El triunfo de Zohran Mamdani en Nueva York puso en alerta a Donald Trump y a los republicanos que miran ya las elecciones de medio término del año que viene, en las que ponen en juego la ajustada mayoría actual en ambas cámaras. La economía volvió a ser clave a la hora de explicar el voto. Lo fue en 2016 cuando millones de votantes, muchos de los cuales siempre acompañaban a los demócratas, le creyeron a un Trump que, con un discurso claro y directo, les prometió a millones de estadounidenses las soluciones económicas que el establishment político y económico de Washington no supo darles en años. También lo fue en 2024, cuando ni Biden ni Kamala percibieron, o si lo hicieron no se notó, que la inflación post pandemia seguía molestando, y mucho, a los bolsillos de los consumidores.
La agenda disruptiva de Mamdani
Antes de las elecciones, Trump centró su campaña en el miedo para que los neoyorquinos no votaran la agenda progresista y socialista que Mamdani desparramaba orgulloso por toda la ciudad. También recurrió a la amenaza de cortar los fondos federales. No alcanzó porque los votantes terminaron creyéndole a este joven de 34 años que nació en Uganda y que, entre otras cosas, reivindica a los inmigrantes. Mamdani detectó lo que más le preocupa y molesta a la gente: el elevado costo de vida. Y para encarar ese problema construyó propuestas inéditas, si se tiene en cuenta el clima de época y el lugar donde las quiere aplicar: en el corazón financiero de Estados Unidos. Algunos las definen como revolucionarias. Sus críticos, como impracticables. Eso se sabrá en un tiempo cuando empiece a gestionar algunas de ellas, como las guarderías y el transporte público gratuito para todos, o el funcionamiento de supermercados estatales con precios accesibles. Detrás de todo esto, hay una idea que irrita a muchos, y que viene siendo demonizada en el debate político y que Mamdani rescató: la intervención del Estado para compensar las desigualdades del mercado.
Después de los resultados, Trump redobló los ataques y dijo que Mamdani era peor que un socialista: "Miami va a recibir a quienes se van a escapar del régimen comunista que va a implantar Mamdani". Ni una palabra del problema de fondo, que como en 2016 y 2024, atraviesa también su administración y sigue siendo lo que más pesa a la hora de votar: mejorarle la vida a los ciudadanos en su metro cuadrado. Esto es, en el supermercado.
Mamdani lo entendió y, al igual que Trump en 2016, logró consolidar un discurso atractivo, efectivo. Lo que la gente necesitaba escuchar en este momento. Hizo política. El actual presidente prometió traer de nuevo las fábricas que la globalización llevó a China y a México. No sucedió. Ahora Mamdani vuelve a poner el rol del Estado en el centro y promete que desde ahí va a combatir la enorme desigualdad y el alto costo de vida que sufren los habitantes de Nueva York. Son ideas que son bastardeadas desde los principales púlpitos mundiales. También en varios gobiernos de la periferia.
Se trata de un desafío enorme para Mamdani, y el éxito que tenga en esa gestión definirá en gran medida el futuro de los demócratas en esa ciudad. Sin embargo, ya dejó un legado: una forma efectiva y exitosa de construir desde la centroizquierda o la socialdemocracia una campaña electoral atractiva y creíble que llegó al electorado con propuestas que para muchos ya estaban perimidas. Fue importante su agenda progresista y, sobre todo, la reivindicación de los inmigrantes. Pero sin duda combinó lo que necesitaba para ganar: propuestas económicas concretas y una movilización ciudadana militante que le permitió contar sus propuestas cara a cara a millones de neoyorquinos.
¿Una oportunidad para el partido Demócrata?
Los estadounidenses, y también millones de personas que viven bajo sistemas democráticos, necesitan resultados concretos que les hagan la vida un poco más fácil. Eso guía su voto más allá de que se quiera, desde lo más alto del poder, imponer un discurso lleno de indignación, descalificación e insultos.
Eso es lo que debería preocupar más a los trumpistas y generar contagio entre los demócratas, que también tuvieron resonantes éxitos políticos en las elecciones a gobernador en Nueva Jersey y Virginia. No solo en su ala más de izquierda, que toma fuerza por la agenda progresista de Mamdani, sino también en el resto del partido, que desde que perdieron las presidenciales el año pasado no mostraron reacción.
Un desafío a la época
En este cuarto de siglo, millones de personas atravesaron y sufrieron tremendas crisis, como la financiera de 2008 y la pandemia, que los dejaron afuera de los beneficios de la globalización y de la revolución tecnológica. Los partidos que durante décadas habían gobernado las democracias occidentales no encontraron respuestas a esas demandas ni a los cambios que se experimentaban en las sociedades. La profundización de las desigualdades económicas y sociales alimentó la crisis de gobernanza y de autoridad que fue deslegitimando y horadando a los regímenes democráticos.
Este proceso dio lugar al ascenso de movimientos y líderes que leyeron esa realidad como nadie y encontraron un discurso efectista, atractivo, que combinaron con estrategias de comunicación agresivas que se impusieron en el debate público. Con la antipolítica como principal bandera, capitalizaron el creciente y severo descontento social. Y la exacerbación de nacionalismos, que con la consolidación de líderes xenófobos pusieron en tensión los consensos democráticos y en retirada al componente liberal de las democracias.
Más allá de sostener una agenda que se contrapone con todo esto, sería un error pensar que el triunfo de Mamdani, y también de los candidatos demócratas en otros estados, indica que la tendencia puede estar cambiando. Solo sucederá si las propuestas de Mamdani son exitosas. En definitiva, Mamdani, desde la izquierda de Estados Unidos y en la ciudad más populosa e importante de ese país, detectó dónde poner el foco en su campaña y la mejor forma de transmitirlas y militarlas. Ahora deberá gestionar, y de su éxito o no dependerá el futuro de los demócratas en lo que viene y de muchos alrededor del mundo, que miran con asombro y escepticismo a un Mamdani que se animó a desafiar el clima de época instalado en el mundo.