El hecho que conmocionó a la región tomó un nuevo giro: Yamila, ex pareja de Diego Fasce (37), asesinado frente a la Escuela Primaria N° 63 de Cinco Saltos, salió a la luz y compartió un demoledor testimonio en su cuenta de Facebook. En él revela años de violencia psicológica, física y sexual, junto a denuncias ignoradas y amenazas que pusieron en riesgo su vida y la de su familia.
La tragedia ocurrió el martes en plena hora de salida de la escuela. Fasce, con antecedentes y un historial de conflictos personales con el agresor, fue mortalmente herido de bala frente al establecimiento, en una escena que alteró a vecinos, docentes y familias locales. El acusado es el tío de Yamila, un hombre de 40 años, que se entregó en la comisaría portando el arma y haciéndose cargo del crimen.
El descargo desgarrador de Yamila
En Facebook, Yamila decidió hablar y salir del silencio: “Siento la necesidad de hacer mi desahogo a través de este medio. Voy a abreviar porque no creo que alcance la página para escribir tanto. Que conozcan mi versión, que de alguna manera puedan imaginar aunque sea un poquito la situación crítica que atravesé y sigo atravesando. Porque es fácil opinar cuando el dolor o la situación es ajena. Esto que les muestro con mi más sinceridad les digo es algo mínimo, diría casi insignificante comparado al calvario que viví. Estos videos solo muestran unos segundos del comportamiento agresivo y violento que tenía el. Todos mis allegados conocían, de hecho presenciaron situaciones violentas que él ejercía hacía mí. Violencia física, psicológica y también sexual”
Pero no es todo, ya que la mujer continúa con su relato: "Cuando él consumía cocaína, se ponía aún más violento. No me dejaba dormir, me decía que yo me tenía que quedar despierta con él, me obligaba a tener relaciones sexuales a punta de pistola para ‘bajar’ (para que así se le vaya el efecto de la droga). Me pegaba dentro y fuera de la casa, me pegaba en la vía pública con total impunidad… Nadie intervenía, nadie veía ni hacía nada. Pero lo más aberrante fue el día que me despertó levantándome de los pelos con la pistola en la mano, me volvió a tirar a la cama y me disparó cerca de la cabeza. Todavía recuerdo el zumbido que me quedó en el oído”,
“Me duele el alma que mi hermano haya tenido que llegar a esa instancia, el que lo conoce sabe la clase de persona que es… El no se mete con nadie, no busca problemas a nadie, no es una persona violenta, no puedo entender cómo llegó a esto. Pero era su vida o la de él… O seguramente encontrarme muerta a mí o a cualquiera de nuestra familia. Porque la justicia no actuó a tiempo, lo único que hicieron fue allanarle la casa y encontraron una de las armas con la que nos amenazaba de muerte. Pero él siguió libre. La policía después de eso me hicieron una perimetral... Es decir que él no podía acercarse a mí por ciertos metros, sin importarle a él violó la perimetral. Gracias Dios ese día me amparó y llegó la policía a tiempo, pero solamente lo demoraron unas horas en la comisaría. Lo liberaron y nuevamente seguíamos en lo mismo. Y ahora ya no sé a dónde dirigirme, ya no sé a dónde acudir. Por qué este horror continúa y ahora de parte de la familia de él me juraron la muerte. Dijeron que iban a matarme a mí, a mis padres… Ellos son dos personas mayores, están cerca de los 80 años, es demasiado lo que aguantaron y siguen soportando. Yo solo les pido por favor a los míos, si algún día ya no estoy más, sean mi grito, que no quede impune”
Una denuncia que evidencia fallas del sistema
Yamila acusa a las autoridades de haberle entregado un botón de pánico “de poca utilidad”. Afirma que la custodia policial que recibió duró solo 15 días, y que tras su retiro las amenazas se intensificaron. El agresor, según su relato, violó la orden judicial y continuó hostigándola, hasta desencadenar la fatal conclusión.
En su post, responsabiliza a la Justicia por su inacción y teme por la seguridad de sus padres y hermanos, a quienes él —y ahora también su familia— habría amenazado de muerte.
“Y así podría seguir contando miles de maltratos y desgracias que me hizo pasar. Pero como decía, juro que no me alcanzaría por acá para escribir tanto. La vulnerabilidad, el miedo y el terror se intensificó y se apoderó aún más estos últimos meses, y no solo a mí si no que también a mi familia, tras todas las amenazas de muerte que recibíamos de parte de él. Amenazaba a mi mamá, a mi papá, a mi hermano y tíos, nos hostigaba, ya era agobiante. ¿El accionar de la policía? Bien gracias. Me cansé de realizar denuncias, me dieron botón de pánico, de poca utilidad porque cada vez que lo accionaba cuando él se me acercaba a amedrentar y amenazar de muerte nunca aparecía. Me asignaron custodia policial en mi domicilio por 15 días y él no cesaba, esperaba que salga (porque era evidente que en algún momento iba a salir a comprar o lo que sea) y seguíamos en la misma. Se retiró la custodia y ahí fue peor todavía… Y esto fue lo que desató la lamentable tragedia de conocimiento público”,
El trasfondo de una historia compleja
Fasce, con residencia en Centenario, habría mantenido una relación previa con Yamila. Según la investigación, el crimen se dio en el marco de un ajuste de cuentas personal, secundaria a denuncias y hostigamientos previos .
Pero el relato de Yamila revela que más allá del disparo, existen años de violencia sistemática, fallas en la protección y frames judiciales que no dieron respuesta. Ella ahora exige que su palabra se convierta en instrumento de justicia.
El crimen frente a una escuela —con niños presentes— puso a la comunidad en alerta. El testimonio de Yamila transforma al caso en un reclamo de fondo: ¿Hasta cuándo la violencia machista se encadenará sin respuesta efectiva?
Su pedido de que “no quede impune” reverbera más allá de Cinco Saltos: interpela al sistema judicial, a las fuerzas y a la sociedad entera. En su relato, el grito que ella teme se haga realidad se convierte en la bandera para que nadie más, víctima o sobreviviente, sea silenciada después de dar su testimonio.