Rafael Castilla fue un hombre que cambió el sentido y los objetivos que tenía una prisión. Durante su labor que se extendió desde 1911 hasta 1936 llevó adelante una importante actividad sociocultural en la capital neuquina. Fue un hombre con una mentalidad progresista y humanitaria, a tal punto que hizo que los reclusos realicen trabajos y actividades educativas, artísticas y culturales. Castilla tenía una concepción productiva de la cárcel.