La fuga de Sergio Gustavo Razzari fue tan breve como insólita. Duró apenas unas horas, pero dejó expuestas varias fallas difíciles de explicar. El hombre, condenado a 10 años de prisión por abuso sexual agravado, se escapó sin mayores complicaciones de la sede de la Policía Federal en Viedma y logró cambiarse de ropa antes de ser recapturado. ¿Cómo lo hizo? Es la pregunta que ahora intenta responder la Justicia.
Razzari, de 60 años, había sido capturado el pasado jueves en la capital rionegrina luego de pasar más de dos años prófugo. Estaba alojado de forma provisoria en la División Unidad Operativa Federal (DUOF), a la espera de un cupo para ser trasladado a un penal.
Según confirmaron fuentes cercanas a la acusa, el hombre salió de su celda sin forzar nada. Simplemente, la puerta estaba abierta. Y caminó hacia afuera. Así de sencillo.
La Policía Federal argumentó que se trató de un descuido. Pero lo que llama la atención no es solo que haya logrado salir sin obstáculos, sino que en cuestión de minutos también consiguió cambiarse de ropa para no ser reconocido fácilmente en la calle. Al momento de ser recapturado, ya no vestía lo mismo que cuando se escapó.
Lo encontraron a unas diez cuadras del lugar, cerca del cruce entre Boulevard Contín y Moreno, en dirección a la ruta Nacional 3. Caminaba rumbo al puente Basilio Villarino, para cruzar a Carmen de Patagones y dejar atrás la jurisdicción rionegrina. Pero no llegó. Un patrullaje de la Policía de Río Negro logró identificarlo y reducirlo, en un operativo discreto pero certero.
La situación ahora está siendo investigada por la Justicia, que analiza varios puntos oscuros. ¿Cómo consiguió otra vestimenta en tan poco tiempo? ¿Alguien le facilitó la ropa? ¿Pudo haber tenido ayuda interna? ¿Por qué la celda estaba abierta y nadie notó su ausencia a tiempo?