Editorial

Qué sabe nadie

El gobierno nacional subestima la situación y será muy difícil controlar una estampida de los precios si no genera confianza política. Después de todo la economía reside en la confianza y en las expectativas sociales.
sábado, 25 de enero de 2014 · 20:59

Mientras se desarrolla este artículo un profundo sentimiento en común acompaña a buena parte de la sociedad argentina: qué va a pasar el lunes con los precios y de aquí en más con la economía?
Esta semana que culmina fue una de las peores de los 10 años de reinado kirchnerista. La incontrolable marcha del dólar paralelo obligó al gobierno de Cristina Fernández a eliminar el denominado cepo cambiario, flexibilizando las condiciones para la adquisición de la moneda estadunidense. Pero la decisión de no intervenir en el mercado hizo que el dólar oficial trepará a 8 pesos. Lo que en buen romance significa que el gobierno dejó que se produjera una devaluación del peso del orden del 20 por ciento. El Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich dijo que  "No ha sido una devaluación inducida por el Estado, sino la libre oferta de demanda la que se expresó ayer en el mercado”, algo poco creíble por parte de un gobierno que ha trastocado descaradamente los índices de inflación a través del ente especializado (Indec). 
El principal problema es la confianza en lo que vaya a hacer el gobierno de cristina Fernández para que no haya una escalada inflacionaria peor que la que se viene viviendo desde hace dos años y que negara sistemáticamente su gobierno. 
Por lo pronto la Presidenta se fue a Cuba a la reunión del Celac -Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños- que recién comienza el martes dejando pasar la oportunidad de brindar a través de sus palabras cierta tranquilidad a la población. ¿Habrá tomado nota la señora Presidenta que desde que cambio el equipo económico se ha producido el mayor retroceso de los últimos 11 años en los indicadores de la economía argentina?
El gobierno juega a la ruleta rusa, lo hace desde que comenzara su segundo mandato. Ha dilapidado sus índices de popularidad, destruyó la confianza en la economía, se ha cerrado al mundo y se arropa entre adulones y beneficiarios de su capitalismo de amigos. La derrota en las elecciones de octubre no fueron, sin embargo, una advertencia para su futuro, por el contrario redobló la apuesta a favor del dogma kirchnerista, como si la marcha de la economía fuera una cuestión dogmática. La sola presencia del ministro Kicillof es una señal de desconfianza de los principales actores de la economía y ni hablar de su última actuación tras los anuncios del Jefe de Gabinete en Casa Rosada.
El gobierno subestima la situación y será muy difícil controlar una estampida de los precios si no genera confianza política. Después de todo la economía reside en la confianza y en las expectativas sociales.
¿Y por casa?
Mientras la escena nacional esta conmovida y asimilando el anuncio oficial, en la región los gobernadores de Neuquén y Río Negro ya se pronunciaron en favor de la decisión y además hablaron de las bondades de un tipo de cambio más realista para nuestras economías regionales.
Alberto Weretilneck habló de los beneficios que tendrá la fruticultura con este tipo de cambio que ayudará a la competitividad diezmada del sector, por supuesto que es muy difícil encontrar alguna declaración disidente de Weretilneck con el gobierno nacional, el rionegrino vive como la canción de Marta Sánchez "temblando en tus manos”.  Su dependencia es tal que cuando el gobierno nacional estornuda Weretilneck toma antifebriles. 
Por el lado del gobernador neuquino la cosa es más concreta. Según los números del presupuesto neuquino en lo inmediato los beneficios para la provincia alcanzarían los 850 millones de pesos en la liquidación de las regalías y el canon petrolero si se tiene en cuenta que su cálculo estaba hecho sobre un dólar a 6,33 de acuerdo al presupuesto nacional y la divisa americana ahora se cotiza oficialmente a 8 pesos. Ese monto -850 millones- es lo que constituía el déficit presupuestario antes de los  acuerdos salariales de diciembre y enero. También el realismo cambiario beneficia la política de inversiones extranjeras del petróleo. 
El aspecto negativo para la provincia tiene que ver con la incidencia de la inflación sobre las pretensiones salariales de ATEN y el resto de los gremios estatales que van a volver a insistir con actualizaciones más realistas a partir de esta devaluación no asumida por el gobierno nacional.
También los petroleros –ya hablando del sector privado- tienen pendiente resolver su situación salarial que contemplaba una suma fija de 4000 pesos o el 13 %  de aumento al básico hasta marzo donde se iba a resolver lo que mejor impactara en sus bolsillos. Esas cifras quedan desactualizadas, al día de hoy ya no son ni 4000 pesos ni el 13 por ciento. Y los petroleros son una referencia para el mercado regional.
Todas estas cuestiones son parte de la conflictividad que deberá afrontar la política en su tarea del primer trimestre.
También el gobierno neuquino deberá sopesar como surfea la crisis del kirchnerismo, su cercanía le generó la derrota electoral en las legislativas nacionales de 2013 y el ocaso del proyecto puede traer consecuencias no deseadas para el sapagismo. 
Pero tal vez eso no preocupe tanto a Jorge Sapag después de todo se pasó los últimos veranos apagando incendios. Ya es un experimentado bombero. 

M.E.G.



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