Lo que parecía un trámite común en una oficina pública de Viedma terminó siendo una pieza clave en una historia digna de película. La capital de Río Negro aparece como uno de los puntos centrales en la investigación por la llegada de espías rusos a la Argentina, gracias a una red que les habría facilitado documentación local, apoyo logístico y hasta cobertura financiera.
La investigación la lleva adelante el fiscal federal Eduardo Taiano, que ya puso nombres propios sobre la mesa. Y entre ellos aparece el de Fabián Horacio Gutiérrez, un hombre de 59 años, vinculado a la gestión de ciudadanías para extranjeros. Fue él quien, allá por 2014, tramitó en Viedma la documentación para un supuesto argentino llamado Ludwig Gisch, que en realidad sería un agente de inteligencia ruso de nombre Artem Dultsev.
Todo con papeles truchos
La maniobra fue bastante más que una avivada. Gisch/Dultsev habría presentado un certificado de defunción de su “madre”, una mujer ficticia llamada Helga Tatschke, supuestamente nacida en la Argentina.
Con eso, logró iniciar su trámite de ciudadanía como si fuera descendiente directa de argentinos. El trámite avanzó sin trabas, y poco tiempo después, el espía tenía su DNI celeste en mano y empezaba una nueva vida bajo identidad falsa.
Consultado por medios nacionales, Gutiérrez aseguró que él solo presentó los papeles, y que la responsabilidad de verificar la documentación era del RENAPER. Sin embargo, la Justicia sospecha que hubo más que simple ignorancia. El fiscal también pidió investigar a su esposa, Olga Alexandrivska, y a un ciudadano argelino, Ali Kherchi, quienes habrían colaborado en tareas clave de apoyo logístico y financiero para otros agentes rusos.
¿Cómo se colaron por Viedma?
La gran pregunta es cómo una operación de este calibre pudo pasar por una ciudad como Viedma sin levantar sospechas. ¿Se trató de un eslabón suelto, o de una pieza estratégica elegida por su bajo perfil?
Los investigadores creen que no fue casualidad. En ciudades más chicas, con menor volumen de trámites y controles más laxos, estas operaciones pueden pasar desapercibidas. Y si a eso se suma alguien dispuesto a mover los hilos —por interés, dinero o simplemente por rutina—, el combo está servido.
Lo cierto es que gracias a ese trámite hecho en Río Negro, un ciudadano ruso con identidad inventada pudo no solo vivir en la Argentina como cualquier otro, sino también votar, sacar pasaporte y moverse libremente por América y Europa.
El caso de Viedma es apenas una pieza de un rompecabezas más grande. La Justicia ya investiga al menos a seis ciudadanos rusos que habrían ingresado al país con identidades falsas. Muchos de ellos se instalaron en distintas provincias, como Mendoza, Córdoba o Buenos Aires, y algunos mantenían perfiles extremadamente bajos. Otros incluso llegaron a tener hijos en Argentina, reforzando su estatus de “nativos” para el sistema.
Ahora, el fiscal pidió acceso a cuentas bancarias, llamadas, movimientos en plataformas como Ualá, Mercado Pago, PayPal, y hasta interacciones en redes sociales. Buscan determinar si detrás de los trámites había financiamiento extranjero o si funcionaba una red coordinada con fines de espionaje.
Ludwig Gisch no es quien dijo ser. Tampoco su esposa María Rosa Mayer Muñoz. Amos fueron detenidos en diciembre de 2022 en Eslovenia, dónde vivían con sus dos hijos de 9 y 7 años. Todos tenían pasaporte argentino obtenido legalmente en 2013 y el hombre, especialista en sistemas, ante la AFIP tenía domicilio fiscal en Viedma, aunque nunca vivió en la capital rionegrina.