Otra mirada

Precio Sostén: el sentido sin sentido

El precio sostén se asemeja a la obra de Albert Camus -filósofo y escritor francés-. El ensayista trabaja el desasosiego que viven las sociedades carentes de lógica, reflejando la filosofía de lo absurdo. El barril criollo, una medida que apunta a la oferta, cuando el problema es la demanda.
martes, 19 de mayo de 2020 · 13:50

A última hora del lunes el Gobierno Nacional publicó en el Boletín Oficial el decreto 488/20 que oficializa el “precio sostén” para las empresas petroleras. La nueva normativa que lleva las firmas del presidente Alberto Fernández, el Jefe de Gabinete Santiago Cafiero, el Ministro de Economía, Martín Guzmán y el Ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas fijo que el precio del barril de petróleo en U$D 45.

El decreto establece que “las entregas de petróleo crudo que se efectúen en el mercado local deberán ser facturadas por las empresas productoras y pagadas por las empresas refinadoras y sujetos comercializadores, tomando como referencia para el crudo tipo Medanito el precio de 45 dólares por barril”

El precio sostén tendrá vigencia hasta el 31 de diciembre de 2020 y se mantendrá el valor de referencia siempre y cuando “la cotización del ICE BRENT PRIMERA LINEA supere los U$D 45 por barril durante 10 días consecutivos” considerando el promedio de las últimas cinco cotizaciones publicadas.

A cambio de este “beneficio” las empresas productoras deberán “sostener los niveles de actividad y/o de producción registrado durante el año 2019, tomando en consideración la situación actual de contracción de la demanda local e internacional”.

El control del cumplimiento de las inversiones anuales de las empresas y de los niveles de actividad estará a cargo del Ministerio de Desarrollo Productivo. La misma normativa insta a las operadoras a cumplir el “sostenimiento de los contratos vigentes” con las empresas de servicios y “mantener la planta de trabajadores”.

La realidad es que la reducción en el transporte terrestre y aéreo impactó en la demanda, generando un bloqueo en las refinerías y sitios de abastecimiento. Es sencillo, existe más producción que consumo.

En este sentido, para algunos empresarios la nueva normativa está lejos de dar previsibilidad. La medida que fue impulsada por los gobernadores está generando más incertidumbre que beneficios.

Forzar producir crudo a un precio mas alto, mantener el nivel de actividad y producción de 2019, sostener los contratos de las empresas de servicio y mantener la plantilla de trabajadores significa claramente que alguien pagará todas estas medidas.

En este caso, los gobiernos provinciales, los sindicatos y el Estado Nacional serán quienes se beneficien de esta normativa, mientras el usuario o el consumidor será quien paga el precio más alto del combustible.

El impacto del precio sostén en los combustibles

El precio de los combustibles se conforma por el valor del barril de crudo, el costo de transporte y refinación, los márgenes de ganancia, los impuestos, el valor del dólar entre otros conceptos menores.

En esta fórmula existen dos variables que el Gobierno Nacional -hasta el momento- no ha podido manejar. El primero es el valor internacional del crudo y el segundo la divisa norteamericana. Cuando el precio internacional sube, se siente en la boca del surtidor; y cuando sube el valor del dólar, también sube el precio del combustible.

Lo que habitualmente no se dice, es que cuando sube alguna de estas variables los ingresos fiscales (nacionales o provinciales) se ven beneficiados por mayor recaudación; producto de variables financieras y no de mayor producción.

Ahora bien, si las refinadoras debieran comprar el barril a U$D 30 -como está en el mercado internacional- el litro de combustible sensiblemente bajaría beneficiando al usuario, el consumo y la industria en general. En cambio, este precio internacional perjudicaría seriamente a las provincias que deberían ajustar sus presupuestos a la actual recaudación.

El usuario o consumidor será quien pague el precio sostén. Una medida que tiende a salvar a los gobiernos provinciales, retraer aún más la demanda y hacer menos competitiva la industria en los mercados internacionales.

Lo absurdo de la medida es que fue utilizada para solucionar un problema de oferta en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, cuando hoy en día, el problema es la falta de demanda. Como dijo Albert Camus, un sentido sin sentido.

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