La economía, las crisis personales, las presiones laborales, en síntesis, el estrés cotidiano, produce un importante desgaste físico y emocional cuya tensión muchas veces se manifiesta a través del cuerpo. Las contracturas de cuello y espalda, son las zonas más afectadas y en invierno ese dolor se intensifica, porque las bajas temperaturas hacen que las personas adopten posturas que favorecen este tipo de lesiones.
Según un especialista, el frío afecta directamente al organismo, la tensión crece a nivel muscular debido a la contracción de los músculos a causa de las bajas temperaturas. Nuestra primera reacción es encogernos, al doblarnos lo que hacemos es contraer involuntariamente todos los músculos del cuerpo, siendo una de las principales causas que nos provoquen contracturas musculares.
Los dolores de espalda se acentúan, sobre todo los ya producidos por malos hábitos y posturas inadecuadas. De acuerdo al profesional, el dolor de espalda aumenta en invierno, por el contraste de temperatura entre ambientes cerrados y abiertos así como por las posturas que adoptan cuando tenemos frío como elevar los hombros, encorvar el cuerpo, agachar la cabeza y en definitiva, tensionar todo el cuerpo.
Por otro lado, la contractura muscular consiste en la contracción persistente e involuntaria de un músculo o grupo de ellos, que puede hacer que estos se endurezcan o se abulten. Puede darse a causa de una insuficiente oxigenación o por la pérdida de líquidos y sales minerales como consecuencia de un esfuerzo prolongado, movimientos bruscos o por frío.