El sábado por la tarde, en instalaciones del gimnasio MLA Entrenamiento Funcional de la ciudad de Cipolletti, la Fundación Patagónica para el Bienestar Animal (Fun.Pa.Bia) llevó a cabo una actividad que causó furor entre las asistentes.
Música acorde, colchonetas extendidas y un grupo de chicas que se disponen a respirar profundo y estirar. Entre ellas, pequeños hocicos que olfatean el aire, curiosean y finalmente se acurrucan envolviéndose con sus colitas. Así se vivió “Yoga con cachorros”, que logró reunir a más de treinta mujeres y trece cachorros rescatados, en una experiencia conmovedora.
“Vimos que esto se hacía en otras partes del mundo y también en Buenos Aires, así que nos animamos a probarlo acá. Quisimos hacer algo diferente para promover la adopción responsable de animales rescatados de la calle”, cuenta Iara Fasano, integrante del staff de voluntarias de Fun.Pa.Bia.
La clase comenzó a horario. Los cachorros se fueron acomodando en huequitos, piernas y pechos donde pudieran acostarse a dormir. Y, entre suspiros de ternura, la energía empezó a circular. La profe, Paola di Paola, instructora formada en diferentes estilos de yoga, eligió para esta ocasión una práctica suave, apta para todos los niveles, con movimientos lentos y pausados, teniendo en cuenta la presencia de los pequeños protagonistas de cuatro patas.
“Fue la primera vez que di una clase así, y fue hermoso. La energía cambia completamente. Los cachorros durmieron, estaban relajados, como si entendieran”, relata Paola quién conoció a la Fundación cuando encontró varios gatitos recién nacidos y los llevó para que les den tránsito. “Que estén los cachorros te conecta con otras emociones, ellos generan otra energía. Fue muy lindo”, agregó.
Cachorros con historia
Gise García, otra de las voluntarias de Fun.Pa.Bia, cuenta la historia de estos perritos que nacieron en la calle. “Su mamá fue rescatada de debajo de un tronco gigante donde tuvo a 10. A ella hubo que sacarla con una jaula trampa porque era salvaje y tenía mucho miedo”, relata. Y luego explica que, para hacer esta actividad, esperaron que los animales tengan más de 45 días antes de exponerlos.
“Teníamos ganas de hacer algo especial con ellos”, dice. Y ese algo especial estaba sucediendo ahí mismo, porque la iniciativa tuvo una excelente convocatoria, pero sobre todo, se nutrió la red: después de la primera clase unas participantes pidieron la ubicación de la fundación para acercarse en la semana a conocer y colaborar; otra chica aportó una donación económica de manera espontánea, cuando pagó su clase. Y, lo más emocionante, fue que otra de las participantes, adoptó a uno de los cachorros.
Hicieron Cilck
Como las demás, ella llegó al gimnasio con calzas, botellita de agua y su mat en mano. Entró a la recepción y se anunció antes de pasar al salón. Mientras se hacía toda esta previa, los cachorros daban vueltas por el espacio luciendo unos simpáticos y calentitos chalecos con la inscripción de la fundación.
Antes de comenzar la clase, cada participante debía acercarse de a poco a algún cachorro para ir entrando en confianza. Ella eligió a uno (o el a ella) y lo alzó. El la miraba con ojitos curiosos, mientras hacía ruiditos de perro bebé. Y fue inmediato, hicieron click. Ella lo llevó a upa hasta una parte del salón donde entraba un rayo de sol por la ventana. El se sentó en sus piernas y se durmió. Durante toda la clase, el cachorro estuvo ahí, pegadito a su “crush”, levantando la mirada cada tanto para pispear lo qué sucedía.
Al terminar la clase, ella llamó a su familia y, después de una breve conversación, lo confirmó: ese cachorro sería parte de su hogar. Era el fin de una penosa historia y el comienzo de una nueva aventura que va a cambiar la vida de ambos. “Con que uno solo encuentre una familia, para nosotras ya es muchísimo”, aseguraron las voluntarias de Fun.Pa.Bia, muy contentas con la actividad.
Nada como estar en casa
“Ver cómo una de las chicas se fue con uno en brazos, fue emocionante. Se fue otro ´Funpabio´”, decían con enorme alegría las chicas de la fundación quienes aclararon que, en esta oportunidad, la actividad se hizo con cachorros, pero también están planificando hacerla con perros adultos rescatados, que son los más difíciles de reinsertar en una familia y a veces pasan muchos años en el centro de adopción.
“En el refugio, si bien siempre hay gente, vamos todo el tiempo y los cuidamos, no es lo mismo a que estén en una casa calentitos y con compañía. Hace unos días adoptaron el primer “Funpabio”, uno de los primeros perros que llegó a la fundación hace más de 10 años y recién ahora se pudo dar en adopción. Y verlo acostadito en un sillón, nos llenó de amor. Le brillaban los ojos”, recuerda Iara.
Es que, más allá de que en la Fundación hay un espacio con caniles donde cuidan a los rescatados, la idea es que puedan tener una familia. De eso se trata el trabajo que hacen desde esta organización, de generar el encuentro y la conexión entre dos mundos, el de las personas que quieren a los animales y los animales que, muchas veces, no fueron cuidados por personas.
Ayudar a ayudar
Fun.Pa.Bia nace en el 2009 con el objetivo de promover acciones de protección, rehabilitación y reinserción social de animales rescatados de la calle. Cuenta con un espacio ubicado en “La Falda” de la ciudad de Cipolletti, donde hay más de 40 animales (perros y gatos). Allí, una vez que son rescatados, el equipo de voluntarios y voluntarias se ocupa de curarlos, de que recuperen peso y también de contenerlos, mientras mueven cielo y tierra para encontrarles una familia.
Iara, agrega: “También ayudamos a familias que tienen mascotas de forma responsable, que realmente vemos que quieren al animal, pero que a veces les cuesta pagar el alimento”. Y para ello, cuentan con el apoyo de tiendas y clínicas veterinarias “amigas” que, en base a la cooperación de colaboradores anónimos y espontáneos, les proveen alimento, atención y medicamentos.
Todos los fines de semana, la fundación invita a la comunidad a visitar el refugio o a conocer a los animales en las ferias que realizan en plazas, donde también es posible adoptar una mascota. “Invitamos a todos los que quieran colaborar, de la forma que sea, a que se acerquen. Todo suma. Y ojalá que más personas se animen a dar tránsito a los que rescatamos”, expresa Gise, mirando hacia el techo con la ilusión de que, de alguna manera, logre tocar el corazón de quienes estén leyendo.
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Podes colaborar con la fundación a través de donaciones económicas o aportando tu tiempo y manos para ayudar como como voluntaria/o. También podés colaborar dando tránsito a los animales que están en recuperación o en espera de una familia que los adopte. Contactá a Fun.Pa.Bia