SUPERFICIES DEL LEER
¿Alguna vez sentiste que un libro fue escrito para vos?
Dice Graciela Cros que “eso es la poesía. La ilusión de creer que el poeta escribió esas palabras para nosotros, para darnos consuelo.”Por Romina O, lectora y poeta de Neuquén.
Leer no es sencillo. Encontrar un libro puede serlo, pero la lectura es otro tema. Ocurre o no. Puedo tener un libro en la mano, silencio, una silla cómoda; pero nada de eso asegura la lectura.
¿Qué hechizo interviene, alquimia imposible? ¿Cómo hace un libro para hacerme aparecer adentro? ¿En qué momento, cómo y cuándo se produjo esta levitación nirvánica que me trasladó de mi propio cuerpo hacia otro estado? Y esta pregunta sólo puede ocurrir a la vuelta, quiero decir, al regreso del trance; en un estado de consciencia posterior.
No estoy, no sé bien dónde estoy, me fui a un libro, ingresó en mi física. Hubo una intervención múltiple: “El trébol africano”, Graciela Cros y yo; todo ese gualicho que vamos a nombrar ´lectura´.
Esa hipnosis en la que todos los poros pertenecen a una combinatoria de palabras pone de manifiesto que la respiración es una mecánica genial porque funciona sola, casi sin nuestro esfuerzo. La lectura arrasa el cuerpo.
Lectura hipnótica en primera persona
Leo “El trébol africano” de Graciela Cros, editado por La Ballesta Magnífica y siento que estoy en el futuro. No puedo entender este libro porque no pertenezco a este presente. Es una escritura a la que accedí viajando en el tiempo, no puede haber otra explicación.
Conseguí la máquina, tuve la fortuna de traer este libro desde alguna distopía y ahora no puedo acordarme de ello porque tomé alguna píldora o alguna de esas cosas del futuro que se pactan para lograr el equilibrio temporal.
En el intento de encontrar un anclaje le escribo a una amiga poeta que habita el mismo suelo barilochense que la autora y le pregunto qué siente, si es verdad, si estamos frente a un ensayo sobre la poesía confesional patagónica, si leer los diarios de May Sarton no habrá sido una forma de entrenar para leer este libro de Graciela.
Le digo a mi amiga que estamos asistiendo a algo demasiado íntimo, demasiado duro, demasiado fuerte, demasiado profundo, demasiado hondo y amplio. Lola no me contesta, por supuesto, es excesivamente temprano, es domingo. Quisiera poder enviar por teléfono alguno de esos sonidos que sólo escuchan los perros así “Runa” capta la señal y la despierta y hablamos.
Está clarísimo: soy la última habitante del planeta y tengo un libro que explota en mis manos.
Todo puede existir en el relato de Graciela
Este encantamiento de Graciela Cros desplaza a la conversación. Escribo sobre este libro para hablar del tema y preguntarnos: ¿Puede existir el relato poético de una biografía? ¿Qué historias se seleccionan para contar y cuáles para hacer poesía? La autora lo tiene clarísimo porque es una habitante de la interfaz, y los géneros literarios observan su próximo movimiento con curiosidad.
Ella tematiza la escritura permanentemente, en su libro cuenta un viaje que hace para escribir, para reflexionar sobre lo escrito, y para evitar escribir ciertas cosas.
“El debe y el haber. Escribir o vivir, pero vivir es escribir y sin vivir no se puede escribir. En buscar ese equilibrio se nos va la vida.” (p. 64 El trébol africano)
El asunto de poner título a un escrito o no, o cuál se topicaliza en el libro produciendo una danza estimulante a los ojos de quien lee, ella se encarga personalmente (seduce con su yo) de marearnos con muchísimos títulos que podría haber tenido, expone las múltiples posibilidades que fue explorando y todas son tan hermosas que en su relato nos vamos encariñando con cada una de las opciones desechadas. (Quise hablar de esto con lola pero sigue sin atender, desde ahora su nombre irá con minúscula).
Sabemos que tomó una decisión, este libro tiene un título y no otro, la explicación no llega. Graciela retrasa ese relato (lo sabe) y parece una perversión gozosa que nos involucra. Es que en este punto del libro también queremos el juego.
Sensible me dejo moldear por sus climas, es un libro poderoso por su honestidad. Lloré mucho pensando que quiero ser así, que quiero ser siempre la que llora cuando lee este libro poblado de citas, bitácora de lujo seleccionada por una mujer que hace 78 años que está leyendo y se anima a hablar de todos los temas, por ejemplo: el frío. Dice: “no quiero convertir esto en un parte meteorológico, pero del frío hay que hablar.” (p. 74 El trébol africano).
“No necesito plantar un coirón en mis versos para pertenecer a la literatura patagónica”. Graciela Cros.
Frente a la usual renuncia del tema por vano o superficial, Graciela nos invita desde su yo más patagónico a explorar sensaciones de baja temperatura. No necesariamente las poetas patagónicas deben hablar del frío, pero pueden si así lo desean. Graciela profundiza: “No necesito plantar un coirón en mis versos para pertenecer a la literatura patagónica” y al final del libro y a modo de “adenda” se adjunta su ensayo titulado: Escribir poesía en la Patagonia. La senda del coirón: ¿reflexión o metáfora? en el cual se intensifica sobre este tema específico ideal para conversar con lola, pero aún no da señales y ya estoy en el último párrafo.
Que no termine la magia
Es uno de esos dejavúes interminables que involucran cambio de asiento, té y autopellizcos que corroboren la existencia (la propia, ¿eso también es leer?).
No querer que se termine un libro es una sensación magnífica, un ataque ambivalente: Cros habla de la vida; pero no dice qué es, sino cómo se mueve y siento (certeza única la de sentir) volviendo a la primera pregunta que se hace esta nota, que este libro fue escrito específicamente para mí.
El trébol africano de Graciela Cros (@grace3book), fue editado en el año 2023 por la editorial La ballesta magnífica, en el delta de San Fernando, Argentina y pertenece a la colección: “Los paraísos terrestres”.