Brigadistas de Neuquén ayudan a combatir el fuego en Jujuy

A más de 2000 km de su San Martín de los Andes natal, entre la boscosa yunga del norte argentino, cinco brigadistas neuquinos se encuentran trabajando a contrarreloj para frenar un incendio que ya arrasó a más de 6.000 hectáreas en la provincia de Jujuy y ahora, amenaza con extenderse al Parque Nacional Calilehua, una reserva natural conocida por su rica flora y fauna.

Se trata de un equipo perteneciente al Parque Nacional Lanín, que, ante la magnitud del desastre, fue enviado a prestar servicios a la zona desde la Dirección de Parques. Andrea Acuña y Claudio Ovando, dos de los brigadistas sanmartinenses, hablaron con AM 550 y 24/7 Canal de Noticias, y coincidieron en la dificultad de trabajar en un ambiente tan distinto geográficamente al que acostumbran en la cordillera neuquina.

“Acá todo te cuesta un poco más, especialmente por el intenso calor que tenes siempre”, relató Acuña, quién además de combatir el fuego en primera persona, trabaja como enfermera en San Martín. Precisamente, sus conocimientos en primeros auxilios permitieron estabilizar a dos brigadistas que habían bajado intoxicados del incendio. “Tenían náuseas y dolor de cabeza, se venían descompensando y tuvimos que intervenir, porque el dispositivo de salud ya venía colapsado”, detalló.

A pesar del tamaño del operativo para frenar el fuego, con más de 100 bomberos y brigadistas operando en la zona, Ovando señaló que la falta de herramientas y equipamientos es visible: “Cuando llegas, te encontrás con que no hay nada y no se ha hecho nada. Ahí para mitigar incendios forestales tendrían que haber fajas (contrafuegos) hechas pensando a futuro, el mismo incendio que está avanzando hoy, ya ocurrió en ese lugar hace muchos años”.

Actualmente, los incendios se están desarrollando en el área lindante al Parque Nacional Calilehua, en la zona de la yunga de la Provincia de Jujuy. Se trata de una región especialmente boscosa y húmeda, pero que, ante las altas temperaturas y un extenso periodo de sequía, se terminó transformando en un polvorín. A su vez, junto al factor natural, la situación se agravó por las grandes cantidades de basura que se encuentran en el área y que funcionan como un peligroso combustible en tiempos de precipitaciones escasas.

“Estuvimos adentro del parque, recorriéndolo, pero por suerte todavía no llegó a afectarlo. Ahora estamos en la cola del incendio, trabajando para evitar todo tipo rebrote, porque acá el viento es muy cambiante y sobre todo, caliente. Mientras trabajas te corre una brisa de 32 grados” relató Ovando en comunicación con el programa “Pasen y vean”.

Ambos brigadistas remarcaron que las tareas se vuelven particularmente exhaustivas cuando se trata de un incendio en la montaña. Ellos son los encargados de llevar su alimento y bebida, como así también todos sus materiales de trabajo, recursos que parecen de oro al momento de combatir llamas de 300ºC. “Mientras vas subiendo decís ‘para que llevo tantas cosas’, pero después, cuando estás arriba, te preguntas hasta porque no agarraste una barrita de cereal de más”.

A pesar de la importancia de su labor y del riesgo que corren cada vez que salen a combatir el fuego, Acuña y Ovando plantearon que no son lo suficientemente reconocidos por el Estado, sobre todo, en términos de condiciones laborales. Los trabajadores el Parque Nacional Lanín señalaron, además, que la mayor parte de sus equipos y herramientas salen insólitamente de su propio bolsillo, por lo que el cuidado sobre ellos es doble.

“Los brigadistas estamos muy dejados, no nos reconocen o solo lo hacen cuando hay incendios grandes. Es lamentable porque los incendios se apagan con la pala, desde la tierra con los brigadistas, más allá de todos los camiones o aviones que vos puedas poner”, sentenciaron. 

En esas condiciones y con mucha pasión por su profesión, los cinco brigadistas sanmartinenses, Andrea Acuña, Brunilda Silva, Javier Curruhuinca, Abel Reyes, Amaro Luengo  y Claudio Ovando, deben enfrentar las llamas en un ambiente desconocido y lejano, muy distinto del bosque andino patagónico en el que suelen trabajar. “Esto lo haces por vocación, si alguien se queda arriba y no puede bajar, sacas fuerzas de donde no tenes y vas a buscarlo”, concluyó Ovando, mientras se cambiaba para otra vez, verse cara a cara con el fuego.

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