¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Domingo 18 de Mayo, Neuquén, Argentina
Logo Am2022

Encuéntrame en tus sueños (23ra parte. Pancitos de queso y amor en Yonkers)

La niña de la historia obsesiona a Johnny Ray, urgido por su misión. Diálogos reveladores.

Domingo, 18 de mayo de 2025 a las 10:04

Residencia de Lady Sax por la mañana

 

Golpeé la puerta del apartamento de Lucy tres veces. Previamente la había llamado por teléfono para preguntarle si tendría unos minutos para mí, y la bella brasileña dijo que sí.

Con mi corazón en ristre emprendí viaje, no sin antes pasar por una panadería, que yo ya conocía, a comprar algunas piezas de pão de queijo (pan de queso), una exquisitez de la gastronomía popular brasileña ideal para el desayuno junto con un buen café.

La puerta se abrió, y me encontré frente a una Lucy enfundada en una modesta bata color caoba, sin maquillaje y con huellas en su rostro propias de quien no ha dormido como se debe.

Una verdadera Lady Sax “de entrecasa” que, a pesar del horrible pernocte, se veía más bonita que cuando la conocí aquella noche de perros en el cabaret.

Pocas mujeres pueden resistir esa prueba y salir airosas refulgiendo belleza y esplendor.

-Bom dia, dije en portugués, y le extendí el paquete con los panes de queso.

- Será um bom dia para você, respondió con tono gruñón y cara de mala, aunque rápidamente dio paso a una luminosa sonrisa cuando el aroma de los sabrosos bollos de queso invadió sus sentidos.

Mientras me invitaba a pasar, me preguntó dónde los había conseguido. Le respondí que los hacían en una vieja panadería del Soho especializada en hornear panecillos de todas partes del mundo, y prometí pasarle la dirección exacta en otra ocasión.

Al entrar en la casa, el aroma de un vigoroso café me envolvió y solo atiné a preguntar:

-¿Café…..?

-…do Brasil, completó ella, rápida y orgullosa.

Con los bollitos, Lucy de entrecasa y ese café humeando en la cocina, pensé que tenía la mañana hecha y por qué no, el día también. Pero yo estaba ahí para discutir algo muy importante con la dueña de casa que podría abrirnos más puertas en este laberinto que era la muerte de Norman.

Supuse que el transcurrir del tiempo habría obrado ya como un catalizador del drama para Lucy, y que podríamos profundizar un poco más sobre el malogrado destino del pianista. Pero me equivoqué.

Aunque intentaba disimularlo, Lucy seguía devastada por la muerte del hombre a quien, probablemente, más amó en toda su vida. Se podía ver en ella la tremenda culpa originada en su drástica y violenta forma de romper definitivamente con ese hombre que no pudo confesarle por qué le resultaba imposible unirse a ella.

Nos habíamos sentado a la mesa tras intercambiar cortas conversaciones circunstanciales, fugaces charlas de ascensor, hasta que decidí empezar e ir al grano con munición gruesa:

-Lucy… ¿sabías que Norman era gay y que esa fue la razón de por qué se alejó de tu vida?, pregunté y quedé a la espera de la taza de café volando hacia mi rostro, pero por fortuna esto no ocurrió.

-Me lo habían dicho pero no les creí, dijo Lucy con cierta tristeza.

-¿Pensás que podrías haber aceptado su realidad y continuar juntos como amigos?

Lucy pareció tomarse un minuto para reflexionar sobre esa posibilidad tras lo cual respondió:

-Eso lo vengo pensando últimamente. Hoy lo hubiera hecho. Pero es fácil explicar la realidad… ¿como vocês jornalistas dizem?

-Con el diario del lunes, respondí.

-Exacto. En ese momento, abandonada, despechada, rechazada y absolutamente sola en el mundo, solo quería verlo muerto. Lo que nunca imaginé es que hoy estaría hablando precisamente de Norman muerto.

-¿Qué sentiste en el momento en que te dije que había sido asesinado? Debe haber sido demoledor porque incluso llegaste a desmayarte…

-Te odié con todas mis fuerzas. Te había preparado esa caipirinha con amor porque habías tenido para conmigo la gentileza de hablarme en portugués y eso me había conmovido. No suelo hacer esto con extraños, pero vos eras diferente. Pero cuando me diste la noticia sentí que me estabas clavando un puñal en medio de mi corazón. Lo único que mi mente y mi cuerpo atinaron a hacer fue desmayarse.

-Para mí fue también un momento fuerte porque te desmayaste en mis brazos, y llegué a sentir que había una conexión entre nosotros.

-Y todavía sigue –afirmó para mi sorpresa- por lo menos hace rato que no te odio y aquí estamos, en mi casa, conversando como dos viejos amigos, bebiendo café y comiendo panes de queso, dijo sonriendo.

La miré complacido y también con una sonrisa, como si estuviera dándole la bienvenida a mi vida y a nuestra causa, maravillado por esa naturalidad, tan brasileña, para decir las cosas que atañen profundamente a los sentimientos como si se tratara de lo más normal del mundo.

-Yo vine a proponerte algo que puede ayudarnos a encontrar soluciones al enigma de la muerte de Norman ¿Estas dispuesta a escuchar estas ideas?

-Antes no hubiera podido, pero ahora siento que debo colaborar con ustedes. Yo también quiero saber por qué lo mataron y quién lo asesinó.

-¿Aunque tengas que trabajar conmigo?, bromeé.

- Mesmo que eu tenha que trabalhar com você…y siempre que vengas a mi casa y me traigas panes de queso, dijo riendo.

Asentí contento, feliz porque el Universo empezaba a alinear los astros y Lady Sax, la Dama Desnuda, la leyenda de la noche de Nueva Jersey, colaboraba ahora con nosotros mientras, sin prisa pero sin pausa, entraba en mi corazón.

-Te propongo que durmamos juntos, dije, esbozando una media sonrisa.

-¿Você esta falando sério? ¡Acho que você está indo rápido demais!, exclamó reprimiendo su risa.

-No es lo que pensás, creo que tu capacidad para recordar palabras que escuchas mientras estás durmiendo puede ser una inagotable biblioteca de pistas sobre todo este asunto, como lo fue la palabra que te escuché murmurar desmayada…

-¿Carmel? ¿Descubrieron qué era?

-Era el nombre en clave de un asesino profesional, tal vez, mientras dormías escuchaste a Norman pronunciarla en una comunicación telefónica.

-No me acuerdo.

-Bueno, lo que te propongo hacer es traer un especialista y monitorear tu sueño para ver si podemos encontrar alguna otra palabra archivada en tu milagrosa memoria. Vendríamos algunas noches a ver qué pescamos.

Lucy se quedó pensando un momento y enseguida respondió afirmativamente.

-Tal vez resulta divertido, afirmó.

-No temas, yo estaré presente en cada estudio y no serán muchos ya que ahora tu memoria está alimentada por todo este tiempo que pasó desde la muerte de Norman, pero quizás tengamos suerte y alguna palabra clave quedó en el tintero, expliqué.

Lucy se relajó, ella disfrutaba del desayuno, lo mismo que yo, y al mismo tiempo disfrutábamos de estar juntos armando proyectos en común.

Era temprano todavía y los dos habíamos dormido poco, ya sea porque ella tuvo una mala noche o como yo, que traía sobre mis espaldas el viaje desde Manhattan al Yonkers.

Nos miramos y adivinamos lo que queríamos y necesitábamos. Tan natural como lo más natural que tiene la vida me preguntó clavando sus ojos en los míos:

-¿Vamos a dormir?

-Vamos, respondí.

En el silencio, mientras ella se iba desatando lentamente su bata, caminando hacia su lecho y apagando una a una las luces tras su paso, uno podía escuchar claramente al Universo construir la historia.

 

Johnny busca a una niña

 

Deambulando sin destino, como un animal perdido, Johnny Ray merodeaba desde hacía rato el edificio donde supo vivir Norman Blake hasta que lo asesinaron.

No pensaba entrar. No quería pasar otra temporada en el calabozo del precinto 22 acusado de violar un domicilio, por lo que se limitaba a explorar el vecindario a la espera de que alguna idea se le apareciera e iluminara su turbada mente.

Era su forma peculiar de investigar, en este caso, de buscar el paradero de una madre y una hija, de las cuales, su aparente amigo de la infancia, le había hablado en un momento de debilidad y equivocada confianza.

Se trataba de María y su hija Esperanza, a quienes Norman había alojado en un departamento del mismo piso que el suyo, solo que en el edificio de atrás.

Dos mujeres que, a la mañana siguiente a la muerte del pianista, se hicieron humo sin que nadie supiera su paradero.

Después de Norman Blake y Rosalyn Hayes, por entonces su mejor amiga, Johnny Ray era el único que conocía el plan del Fantasma para disponer de sus comprometedores documentos, fruto de una larga investigación de la cual, solo Johnny, estaba enterado.

Es más, él era el único que sabia el asunto de la investigación que Norman estaba desarrollando desde hacia años y que involucraba y comprometía a gente muy poderosa de la ciudad de Nueva York.

Pero también sabía cuál era el plan de Norman en caso de que le ocurriera algo grave.

Johnny Ray, el Arcángel Miguel según su nombre de guerra en la secta del “Amo” de Staten Island, sabía que Esmeralda tenia consigo los papeles y documentos que el Fantasma había recopilado en esos años.

Norman había compartido estos secretos con Johnny, convencido de que el trompetista había sido ese mejor amigo de su infancia en Astoria, con el cual había compartido sus juegos infantiles y las clases de catecismo en la iglesia católica del barrio, a cargo de un joven padre Mulligan, el sacerdote que años después, pronunciara esa sentida elegía en el funeral de Norman al que asistimos con el “gordo”Sam.

Johnny navegaba en sus cavilaciones cuando vio a una mujer salir del edificio. Una mujer que le resultó conocida: se trataba de la conserje del inmueble que, para su suerte, no había estado presente cuando él fue detenido por la policía en su intento por entrar al departamento de Norman.

Cruzó la calle y la interceptó con su reptiliana simpatía. Al principio, la mujer no lo reconoció, pero a poco de hablar supo de quién se trataba y como el sujeto derrochaba amabilidad no opuso reparos en charlar con él.

Johnny fue al grano. Le preguntó si conocía a la madre y la hija que Norman había rescatado de la calle, y la mujer respondió afirmativamente mencionando que las conocía porque ellas al principio vivieron un tiempo con Norman.

Johnny recurrió entonces a una mentira para obtener mas datos: le dijo a la conserje que él era un primo de la madre de la niña el cual estaba buscando a sus parientes. Y la incauta mujer le creyó.

La conserje mencionó que Norman les había conseguido un departamento en el edificio que estaba justo detrás del complejo donde vivía el pianista, así como un trabajo a la madre, y la escuela para Esperanza, además de las lecciones de piano.

Ante la pregunta de Johnny sobre dónde estaba el lugar de trabajo de la madre, la mujer dijo que solo sabía que era en un depósito de mercaderías y que su tarea consistía en empacar envíos por correo de esos productos, según le comentó la propia mujer.

Johnny insistió con la localización del depósito, pero la mujer no pudo responderle, aunque mencionó que la madre de Esperanza decía que su trabajo se encontraba “a unos quince minutos” de allí.

Con esta información, Johnny se puso a trabajar en la localización del depósito. Consiguió un mapa de Nueva York y con un compás pinchó en el lugar del edificio donde vivían madre e hija. A continuación trazó un circulo cuyo radio se aproximaba a unos quince minutos de viaje en autobús desde el punto de origen.

Para su sorpresa, el circulo solo interceptaba un grupo reducido de edificios que parecían depósitos industriales en un área periférica de Manhattan.

Tomando el mapa salió a la calle y llamó a un taxi que pasaba por ahí en ese momento. En su mente se perfilaban dos visiones que lo impulsaban a ir por todo sin misericordia: el rostro de la pequeña Esperanza con los “papeles de Norman” en su poder y el reconocimiento con el que el “Amo” iba a honrar el excelente trabajo de su subalterno.

Algo quedaba claro: Johnny no iba a tener piedad en cumplir su misión de recuperar los documentos y obtener el beneplácito del “Amo”.

Aunque eso implicara la muerte de la niña.

(Continuará)

 

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD