otros y que también es en solitario. A veces podemos estar bordando con otras personas, en grupo, pero puede ser un momento muy íntimo, movimientos repetitivos y envolventes del cuerpo sobre una misma, el alma pareciera que puede ir sanando. Y entonces este proceso no se puede dar en un solo encuentro, en dos horas, sino que necesita ese proceso que el grupo va instalando como tal. Me gusta la idea de que se vaya instalando como grupo y ver qué va necesitando para hacerlo. No un taller de bordados, sino un taller con bordados, un lugar donde dejarse atravesar por los hilos y en esa pedagogía del cuidado, alterar, perturbar, tocar, coser, hilvanar, acariciar, deslizar, cruzar, pinchar; unirnos para amarrarnos y sostenernos en una trama grupal.

 

Hay bordados en nuestras biografías personales…

Algo que irrumpa en eso que nos han enseñado nuestras madres y abuelas, que siempre están muy presentes cuando pregunto cómo nos acercamos a los bordados, es recurrente. Irrumpir en esos mandatos que tenemos como mujeres, poder también cuestionar, analizar o pensar en qué momento bordábamos o cuándo veíamos a nuestras madres y tías bordar o tejer y generalmente se hacía cuando se terminaba con las tareas domésticas, de limpieza y de cuidados de otros. Es por esto que me gusta la idea de un bordado que no sirva para nada y que podemos aprender puntos y podemos no respetar tanto las técnicas como los mandatos.

 

 

Interrupciones textiles: el taller de bordado donde se traman hilos y letras
"Me gusta la idea de un bordado que no sirva para nada y que podemos aprender puntos y podemos no respetar tanto las técnicas como los mandatos", reflexiona Soberón.

 

 

¿Por qué acompañás el bordado con recursos literarios?

Primero porque amo los libros, y las lecturas son interrupciones en mi vida. No puedo leer de corrido nunca, me detengo a marcar una oración, a marcar el significado de una palabra, a emocionarme y, a veces, a establecer una distancia para dejar que algo circule. Lo asemejo con que algo se perturba cuando estoy leyendo. Algo después también se ahueca y necesito hilvanar, a veces me pincha. Por eso me gustan estas invitaciones a pensarnos que hace la literatura, aparece en la lectura lo inesperado y en eso está también la interrupción, y que cuando voy a bordar la tela o la foto, ya algo cambió y ya no miro esa materialidad de la misma manera porque va tomando otra densidad, el hilo va siendo otro, lo que quiero bordar cambia, y en el momento en el que voy hilvanando. Hace poco leí un poema que dice “cuando atravesamos el hilo por el ojal confiamos que algo distinto va a pasar del otro lado” y eso es lo que me encanta también.

 

¿Qué cosa no depende de una trama?

La definición de trama dice: “conjunto de hilos que, cruzados y entrelazados con los de la urdimbre, forman una tela”. Entonces, se me ocurre pensar si podemos escapar de la trama haciendo siempre esta metáfora de la vida misma. Creo que siempre hay trama, aún si pienso en nosotras mismas, desde nuestra identidad, inclusive antes de nacer traemos una trama, ¿qué hacer con eso? Desarmarla, cambiarla, seguirla, cambiar del color, elegir otros hilos, abandonarla por un momento, cortarla, no sé, algo se puede hacer siempre con esa trama que existe.

 

Interrupciones textiles: el taller de bordado donde se traman hilos y letras
Graciela le dio formato de taller a su propuesta como espacio de construcción en el que nada está hecho.

 

 

 

Contanos grandes descubrimientos que hayas hecho en tu labor de bordadora.

Primero necesito pensar que me volví a encontrar con el bordado durante la pandemia, me gusta pensar que había algo que se interrumpió en la vida cotidiana y necesité volver a las lanas, volver a algo de mi origen, algo que me trajera a mis ancestras, lo que aprendí, algo muy relacionado con el cuidado. Entonces pienso que uno de los grandes descubrimientos es que nos alejamos de nosotras mismas y el bordado puede ser como un reencuentro. Otro es que en todo está presente, en todo veo hilos que se van enlazando y poder encontrarme con otras mujeres que están bordando, que están pensando. Y una de las cosas más bonitas fue poder ver los bordados en la literatura, la historia, la filosofía, la sociología, la antropología.

 

¿Para qué sirve el bordado?

Creo que no sirve para nada, eso me gusta pensarlo. Mi madre me preguntaba qué punto estaba bordando y yo le decía ninguno, para qué sirve, para nada, y eso me gusta: hacer bordados que no sirvan para nada, siento que son preciosos por eso mismo.

 

Interrupciones textiles: el taller de bordado donde se traman hilos y letras
Graciela Soberón, bordadora. 

 

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