"CÓMO NO SENTIRME ASI"

La odisea de un neuquino en el Maracaná

Acostumbrado a que su vida sea una montaña rusa el neuquino Joaquín Lopez, vivió momentos increíbles, desde vestir la camiseta brasilera en los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro, a jugar en el Club Barcelona y codearse con Messi, hasta el momento único de poder presenciar la consagración de la Selección Argentina en el Maracaná. MIRÁ LA ENTREVISTA
martes, 13 de julio de 2021 · 11:50

La suerte no se encuentra si no se la busca, dice un viejo adagio que parece caber perfectamente en la vida del neuquino Joaquín López. Después de finalizar una nueva temporada en Castelldefels Hockey Club, donde jugó por el ascenso hasta hace unas semanas atrás, armó su valija y voló a Brasil para reencontrarse con su mujer.

“Fue todo una locura” dice de entrada Joaquín, acostumbrado a que su vida sea una montaña rusa. Con momentos increíbles como fue vestir la camiseta brasilera en los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro, de jugar en el Club Barcelona y codearse con Messi, de poder compartir una charla y cena con Ronaldinho, hasta el momento único de poder presenciar la consagración de la Selección Argentina en el Maracaná.

“Llego a San Pablo, agarro el auto y el jueves por la noche paso a buscar a mi mujer por el trabajo para ir a Rio de Janeiro. Necesitábamos ir para levantar pertenencias que teníamos en un departamento y así poder dejarlo. Ya por la mañana en Rio, me empezaron a llegar mensajes preguntándome si iba a ir al partido. Yo tenía entendido hasta ahí, que eran solo invitaciones personales sugeridas por Conmebol por lo que decidí no entusiasmarme. Nunca estuvo en los planes de los dos ir a la final, aseguró el Piojo.

Cuando al mediodía del viernes se habilitó la presencia de público con credenciales extendidas por el Consulado Argentino para residentes, el exjugador de hockey de Independiente de Neuquén, dejó de embalar las camisetas y copas que atesora y salió corriendo rumbo a la dependencia pública. “Llegué y fue todo muy desorganizado, solo atinaron a decir que ellos pusieron las oficinas y que no estaban a cargo de la organización. Pasó de todo, desde personas que llegaron con intenciones poco claras de vender PCR, otros que aparecieron enviados por no sé quién y se iban con las credenciales, bien argentino todo. Me quedé desde el mediodía hasta la 1 AM, momento en que nos dijeron que cerraban el sistema por lo que las restantes credenciales se repartirían en el estadio aledaño al Maracaná. Volví al departamento, sin las entradas, con mi mujer que me miraba porque no había ayudado en todo el día a desmantelarlo y yo en la mano con el número “tipo verdulería” 94, rememoró el neuquino.

El sábado por la mañana en las inmediaciones del estadio, una multitud se agrupó con la intensión de recibir una de las pocas credenciales que el Consulado Argentino todavía tenía a disposición; “llegué una hora antes de lo previsto y ya había cerca de 2000 personas. Colectivos de todo Brasil cargados de argentinos, así que viendo como venía la mano tomé la decisión de dar una mano en la organización hasta que llegó el cónsul. Ahí me reconoció, por las horas que había estado el día anterior y me facilitó la credencial ante la mirada amenazante de la multitud que hacía la cola, manifestó Joaco.

La emoción del himno cantado, la sensación de estar viviendo un momento increíble, la definición exquisita en el gol de Di María, el abrazo con otros tantos argentinos casi desconocidos, el ver a Huevo Acuña rompiéndola en el partido decisivo, las lágrimas que hizo suyas al ver a Messi arrodillado mirando al cielo, los jugadores abrazados compartiendo el logro con una tribuna que explota de alegría, lágrimas y más lágrimas que salen y se amontonan en sus ojos. Todo guardado en la memoria de una noche increíble.

Las luces que se apagan en el Maracaná y la seguridad que le solicita que desaloje el estadio. El alma le explota, pero es tiempo de volver a ponerse la camiseta que lo acompaña a todos lados, esa que sabe de momentos únicos e inolvidables. Mientras transita los escalones finales del estadio, que lo depositarán otra vez en la calle, ya con las luces del Maracaná totalmente apagadas, siente el aletear de una mosca joder detrás de su oreja que le susurra… COMO NO SENTIRME ASÍ.             

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