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Viernes 25 de Abril, Neuquén, Argentina
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Encuéntrame en tus sueños (18va parte . Café con biscottis y un final a toda orquesta)

Se revela un hecho importante, en el precinto donde trabaja el teniente Valdez.
Domingo, 13 de abril de 2025 a las 17:17

En la oficina del teniente Valdez.

Rosalyn revolvió despaciosamente su café y tomo un biscotti de un pequeño plato, que llegó hasta ahí por gentileza del anfitrión. Yo alcancé a pedirle un vaso de agua al sargento Collins, quien me respondió con acento de fastidiado empleado municipal:

-Se rompió la máquina, pero si tiene mucha sed puede usar la canilla del baño de caballeros.

-No, gracias, puedo soportarlo. No quiero arriesgarme a contraer disentería.

Valdez se quedó pensativo tras la afirmación de Rose en el sentido de que alguien parecía estar buscándola. Después de unos minutos ensimismado, el detective arrancó con las preguntas.

-Señora, ¿Qué le hace suponer que alguien la está buscando?

-No tengo idea, solo lo que me está pasando.

-¿Quiere compartirlo con nosotros por favor?.

-Por supuesto. En las últimas semanas, casi todos los días, suena mi teléfono.

-Bien, y usted hace lo que hace cualquier persona normal hace: va y atiende.

-Si, pero nadie contesta, nadie habla, solo hay silencio.

Collins miró a Valdez con una expresión de “bromas telefónicas, un clásico de Nueva York”. Pero el detective pareció no estar de acuerdo con su subalterno. Se tomó unos minutos y preguntó:

-¿A qué hora ocurre esa llamada?

-A las 8 pm.

-¿Siempre a esa misma hora?

-Puntual como un reloj suizo.

-¿Llama todos los días, sin excepción?

-Solo los días laborales, y algunos días, nunca los fines de semana.

-¿Ha logrado escuchar algún sonido de quien está llamando, como su respiración, o algún jadeo, algún ruido de fondo?

-Al principio, una sola vez, escuché una especie de respiración, pero no sonaba como un adulto sino como si fuera más joven. Pero después cesó.

-Puede ser que las primeras semanas estuviera nervioso y luego se sintió más seguro. Lo que no sabemos es el porqué de esta comunicación.

Valdez buscó a Collins, lo llamó y este vino al galope.

-¿Cómo se llama el técnico que tenemos que intercepta teléfonos y chequea líneas inseguras?

-¿Abercombie, dice usted? ¿el viejo retirado del FBI?

-¡Ese mismo! llámalo!

Yo no pude dejar de interrumpir:

-¡Teniente, ese hombre es precisamente quien nos chequea las líneas a Sam y a mí, justamente estamos por intervenir la línea de la señora Hayes para su seguridad! dije, señalándole a Rosalyn.

-Mejor, así nos libera un poco del peso de nuestro trabajo. Y volviéndose a Rose le recomendó:

-Mire, madame, si fuera alguien que quiere saber cuándo usted está en su casa, con un par de llamadas hechas en distintas horas hubiera bastado para dar con su persona, incluso la hubieran llamado desde la cabina telefónica que está en la acera de enfrente. ¿Usted ha visto a alguien sospechoso hablando por el teléfono publico de su calle tras el llamado?

-No, no vi a nadie, es una cuadra no muy concurrida.

-Esto quiere decir que no está en su zona. Usted dice que una vez logró escuchar algo parecido a una respiración y que ese sonido no le pareció provenir de un adulto sino de alguien más joven. ¿Correcto?

-Correcto.

-Diariamente, Rose, tenemos centenares de quejas de personas que son molestadas por niños bromistas, todos nosotros hemos hecho ese tipo de bromas por teléfono cuando éramos niños, pero aquí hay algunas diferencias.

-¿Cuáles diferencias teniente? Pregunté.

-En la broma telefónica infantil clásica, el perpetrador está siempre acompañado por cierta cantidad de cómplices, que conforman su auditorio. Eligen un numero al azar y se hace la broma y luego cambian a otro número y así sigue la fiesta. No suelen quedarse en un mismo número telefónico. También están los que eligen como blancos a sus compañeritas de curso, para hacer bromas subidas de tono, o a otros chicos a los que le hacen algún tipo de acoso. Pero éste que tenemos aquí no parece seguir esos patrones. Me inclino por pensar que podría tratarse de un niño o una niña que intenta comunicarse con usted, Rosalyn, y la vergüenza o los nervios le impiden hablar. Usted tiene que establecer contacto con ese pequeño o pequeña para saber qué es lo que quiere, porque si de algo estoy seguro es que quien llama puede querer conectarse con usted.

Y dirigiéndose a mí ordenó:

-Y usted apúrelo a Abercombie para que intercepte el teléfono de la señora cuanto antes y podamos localizar el origen de la llamada, algo me dice que no es de Nueva York. Pero eso no nos importa ya, en una semana no tendremos más problemas con la jurisdicción.

-¿Por qué dice eso teniente…piensa mudarse de ciudad o jubilarse?

-Mucho peor, dijo Valdez acercándome una carta oficial que, al parecer, acababa de recibir.

Lo primero que leí fue el membrete: “Servicio de Alguaciles de los Estados Unidos”. Dirigido al teniente John Valdez.

-Es lo que conoce como “oferta final” –me ilustró el detective- es el tercer paso para convertirse en marshal de los Estados Unidos. Si el solicitante completa con éxito todos los requisitos previos al empleo, recibirá una oferta final de trabajo y se le programará una capacitación.

-¡Quiere decir que pasará a ser un marshal!

-Y Collins me acompañará, añadió.

-¿Y dónde estarán?

-No lo sabemos todavía, los marshals tienen jurisdicción en todo el territorio de los Estados Unidos, veremos dónde iremos a parar.

-Es bueno saberlo por si lo necesitamos en Guam, afirmé jocundo.

Valdez soltó una risa y dirigiéndose a Rose le preguntó:

-¿Más café Señora…? ¿Un biscotti?

Rose agradeció el ofrecimiento y tomando la taza que le había pasado Collins aceptó el bocadillo con entusiasmo.

Yo no me puedo quejar, pensé, Collins me trajo un vaso de agua que bebí como el penitente que llega al oasis tras jornadas de vagar por el desierto. Acabé mi agua sin reparos ni remilgos y pedí más, sin condiciones, mejor no preguntar de dónde la sacó.

Mientras saboreaba su café y un paladeaba un biscotti, Valdez me preguntó:

-Me contó un pajarito que la otra noche anduvieron con Sam paseando por Nueva Jersey… ¿Pudieron hablar finalmente con Lady Sax…?

-Tuvimos un encuentro muy emotivo…ella no sabía que Norman había muerto y le dimos la infausta noticia.

-¿Y cómo lo tomó?

-La mala nueva la devastó, en un momento, entre tanto llanto, se desvaneció.

-Por mera curiosidad, para ustedes ¿pudo tener ella algo que ver con el crimen?

-No, ella no lo mató. Lo amaba de verdad. Más allá del aparente odio que decía tenerle, Norman era el amor de su vida. Nunca le haría daño.

-Interesante. Nosotros la descartamos como sospechosa casi de inmediato.

-¿Y cómo llegaron a esa conclusión?

- Somos personas muy pragmáticas. La noche en que Norman Blake fue asesinado, a la misma hora, Lady Sax estaba en pleno show en el Belle de Jour.

-¿Pero como pudieron saberlo si no hablaron con ella?

-Uno de nuestros oficiales estaba allí.

-¿La estaban vigilando?

-No, nuestro hombre estaba en su noche libre y había decidido salir a distraerse a Nueva Jersey. A veces llegamos a nuestras conclusiones a través de nuestra lógica implacable y otras veces los hechos nos ahorran el trabajo.

Me pareció oportuno mencionarle a Valdez lo que había ocurrido durante el desmayo de Lucy:

-Teniente, hay algo que debo decirle sobre Lady Sax o Lucy, como la conocemos nosotros.

-Adelante, estamos aquí para intercambiar información.

-Cuando Lucy perdió el conocimiento por el impacto que le produjo la noticia de la muerte de Norman, en un momento en su desmayo murmuró una palabra, una sola palabra aparentemente sin sentido. Cuando volvió en sí no recordaba haberla dicho ni sabía de qué se trataba.

-¿Cuál era esa palabra?, preguntó el detective.

-Carmel. Yo le insistí para que tratara de recordar el porqué del término, pero ella solo respondía “no sé qué significa, nunca la escuché” hasta que en un momento dentro del automóvil en el que la llevábamos a su casa, ante mi insistencia, pareció recordar algo.

-¿Qué le dijo?

-Medio dormida por el stress que había sufrido balbuceó como un autómata: “un lugar… el nombre de un lugar…su lugar”

Valdez tomó nota y se quedó pensando un instante y seguidamente afirmó:

-Vamos a buscar todas las referencias posibles a la palabra “Carmel”, creo que en Astoria hay un sitio con ese nombre, Astoria es el barrio donde Norman se crió, pero no debemos circunscribir la búsqueda a un solo territorio sino que habrá que jugar con esa palabra abarcando toda la geografía que comprende este crimen.

Valdez se sirvió otra taza de café, le ofreció a Rosalyn otra vuelta pero ella lo declinó con una sonrisa y entonces cambió el eje de nuestra charla radicalmente:

-¿Han tenido tiempo de hablar con Johnny Ray, el amigo de Norman?

-No, estamos pensando en visitarlo por estos días, respondí.

-¿Tienen alguna idea preestablecida sobre esta persona?

Rosalyn tomó la posta y respondió a la pregunta del detective:

-Yo no tengo una buena opinión. Tuve oportunidad de conocerlo una vez que vino de visita al departamento de Norman. Parecían conocerse de toda la vida, pero Johnny tuvo todo el tiempo una mala actitud hacia él, exasperantemente crítica, negativa y al mismo tiempo paternalista. Creo que no le cayó bien que yo estuviera ahí y que tuviera una relación afectuosa con su amigo. Se mostraba como el clásico celoso de la novia del amigo.

-Interesante conclusión, señora. ¿Y usted?, dijo dirigiéndose a mí.

-Nunca lo vi en mi vida.

-Bien, acompáñenme por favor, vamos a hacer una visita guiada por el precinto.

Dicho esto, Valdez se levantó y nos invitó a salir de la oficina. Previamente, habló algo con Collins, quien tomó el teléfono, y efectuó una llamada a alguna parte.

-¿A dónde vamos? Le pregunté curioso.

-A nuestra caja mágica, nuestra caja de Pandora, donde a veces aparece la prístina verdad y otras veces desaparece sepultada bajo toneladas de mentiras. Vamos a visitar nuestra sala de interrogatorios.

Caminamos por interminables pasillos hasta que en medio de la penumbra, divisamos la ventana que muestra el interior de la sala donde los detenidos son interrogados.

-El cristal del ventanal permite ver lo que ocurre dentro de la estancia, pero desde el interior funciona como un espejo corriente, explicó Valdez.

Al llegar al lugar la primera en mostrar su sorpresa fue Rosalyn, quien casi da un grito. Yo llegué unos segundos después y vi que dentro de la sala, sentado y esposado a una mesa, esperaba un hombre de mediana edad, que parecía estar rezando.

Como el animador en la pista de arena de un circo de provincia, Valdez anunció su ultima adquisición:

- ¡Damas y caballeros! Recientemente detenido cuando intentaba romper la cerradura del departamento de Norman Blake, es para mí un placer presentarles al señor…

¡Johnny Ray…!

(Continuará)

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