HISTORIA DE VIDA
El panadero que hornea los versos más lindos
En un verdadero acto poético, Gastón cocina versos de poemas con los retazos de masa que le sobran cuando hace el pan.Gastón Leandro Ezequiel Vázquez es un panadero de Bahía Blanca que, además de ser un gran lector, también es escritor de poesía, narrativa y ensayos. Es el creador de la cuenta de Instagram llamada Pan Poecía, a través de la cual muestra versos de poetas independientes hechos pan.
“Pan Poecía” mostró un poema de una escritora de Neuquén. Fue ahí cuando empezó a circular por nuestros pagos, una imagen que decía (más que mil palabras): “¿Dónde está el bosque que intento escribirte?”, era un verso de Romina Olivero, hecho pan.
Hace 8 años que Gastón se animó a escribir poesía, hace 5 que hace pan y hace 4 que hornea versos que salen de libros de poetas argentinos del circuito independiente. En diálogo con Mejor Informado, asegura que hacer pan con forma de versos es su manera de darle concretismo a la poesía. Incluso, a veces, pesa los versos hechos pan para poder contarle al autor, cuánto pesa su poema.
TODO COMENZÓ CON UN VERSO
Un día cualquiera, mientras horneaba el pan que luego sale a vender por el barrio, notó que podía aprovechar los retazos de masa que quedaban afuera del horno y formó las primeras letras. “Acá en Bahía Blanca hay grafiti callejero que dice ‘poecía’ con c. Y bueno, me quedó. Un día se me ocurrió formar esa palabra con la masa, lo dejé leudar y lo cociné. Esa fue la epifanía”, recuerda Gastón.
“En donde hago el pan, en mi casa, está rodeado de libros entonces acá las cosas están cerca. Conviven los libros con el pan, y los dos elementos se fueron atrayendo”, relata sobre cómo hizo el click. “¿Y si junto las dos cosas que me gustan?”, concluyó.
El impacto de ver una palabra hecha pan tuvo una gran repercusión en sus redes sociales. Desde entonces, hornear los versos que le gustan se volvió un “sistema”. “Ahí empecé a sacarle fotos al verso que voy a hacer, lo empiezo a hacer en bandejas más grandes, para que el texto tenga más espacio y respire mejor”, cuenta sobre cómo esto se volvió una práctica recurrente en su vida.
LO QUE RESUENA
“Sobre la elección (de cada autor), soy más de que un libro me encuentre a mí, a que yo encuentre el libro. Y elijo los poemas que me tocan, que resuenan conmigo. Y no hago a pedido, porque quiero mantener la sorpresa y la espontaneidad”, aclara el pandero sobre cómo llega hasta el verso que va a cocinar.
Y, acerca de su proceso creativo, Gastón destaca: “Tengo una relación muy fuerte con los libros. Tengo dos bibliotecas llenas, que voy mirando, leyendo. A la noche me pongo a leer, voy marcando. A veces trato de ser ordenado, pero a veces termina siendo un caos, y capaz que a último momento agarro algo que ya había visto”.
Al preguntarle por sus versos preferidos, menciona un fragmento de Cali Duarte (también escritor establecido en Neuquén), que lo marcó profundamente: “Ves un campo aplastado por el sol y los rezos”. Esa imagen, resume lo que ama de la poesía, dcie: “El poeta ve lo que los demás no ven y con esa metáfora tan fuerte, la idea de ver un campo aplastado por el sol y los rezos, yo ya compré. Es uno de los versos que a mí más me gusta”, explica.
“¿Qué es lo que pasa con la poesía, con el lenguaje, con las imágenes que el poema te instala la mente? Siempre son imágenes que van en contra de la lógica racional, encuentro placer en esas imágenes”, reflexiona con pausa.
LA PANOTECA: alimento para el alma
Este panadero-poeta también reconoce que su actividad tiene un componente terapéutico. Tras haber atravesado tiempos difíciles, Gastón encuentra en el proceso de amasar una manera de calmar la ansiedad: “Me di cuenta que, en lo personal, esta actividad me nutre en una doble acepción, primero como comida, porque el pan que hago lo consumo. Y también domestica mi ansiedad, me obliga a ir despacio, letra por letra, palabra por palabra, darle tiempo a que las cosas leuden, tanto en el pan como en la escritura. Así es como estas ideas me van habitando”.
“Esto no es para impacientes”, sentencia el hombre que ha logrado crear un puente entre el alimento físico, el pan, y el “alimento para el alma”, con una práctica que empezó como un experimento espontáneo y se convirtió en una forma artística. Y todo ese trabajo queda guardado en su “Panoteca”, una repisa donde va poniendo, en bolsitas, las letras horneadas. “A veces hago cuadros con los versos, para exponer, para vender, ¿no?”, detalla.
PAN DE CADA DÍA
A veces las ideas más simples son las más poderosas, como la de Gastón, que hay días que es como cualquier otro panadero, donde se dedica a amasar, hornear y repartir, y otros a crear. Y, a través de “Pan Poecía”, construyó un puente entre el alimento y el arte, demostrando que en los actos más cotidianos hay poesía.