Especial. Por Mario E. González

Aquella noche en Ezeiza

Ya pasó la una y media de la mañana, volvemos al living, antes pasamos por la vitrina donde están todos los logros de nuestros seleccionados y cuando nos sentamos y menos lo esperamos apareció Leo Messi acompañado por Dady, se sonrió, nos saludó y firmó autógrafos hasta quedarse sin tinta.
domingo, 13 de julio de 2014 · 01:25
Faltaban pocas horas para el partido ante Eslovenia. Se jugará en el estadio Ciudad de la Plata y será la despedida de nuestra selección ante su público. Walter Macri nos llevó hasta el predio de la AFA luego de irnos a buscar a Aeroparque. Allí nos esperaba Marcelo D´Andrea, masajista de la selección y amigo personal de Leonel Messi. Una especie de secretario protector de varios de los pibes que integran el plantel, Dady es un gigante de casi dos metros.
Nunca había estado en el predio de AFA tenía la expectativa lógica de quien vive a 1000 kilómetros de donde suceden los hechos. Recuerdo que llegamos y lo primero que me impacto fue un Audi negro que supe que era el de Gago, mire todo con avidez y pensé que siempre se puede tener la curiosidad de un chico a pesar de los años que llevemos encima.
Al ingresar al hall donde se hospeda la selección nos encontramos con Sergio Romero que charlaba con un señor mayor, estaba sentado con sus largas piernas estiradas. A la izquierda había especie de recepción con dos guardias de seguridad. En el otro juego de sillones estaba Ezequiel Garay charlando con dos amigos.
Hay un silencio ceremonioso, como de hospicio. Entre nosotros hablamos en voz baja, como integrándonos a ese ambiente, tranquilo, amable. Sergio Romero se para y acompaña a su visita hasta la puerta. Lo despide y nos saluda. Hay en su mirada cierto pudor, es alto pero parece mucho más pibe de lo se ve por la tele.
Se va hacia el sector donde está el gimnasio, la utilería y los consultorios. Se pierde tras cruzar una puerta en forma de ochava y se alcanza a ver una escalera que indica que en el primer piso están las habitaciones y el play room de los pibes de la celeste y blanca.
 Somos cuatro y Walter Macri. Aparece Dady sonriente, nos pregunta cómo nos fue en el viaje y acota "si aguantan un ratito ya viene Lio”, nos quedamos en las bromas y las cargadas propias del momento. Sale Bilardo de un cuarto contiguo al hall donde estábamos. Saluda, es pintoresco verlo como se mueve y observa todo. No sabe si tiene que saludar, lo hace por cortesía y le dice a Dady "che Dady me podes llamar a las 10 mañana tengo miedo de quedarme dormido". Dady asiente con respeto "como no Carlos, quédese tranquilo”.  Bilardo debe estar cerca de los 72 años. Se queda por ahí  yendo y viniendo, Dady se despide y avisa que ni bien Lio este desocupado lo trae para saludar y sacarnos unas fotos.
Pasa el Pocho Lavezzi, mira y se ríe, se va cantando, lleva una bolsa grande llena de cosas que no pudimos identificar…diría que eran pelotas. Atrás pasa Javier Mascherano se asoma y saluda a la distancia, a esta altura ya nos sentíamos parte de la concentración. 
Minutos más tarde de las 12 de la noche vemos que se asoma Leo Messi, se para y saluda mientras Dady le indica que somos de Neuquén y que venimos a verlo a él (a Dady). Siguen hacia otro sector del edificio, nosotros estamos más que ilusionados.
A los pocos minutos vuelve Dady con la novedad que Leo está reunido con los muchachos en una reunión importante. Se nos cortó la respiración. Ya eran casi la una de la mañana y pensábamos que ya había sido. Dady nos pregunta si queremos esperar que a la hora que sea Leo va a venir a posar con nosotros. "No sabes lo que es este pibe me dice que viene y viene no se le pasa una”, nos garantiza Dady. Aparece Carlos Bilardo "Dady acordate de llamarme mañana a las diez, tengo miedo de dormirme”, contesta afirmativamente Dady con muecas de resignación. Es como la cuarta vez que Bilardo repite lo mismo y la décima que anuncia que se va a dormir y no lo hace. El ex técnico mira tele en un Led, hay un combate internacional que lo tiene intrigado. Después nos confesaría que lo miraba pensando que era la pelea de Maravilla Martínez. Así es Bilardo tal como lo imagina la popular.
Dady se va y vuelve para invitarnos a pasar a conocer las instalaciones, visitamos el consultorio donde lo espera el doctor Daniel Martínez y de ahí nos fuimos a la utilería y allí la sorpresa de la noche: el fideo Di María tomando mate con los chicos que arreglan los botines y la ropa. Angelito nos saludó con atención y con especial deferencia posó cuantas veces le pedimos y se volvió a sentar para seguir cebando mate dulce a los chicos de la utilería. Fuimos hasta el gimnasio, pasamos por las piletas donde se recuperan los músculos de los jugadores, estuvimos en el vestuario donde se sientan y cambian antes de cada rutina o entrenamiento.
Ya pasó la una y media de la mañana, volvemos al living, antes pasamos por la vitrina donde están todos los logros de nuestros seleccionados y cuando nos sentamos y cuando menos lo esperamos apareció Leo Messi acompañado por Dady, se sonrió y nos saludó. Estaba yéndose a la cama eran las dos menos cuarto de la mañana y al otro día se despedía en el estadio Ciudad de La Plata. Firmó hasta quedarse sin tinta, posó todo lo que le pedimos, recibió nuestros regalos y nos abrazó a todos. Agradeció los presentes y se fue con Dady hacia las habitaciones.
No hay una anécdota especial, no tuvo ningún gesto de divo. Me dio la impresión que no se cree una celebridad. Es cortito como se lo ve, tiene hombros chicos y unas terribles gambas. Quizás de esas piernas salga alguna genialidad que nos permite llegar al paroxismo de la argentinidad. Gracias Leo, gracias pibes, este domingo lograron la unidad nacional detrás de ustedes. 

 

M.E.G.

  


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