EDITORIAL RIONEGRINA

El Bolsón en llamas: la grieta siempre presente

El fuego avanza descontrolado, también las acusaciones cruzadas por la intencionalidad de los incendios.
sábado, 8 de febrero de 2025 · 13:50

En el extremo sur de Río Negro, la comarca del Paralelo 42°, una tragedia natural se transforma en un campo de batalla política y social. El incendio forestal que comenzó el 30 de enero en El Bolsón ya arrasó con más de 3 mil hectáreas de bosque nativo. Las llamas no sólo arruinaron el paisaje, sino también el tejido social y económico de la región. Mientras más de 300 brigadistas, cientos de vehículos de emergencia y 5 aeronaves luchan contra el fuego en condiciones extremas, el pueblo observa desde su vulnerabilidad, rodeado de incertidumbres que trascienden lo puramente natural.

El drama no se limita al fuego, que de por si es extremadamente angustiante como para tener agravantes. La magnitud de este desastre refleja una compleja lucha de intereses y una "grieta" política que parece no tener fin. Los focos de incendio son intencionales y estratégicos, dificultando enormemente su control. Esta es la realidad de un territorio que ya se encuentra bajo la mirada de poderosos capitales extranjeros que buscan transformar la comarca en un paraíso urbanístico y exclusivo, donde los asentamientos humildes y los bosques nativos parecen ser solo obstáculos.

La acusación de que los incendios fueron provocados de forma deliberada tiene base en las características de los focos: pequeñas fogatas alimentadas con hojas, ramas y otros combustibles, dispuestas en forma de estrella, que impiden la intervención rápida. Las denuncias del gobernador Alberto Weretilneck, que rápidamente se puso al frente de la crisis, apuntan a un accionar intencional en una zona de gran valor natural y estratégico.

Sin embargo, más allá de la lucha contra el fuego, las tensiones políticas se agudizan. En medio de la tragedia, emergen los nombres de actores bien conocidos: Facundo Jones Huala, líder de la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), y Joe Lewis, el magnate británico dueño de Lago Escondido. La figura del primero, estuvo un tanto devaluada en los últimos años, pero llamativamente su perfil subió esta semana cuando presentó un libro con un título suspicaz: "Entre Rejas, Antipoesía incendiaria". 

Soy un militante de la causa mapuche, soy revolucionario, anticapitalista, antisistema. Reivindico los sabotajes, las acciones de resistencia, de autodefensa, la rebelión frente a la opresión de la que siempre hemos sido objeto

No dudó en manifestar su apoyo a los atentados incendiarios: "Soy un militante de la causa mapuche, soy revolucionario, anticapitalista, antisistema. Reivindico los sabotajes, las acciones de resistencia, de autodefensa, la rebelión frente a la opresión de la que siempre hemos sido objeto", lo que le valió una denuncia del gobernador de Chubut, Ignacio Torres y de la ministra de Seguridad Nacional, Patricia Bullrich.

Las acusaciones contra el líder mapuche no se concretan de forma directa en relación con el fuego. A pesar de sus declaraciones provocadoras, las pruebas que lo pueden llegar vincular a los incendios, por sus dichos y forma de pensar, son vagas. En el contexto de un país profundamente dividido, donde cada acción se interpreta desde una trinchera ideológica, la figura de Jones Huala es vista como un símbolo tanto de resistencia como de caos.

Por otro lado, la aparición en escena de los "Gauchos de Lewis", un grupo que defiende los intereses del magnate británico con métodos violentos, añade otra capa de complejidad al conflicto. El miércoles hubo tres detenciones de presuntos incendiarios. Rápidamente un manifestación popular llegó hasta la Comisaría 12°. Denunciaban que eran "tres perejiles". Allí apareció la patota a caballo, que a fuerza de rebencazos y topetazos, despejaron el frente de la sede policial.

Este grupo parapolicial tiene antecedentes en la comarca que no sólo se limitan a defender la tranquera de Lago Escondido para que los manifestantes no lleguen por el camino de Tacuifí a la costa, reservada solo para el uso del magnate. Su líder, Víctor Hugo Araneda, está acusado por amenazar a un sobreviviente del ataque del Cuesta del Ternero, donde dos empresario forestales asesinaron al joven Elías Garay, el desalojo de la Lof Quemquemtreu.

Algunos sostienen que los incendios intencionales forman parte de una estrategia para erradicar los asentamientos en Mallín Ahogado y el Cajón del Azul, zonas codiciadas para el desarrollo inmobiliario de lujo. El cuadro se complica cuando la figura de Lewis y sus intereses en la región se conectan con la política local. La relación entre el intendente de El Bolsón, Bruno Pogliano, y Nicolás Van Ditmar, representante del magnate, no pasa desapercibida. Recientemente fue declarado "ciudadano destacado" por el jefe comunal.

En un escenario tan cargado de tensiones, la Justicia parece no tener certezas, pero actúa por "cara" y "actitud sospechosa", con la presión de obtener resultados rápidos. Mientras tanto, El Bolsón arde. Más de 100 casas fueron destruidas y un poblador murió. Los vecinos ruegan que el viento cese y las llamas sean controladas. La incertidumbre es palpable. El pueblo está atrapado entre dos fuegos: el literal de los incendios forestales, que amenaza con acabar con su modo de vida, y el figurado de la política, que, lejos de calmar los ánimos, avivó una vez más las profundas divisiones que marcan a la Argentina.

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