Una de las figuras más importantes de la historia de Brasil enfrenta un problema financiero y fue obligado a subastar su mansión familiar. Cafú, el lateral bicampeón del mundo y con una trayectoria de más de 15 años en la selección brasileña, tuvo que vender la propiedad valorada en 8 millones de dólares, situada Alphaville, San Pablo, y por sólo 5 millones para ayudar a solventar la gran cantidad de deudas que actualmente posee por negocios fallidos.
La residencia tiene algo más de 2000 metros cuadrados, e incluye una enorme cantidad de comodidades: ascensor, cine, una amplia piscina, sauna, sala de juegos, un gimnasio profesional y una pequeña cancha de fútbol en la parte de atrás, entre otras. La ex propiedad de Cafú fue adquirida por una empresa que hará un desembolso inicial y luego 15 pagos mensuales subsiguientes.
Aparentemente, las deudas de Cafú tienen dos orígenes. En 2019, se supo que al ex futbolista le habían confiscado 5 propiedades por sus incumplimientos a raíz de un negocio trunco de su empresa Capi Penta International Player, fundada junto a su esposa Regina y que tenía el objetivo de asesorar a futbolistas y otros deportistas. Inversiones que no resultaron y préstamos no cumplidos elevaron las deudas hasta 1.5 millones de dólares.
La otra de las causas, que desencadenó problemas aún más profundos, fue su intento de asistir a un empresario de la ciudad de Sao Paulo (cuya identidad no fue revelada). La ayuda incluía el préstamo de su imagen y otros recursos, lo que decantó en deudas con múltiples acreedores e hizo que Cafú se viera obligado a subastar una de sus propiedades más preciadas.
Durante su laureada carrera, que además de dos Copas del Mundo incluye dos Copas Libertadores, una Champions League, dos títulos de Copa Intercontinental y un Mundial de Clubes, entre otros logros, Cafú acumuló una fortuna que le permitó ser dueño de 32 propiedades que van desde departamentos hasta fincas de 4 hectáreas.
Cafú manifestó a los medios la voluntad de liquidar las obligaciones con sus acreedores y puso a disposición sus bienes. No obstante, intentó oponerse a esta subasta alegando que el inmueble era su residencia particular y que, como bien familiar, no podía ser ejecutada. Finalmente debió rematar la propiedad y deberá abandonarla en los próximos 45 días.