Mientras en los dibujos animados el pequeño Ratatouille soñaba con convertirse en chef, en Centenario alguien decidió tomar un atajo: robar los utensilios directamente del restaurante. Pero la película duró poco y terminó sin aplausos, con el protagonista esposado y trasladado a la comisaría.
El episodio ocurrió este lunes a las 5:30 de la mañana, cuando un hombre —mayor de edad y lejos del carisma de la rata parisina— fue sorprendido en plena faena por una patrulla que recorría las calles Perú y Estados Unidos. El sospechoso estaba junto a la ventana de un local comercial, y al notar la presencia del móvil, tiró lo que tenía encima: varios utensilios de cocina y un parlante.
Los efectivos no tardaron en frenarlo e identificarlo. El hombre no tenía una receta que justificara lo que llevaba encima, y mucho menos una explicación creíble sobre por qué merodeaba el comercio a esa hora.
Mientras los agentes llevaban adelante el procedimiento, una empleada del local llegó al lugar, reconoció los elementos como propiedad del negocio y notó que una de las ventanas estaba abierta, aunque sin signos de violencia. Es decir: el ingreso fue más oportunista que forzado, como quien ve la heladera abierta y no se resiste a una picadita.
Finalmente, el improvisado chef del delito fue trasladado a la sede policial y quedó a disposición de la Justicia. El menú del día terminó con cucharones secuestrados, un parlante recuperado y una lección para el aspirante a cocinero callejero: la cocina, como el crimen, también tiene sus tiempos. Y esta vez, lo agarraron con las manos en la masa.