SUPERFICIES DEL LEER

Poesía que ladra y aúlla

En "No hay lugar a donde ir" -fragmentos de un perro en este mundo- Cali Duarte nos invita a leer desde el siguiente paradigma: “un ladrido es una escena que no podrás entender”.
miércoles, 7 de junio de 2023 · 00:30

Por Romina O, lectora y poeta de Neuquén.

 

El escritor Cali Duarte tiene conflicto con las biografías porque no es muy adorador de lo estático. Las lecturas que lo conmueven pueden permanecer en su boca durante semanas, también una estrofa puede hacer campamento en su mente durante días. Él tiene decidido que interpretar abarcativamente un texto nunca será su obsesión primordial, conoce que el sonido de un libro aparece en la garganta de quien lee.

Más allá de ser poeta, Profesor en Letras y coordinar talleres de exploración literaria (todas actividades adultas), no puede apagar un pícaro murmullo infante en su cabeza: siente que jugar con un verso es un emancipador vagabundeo de la emoción, esa materia extraña en eterna corriente, que se mueve sin parar, a diferencia de cualquier biografema.

 

El sonido de un libro aparece en la garganta de quien lee.

 

No hay lugar a donde ir es un libro de poemas, un libro de perros que ladran poesía, que gruñen versos aulladores. Es un híbrido poético que traza rutas en trayectoria hacia materiales literarios anteriores y otros formatos menos analógicos como cuestionarios, links a sitios virtuales, sonidos y fotografías.

¿Qué es esta búsqueda, qué significa?

No hay lugar a donde ir de Cali Duarte

 

Perros que hacen cucha en un poema

No hay lugar a donde ir pareciera un extenso poema de perros que vuelve sobre eso que no es posible educar, eso que no se puede amaestrar del todo. Este libro se abstiene de contar anécdotas perrunas, sostiene una jauría explotando sonora en las cabezas de quienes lo leemos. Vibramos en evocación de sensaciones animales adormecidas en nuestro cuerpo leyente que olfatea un modo original de comunicarse con la poesía ¿pero qué significa?

Este libro se parece a ese juego literario de la traducción creativa que tanto le gusta al poeta: qué te denota un ladrido, qué un aullido, volverse bilingüe, hablar la lengua perruna sin obsesionarse por la comprensión exhaustiva; acercarse al inexacto lenguaje del afecto.

Todo tiene la capacidad de aullar en el poema de Allen Ginsberg que suena de fondo, colchón de textura sonora que es elegido por Cali Duarte para ubicarnos en una genealogía aulladora en la que prevalece la vivacidad de lo audible como modo vital. Pregunta el poeta si “puede un sonido leerse” y el vagabundeo entre lecturas de la manada poética confronta ante un hilo infinito de alternativas.

 

No hay lugar a donde ir de Cali Duarte

 

La pregunta que lleva a otra pregunta, poesía de talle justo para quienes leyendo tampoco sepan cuáles son los “lugares a donde ir”, ni los que podría habitar un animal o un monstruo, pero que se animen a percibir lo que el sonido del aullido puede como cuerpo en proyección.

Quizás lo monstruoso en este libro tenga que ver también con la búsqueda semiótica de una técnica para decir una voz nueva o una temática nueva, deconstruir una lingüística propia para habitar la que necesita lo que se debe enunciar, hacerle cucha. 

En el libro que emparenta con éste desde su subtítulo “Fragmentos de un discurso amoroso”, Barthes dice en el parágrafo referente a la conversación: “El lenguaje es una piel: yo froto mi lenguaje contra el otro” ¿pero qué significa? Pareciera que la técnica se volvió la lengua en sí misma, la nueva piel de lenguaje que frota. Ser una lengua como experiencia vital. Los significados escarbaron un pozo en este libro/poema, escondieron el hueso de la ilusión para ser descubierta por quienes se animen a ladrar este idioma.

 

 

Sembrar poesía

No hay lugar a donde ir - fragmentos de un perro en este mundo- tuvo su primer formato como libro, a cargo de CHARCO editora artesanal (@charcoeditora) en diciembre de 2022.

La editorial bonaerense realizó una tirada de 300 ejemplares cosidos y encuadernados a mano formando parte de una colección llamada “semilla” que configura un mundo de libros objeto tamaño bolsillo. Una forma de aproximarse a esta voz poética del ladrido es a través del siguiente enlace:

 

 

 

Bio perruna en ladrido propio de Cali Duarte

De niño me sentaba en el patio a hacer casas de barro. ¿Cómo trabajó el tiempo esa tierra y aquel cuerpo? Suelo detenerme en el movimiento de las arquitecturas que me trabajan: Pringles-Bahía-Neuquén. Vivo construyendo en la terrible memoria mis casas o guaridas.

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