Tiempos difíciles

Carta abierta a Alberto Fernández

Una misiva directamente al Presidente de un país que no deja de debatir lo que se hace bien y lo que se hace mal.
viernes, 3 de abril de 2020 · 13:44

Hoy tuteamos a un Presidente de un país, como al vecino, al primo, al amigo. Lo escuchamos cantar, hablar con firmeza ante las cámaras de televisión y cientos de periodistas que quieren saber más y más. Hoy ese ser reconocido por todos en el mundo, sos vos: el Presidente de los Argentinos elegido en las urnas. 
 Hoy estás ahí, en una casa que se le adjudica temporariamente a un presidente hasta terminar su mandato. Pero, ¿qué importa esa casa?, ¿importan las fotos con tu mujer, tu hijo, tu Dylan?, ¿importa tu auto, tus asesores,,tus contactos, tus conferencias con embajadores, especialistas, investigadores, economistas, sindicalistas, funcionarios, comunicadores de casi todas las razas. Estás ahí, con esa gigantesca carga sobre tus espaldas, buscando a los otros, a los que, como vos,estamos frente a este desconocido que vino a comerse nuestros días. Los buscas para que te ayuden, y salís con esa sonrisa debajo de tu mirada cansada a decirnos gracias, a empujarnos a seguir resistiendo. Y aquí estamos, temblando de miedo detrás de los aplausos y otros buscando la forma de derrotar la esperanza. Todos y el miedo.
Te veo, te escucho y está el hombre frente a semejante peso y no puedo calcularlo. ¿Cómo serán tus noches?, tus amaneceres?, tus minutos frente al espejo?. Ahí estás solo, muy solo y reconozco en vos la soledad de cada uno de nosotros: de los jubilados en las colas, de los pobres en los ranchos, de los hambrientos, de los esperanzados, de jóvenes y niños, de adultos y viejos. Solo vos, frente a los especuladores, a los sin patria, sin sueños, a los que desde esa ignorancia que nos desnuda frente a los nuevo, salen a decir lo que hay que hacer, lo que está mal, lo que no se hace, mostrando la urgencia de una herida que atraviesa el mundo. Y otra vez vos, corrigiendo mientras se aprende, probando ante el error, caminando sobre las brasas. Vos: Presidente, hombre, padre, hijo, amigo, vos un común entre los comunes, haciéndole zancadillas al miedo, parándote en el pico de la montaña, decidiendo por la vida de tantos. No importa nada más: estás humanamente solo, como cada uno de nosotros más allá del encierro, de los discursos, de los deseos, de la poesía, de la canción. Desde es lugar te nombro, te miro, me miro y ojalá suceda: vernos. 
Te abrazo.

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