En Almirante Sur, una pequeña comunidad costera de Vega Baja, Puerto Rico, nació Benito Antonio Martínez Ocasio, el 10 de marzo de 1994. Hijo de una maestra fervientemente católica y un camionero, creció entre ritmos de salsa, merengue y boleros que se escuchaban en casa. Y, a escondidas, disfrutaba los temas de reggaetón de Daddy Yankee y Vico C.
Su madre lo llevaba a cantar en el coro de la iglesia, pero Benito tenía otras inquietudes. A los 13 años ya grababa sus propias canciones con un micrófono viejo, una compu prestada y, claro, más intuición que técnica.
Así, de a pequeños pasos, y mientras estudiaba Comunicación Audiovisual y trabajaba como repositor en un supermercado, se animó a empezar a subir sus canciones a SoundCloud, una plataforma gratuita de audio, una comunidad para creadores de contenido, que permite a artistas independientes distribuir su trabajo y conectarse con otros usuarios. Allí se hacía llamar Bad Bunny, un apodo que se le ocurrió por una vieja foto suya disfrazado de conejo en un acto de jardín de infantes, con gesto de fastidio.
En 2016, un productor lo escuchó por la plataforma y lo invitó a formar parte del sello independiente Hear This Music. Así nació “Diles”, su primer tema profesional, donde compartió escena con Arcángel, Ñengo Flow y Ozuna. Lo demás fue un efecto dominó. El Conejo Malo rompió récords, esquemas y barreras idiomáticas.
El camino a ídolo global
Durante los primeros años, Bad Bunny fue consolidándose dentro del trap latino, un subgénero que en ese momento era visto como callejero. Pero él lo transformó en algo que muchos querían copiar. Con "Soy Peor" (2017) dejó claro que había un nuevo sonido. Mientras otros artistas dependían de productores, de gran protagonismo en los últimos tiempos, él creaba personajes, mundos, climas, estéticas completas.
Su gran salto internacional vino de la mano de "I Like It", junto a Cardi B y J Balvin. Éxito total traducido en millones de reproducciones y la puerta de entrada a los Grammy, a los festivales y a los oídos angloparlantes.
Pero Benito no quiso adaptarse al mercado. Obligó al mercado a adaptarse a él. En un contexto donde le llovieron ofertas (y millones de dólares) para grabar completamente en inglés, él eligió seguir cantando en español, con jergas puertorriqueñas, marcando mucho la L y sin filtros ni traducciones.
Cifras que rompen el algoritmo
En 2020, Bad Bunny se pone prolífico. Lanza "YHLQMDLG" (Yo Hago Lo Que Me Da La Gana), y el título ya marcaba su manifiesto. El disco debutó en el puesto número 2 del ranking Billboard, lo más alto alcanzado hasta entonces por un álbum enteramente en español. En plena pandemia, cuando el mundo se detuvo, él no bajó el ritmo. En mayo de ese mismo año publicó "Las Que No Iban A Salir", y en diciembre (si, todo el mismo año) sorprendió con el disco más introspectivo de su carrera: "El Último Tour del Mundo", el primero completamente en español en alcanzar el número 1 en el Billboard, desbancando su propio record.
La crítica ya no lo encasillaba solo como reguetonero. Se hablaba de rock, bolero, electrónica, todo conviviendo con el perreo clásico. El New York Times lo llamó “el futuro de la música global”. Rolling Stone lo puso en la tapa sin traducir su entrevista. Su voz grave ya conquistaba todas las lenguas y culturas de las más exóticas.
A partir de ahí, no paró de romper récords musicales y lógicas de la industria. En 2022 fue el artista más escuchado del mundo en Spotify por tercer año consecutivo, superando los 18.5 mil millones de reproducciones ese año. Ningún artista lo había logrado antes. Su álbum "Un Verano Sin Ti", lanzado en mayo de ese año, no solo fue el más reproducido globalmente, sino que se mantuvo en el número 1 del durante 13 semanas.
Su gira "World’s Hottest Tour" generó más de 230 millones de dólares en ventas de entradas, ubicándolo entre las giras más exitosas de todos los tiempos. En América Latina, agotó en minutos estadios como el Estadio Azteca en México, el Estadio Nacional de Chile y el Estadio Vélez en Argentina. En Europa, su paso por Madrid y Barcelona fue tan explosivo que se agregaron fechas de emergencia.
Más que música: un ícono cultural
Su presencia en la cultura también se diversificó: fue luchador en la WWE, protagonista de comerciales del Super Bowl, actor en la película “Bullet Train” con Brad Pitt, e incluso apareció en portadas de revistas como Vogue, Harper’s Bazaar y GQ y salió con la megainfluencer Kendall Jenner.
Pero se venía lo mejor. Con la vara altísima no se copió a sí mismo, no siguió la fórmula de su éxito. En 2023 sorprende con "Nadie Sabe Lo Que Va a Pasar Mañana", un regreso al trap más crudo, introspectivo y personal. El disco fue un éxito instantáneo, consolidando su capacidad de reinventarse sin pedir permiso.
En apenas unas horas, rompió el récord de mayor número de reproducciones diarias en la historia de Spotify.
El disco que lo trae a la Argentina
En 2025, lanzó su sexto trabajo de estudio, “Debí tirar más fotos”, donde maneja un volumen de reproducciones de 85 millones de escuchas diarias. Una verdadera locura. Se trata de su álbum más Tico (más puertorriqueño) con muchísima salsa, ritmos clásicos de su país y letras mucho más politizadas y sociales. El mismo que lo va a traer la Argentina en 2026, que va a permitir verlo en vivo en River Plate, con entradas totalmente agotadas pese a los escalofriantes valores (desde 150 a 300 mil pesos): será el 13, 14 y 15 de febrero del año que viene.
¿Por qué un cantante de apenas 31 años ha llevado ritmos tan marcadamente centroamericanos a lugares tan disimiles como Australia, Bélgica, Francia, Alemania, Suecia y Japón y agotando en cada uno enormes estadios? ¿Por qué nadie quiere perderse sus shows? Quizás Bad Bunny sea un símbolo de una generación que mezcla géneros, causas, lenguas y contradicciones sin miedo. Y quizás cuando hacés lo que te da la gana, a veces el mundo entero canta al unísono.