NIDO MADRE

¿Qué le pasa a una mamá el día que su niña le dice que es niño?

Muere de miedo, sí. Le explota la cabeza, sí. Pasa por loca, sí.Pero cuando la tristeza de ese hijo es desgarradora, esa mamá lo ayuda a volver a nacer.
sábado, 20 de octubre de 2018 · 09:10

Por María Marta Martínez 

Yamila (33) es mamá de dos: J. de 4 y G. de 5. Vive con su marido en Neuquén, los 2 son profesionales. Tiene a la familia cerca, una nutrida vida social, sus hijos van a la escuela del barrio. Yamila no es más especial que cualquier otra madre, hace lo que cualquier madre que ama haría.

¿Cuándo te diste cuenta de que algo estaba sucediendo con tu niño?

No registro un día en especial porque es algo que él transmite desde siempre. Sí registro situaciones muy puntuales que estallaron mi cabeza. G. era una nena enojada, con muchísima ira y frustración, conflictuada con todo, con la media que le estaba poniendo, con el pelo, con el juguete. Estaba en guerra. Antes de que hablara, lo expresaba con la elección de los juegos, la ropa, con sus preferencias y cuando aprendió a hablar lo pudo decir, y me decía, claramente: “mamá soy un varón”.

¿Cuándo supiste que lo que le pasaba a tu hijo no era algo que “se le va a pasar”?

Siempre supe que esto no era una etapa. Me hacía mucho ruido su actitud y su claridad en el mensaje: “mamá, yo soy un varón, papá y la abuela no se dan cuenta”. No entendía lo que pasaba pero cuando logré informarme pude vincular muchas cosas que sucedían con su condición de transgénero.

¿Cuándo tomaste la decisión de buscar acompañamiento?  

Me enteré que  existía la Dirección de Diversidad de Género. Mandé un whatsapp esperando que nadie me responda y a las 2 horas me contactó Daiana, una chica trans que es un ángel. Ella nos contactó con una psicóloga. Ahí sacamos un turno y en la primera sesión nos dijeron: “ustedes tienen un hijo transgénero”.

Foto: Los hermanos listos para ir al colegio. Según la Asociación Americana de Psicología (APA) el término transgénero define a aquellas personas que no se sienten cómodas con la identidad de género biológica que tienen por nacimiento.

¿Cómo fue tu proceso interno para poder empezar a entender la situación?

Fue muy difícil. Si bien hoy tengo mucha más claridad, al principio me sentía muy sola porque no tenía el apoyo de mi marido. En ese momento, él no podía verlo y no tiene que ver con el amor sino con que no podía. Me sentía atrapada, pensaba que si avanzaba traicionaba a mi marido; si habilitaba o permitía fomentaba la situación. Pero si retrocedía, mi hijo sufría. Así estuve años.

¿Cuál fue tu motor para encarar lo que sucedía?

G. no podía más con la vida que tenía. Yo ya me había informado lo suficiente para definir la situación: tenía un hijo transgénero y no estaba haciendo nada. O me quedaba viendo como mi hijo moría de tristeza o activaba. Ir a la psicóloga, sacar el turno fue el momento donde dije: esto es para adelante, no hay opción.

¿Cómo fue ese día en que la psicóloga confirma todas tus percepciones?

Me desmoroné, porque es algo inesperado. En ese momento sentimos pánico porque uno sabe que su hijo va a sufrir (le explotan los ojos de lágrimas). Crees que no vas a poder acompañar a tu hijo en esto que es una transformación radical. Por momentos decís: “es mi hijo, que se cague el mundo, voy para delante”. Pero también te das cuenta de que el mundo es muy, muy cruel y que te gustaría que tu hijo tenga una vida en la que no tenga que reclamar derechos, que no lo lastimen.

¿Cuál fue el primer prejuicio que tuviste que derribar internamente?

Tuve más miedos que prejuicios. Yo le decía a la psicóloga: “pensé que estas cosas le pasaban a otro tipo de gente”. Y nos reíamos porque uno es muy prejuicioso hasta con uno mismo pero jamás pensé que me iba a tocar atravesar esta realidad.  

¿Cómo empezaste a hablar de este tema con G.?  

No hubo nada que hablar (ríe). Él tuvo garra, reclamó muchísimo vivir como se sentía. Luchó cuerpo a cuerpo con nosotros para que no lo vistamos de nena, jamás se resignó y tiene apenas 5 años.

Foto: Los dos hijos de Yamila. Todo el entorno familiar acompaña este renacer. 

¿Qué cambios hicieron en la dinámica familiar?

El pidió cambiar su nombre y de un día para el otro dejamos de referirnos a él como nena, algo que nos costó muchísimo. Hace más de un año que sólo usa ropa de varón y hace poco se cortó el pelo. Eso sí fue un quiebre. Fue maratónico, en un mes y medio yo tenía un hijo varón.

"G. hacía un año que me pedía cortarse el pelo. Cuando empezamos a llamarlo por el nombre que él había elegido, su papá le propuso cortarse el pelo. Sacamos un turno en la peluquería de toda la vida, primero fui yo y les expliqué lo que me estaba pasando, lloramos todos con los peluqueros (risas). Al otro día fuimos toda la familia y G. se cortó el pelo. Salió de ahí saltando, en casa inventaba canciones de su pelo cortito, saltaba para todos lados. Fue un quiebre porque cuando vi a mi hijo así me dije: lo logré. Él estaba cada vez más feliz”.  

¿Cómo te acompañó el Jardín?

Cuando G. comenzó a ir a la psicóloga y cuando su papá aceptó la situación, empezó a hacer cambios grandes en el jardín como pedir que le cambien el nombre o decirle a la seño que era un varón. Entonces me llamaron del Jardín y les expliqué lo que estábamos viviendo en casa. Jamás pensé que me iban a ayudar tanto como lo hicieron, la escuela jamás nos abandonó. Y me he encontrado con padres que evidentemente han criado a sus hijos en el amor más allá de las diferencias porque han abrazado al mío de una manera hermosa.

Algunos especialistas afirman que hay que transitar un duelo para dejar atrás la idea de un hijo varón y adoptar a una niña o al revés. ¿Lo vivís así?  

Es doloroso porque como madre uno pone expectativas en ese hijo y más si, como yo al menos lo creía, tenemos el mismo género. Él era una mini yo, era idéntico a mí. Y bueno, ya no es más idéntico a mí y eso genera un duelo por la niña que uno ya no tiene. Porque no es sólo el cambio de ropa o nombre, en realidad es otra persona, que tiene incluso hasta otras preferencias. No se ríe de la misma manera, nos se comporta de la misma manera. La nena no existe más y está bien, porque la nena que tenía estaba triste.

Foto: El tatuaje de Yamila dice "Amar en libertad", y se lo hizo por su hijo.

¿Cuál fue el primer desafío que pudiste superar para transitar este renacer? ¿Qué sentiste que habías superado?

El padre. El era mi mayor desafío. Tengo la certeza de que es un padre que ama pero que no podía ver. Pero hoy me siento orgullosa de que tuve la paciencia y la perseverancia necesaria para esperar que él haga un cambio, pero un cambio genuino. Hoy me llena de orgullo porque se superó a sí mismo.

Es un renacer. Yo como mamá, siento que es una misión cumplida. Mirar para atrás y ver a esta nena triste que me reclamaba y ver ahora a este nene con su pelo corto, yendo a fútbol dos veces por semana, es respirar de alivio. Tal vez tenga otras misiones por cumplir a lo largo de la vida con mis dos hijos, pero con G. es una misión cumplida.

¿Cómo es la infancia trans en Neuquén?

La infancia trans en Neuquén, lo que veo como mamá, es que es una infancia respetada y protegida, o al menos intenta que así sea. He descubierto un mundo de gente que escucha a sus hijos. Nos sólo luchan por los derechos de sus hijos, sino que también visibilizan esta situación.

Foto: G. y su hermana son muy unidos.  

“Cuando hay una infancia trans los que tienen que salir de closet son los padres”, ¿qué opinas de esta frase?

Muy de acuerdo. Somos los padres los que tenemos que vencer prejuicios. Los niños no tienen “closet”, son lo que son desde el primer suspiro. La psicóloga en la primera sesión me preguntó: Yamilia ¿cuándo decidiste ser una mujer? Y entendí que esto es respetar un sentir, no una elección.

¿Qué dirías a otras mamás que están atravesando la misma situación que vos?

Que tienen que ser valientes. No dudo del amor. Si comenzaron a transitar esto es porque aman a sus hijos, si se sentaron en una PC y googlearon “por qué mi hijo se quiere vestir de nena” o al revés, es porque aman a sus hijos. Pero eso no alcanza, hay que ser valientes, como los niños.

¿Qué dirías a otras mamás que educan a niños con los que convive tu hijo?

(Abre los ojos enormes) Les diría que cada niño es una oportunidad para cambiar el mundo. Yo no puedo cambiar a esos adultos, pero tal vez esos adultos pueden educar a sus niños en el amor y les diría que aprovechen la gran oportunidad que tienen de hacer del mundo algo más bello.

¿Cómo podemos ayudar a los niños transgénero?

Reaccionando ante la vulneración de derechos, pero de todos los niños no sólo de los trans. Que nos haga ruido, que nos moleste, que no seamos pasivos ante el bullying o la discriminación o ante la simple falta de respeto.  

¿Qué te gustaría que vea tu hijo, cuando tenga 18 años, y mire todo lo que hizo su mamá por él?

Este era un tema que G. sólo hablaba conmigo y yo siempre le decía (se emociona): “mamá te promete que vos vas a ser un varón y la gente te va a ver como yo te veo y como vos te ves, tené paciencia”. Quiero que él me vea como una mamá que le hizo una promesa y cumplió, que sepa que nunca lo dejé solo. Nada más.  

Yamila transita el renacer más impensado de su vida con la ternura de quien puede amar de la forma más desinteresada y brutal: una mamá.

Foto: G y Dani, su papá. 

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Es LEY

La Ley Nacional 26.743 que establece el derecho a la identidad de género de las personas. Esa Ley nos obliga a todos a tener un trato digno, prevé el cambio de nombre en el DNI y obliga a los establecimientos educativos a llamar a los niños por el nombre auto percibido y prevé la cobertura de salud para quienes quieren hacer una transformación física.

 

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