En tiempos donde las experiencias auténticas ganan protagonismo por sobre el turismo tradicional, el astroturismo emerge como una alternativa que permite mirar el mundo —y el universo— desde otra perspectiva. Y es en el Norte Neuquino, con sus cielos despejados, baja contaminación lumínica y paisajes majestuosos, donde esta propuesta encuentra uno de sus escenarios más privilegiados.
Miguel Nepal, profesor de Física de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo), y Mónica Rojo, docente jubilada de nivel inicial, son los impulsores del primer observatorio itinerante declarado oficialmente por la provincia de Neuquén. Avalados como prestadores oficiales, combinan ciencia y mitología en una propuesta que trasciende lo turístico: invitan a vivir una experiencia emocional, espiritual y educativa.
"La gente se emociona cuando ve por primera vez los anillos de Saturno o las lunas de Júpiter. Pero también cuando escucha las historias mapuches sobre las constelaciones. Ahí es cuando la experiencia se vuelve transformadora", explica Miguel Nepal, en diálogo con Mejor Informado.
El observatorio recorre distintas localidades del norte neuquino y se instala al aire libre en zonas estratégicas con cielos limpios y abiertos. A través de telescopios, lentes especiales y relatos, los visitantes pueden observar estrellas, planetas y galaxias, al mismo tiempo que conocen las cosmovisiones de los pueblos originarios.
Ciencia, relatos ancestrales y emoción se fusionan en el primer observatorio itinerante de la provincia, una experiencia única que conecta al visitante con el universo y la cultura de los pueblos originarios.
"Lo que hacemos no es solo mostrar el cielo, sino invitar a la gente a reconectarse con él", agrega Mónica Rojo. "Es una manera de volver a sentirnos parte del universo, de comprender que nuestros ancestros ya leían el cielo mucho antes que existiera la astronomía como ciencia".
La actividad, que crece en popularidad entre turistas nacionales y extranjeros, no solo promueve el desarrollo local a través de propuestas sustentables, sino que además genera un puente entre el conocimiento científico y los saberes ancestrales, algo poco habitual en las experiencias turísticas tradicionales.
En una época donde todo parece acelerado y fragmentado, detenerse a mirar las estrellas en el silencio profundo del norte neuquino se vuelve un acto revolucionario, una oportunidad de aprendizaje, introspección y disfrute.
El astroturismo, aún incipiente en la región, promete convertirse en una de las propuestas más atractivas del turismo patagónico. Y detrás de esa promesa, hay historias, trabajo y una certeza: nunca es tarde para volver a mirar el cielo con asombro.