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Jueves 04 de Diciembre, Neuquén, Argentina
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Del bolillero artesanal al show global: las historias secretas detrás de los sorteos mundialistas

De la simpleza de 1930 a los formatos digitales de hoy, los sorteos de la Copa del Mundo siempre estuvieron atravesados por política, presiones, bloopers y decisiones que marcaron la historia del torneo.

Jueves, 04 de diciembre de 2025 a las 11:20
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La bolilla trabada que quedó en la historia: el sorteo de España ’82 sufrió un blooper en vivo que obligó a repetir parte del procedimiento.

Los sorteos de los Mundiales nunca fueron un trámite menor. Con el correr de los años pasaron de ser un acto casi doméstico, improvisado, a convertirse en un espectáculo global seguido por millones. Detrás de cada ceremonia hubo intereses, tensiones, maniobras discretas y episodios que todavía hoy se cuentan como parte de la mitología del fútbol. Mañana, con el nuevo formato ampliado, el torneo volverá a poner en escena ese ritual que abre el camino hacia la Copa.

El origen está en Montevideo, 1930, cuando la FIFA resolvió todo en un salón y a las apuradas. Trece selecciones, bolillas de madera, papeles escritos a mano y una organización que parecía más una reunión vecinal que el inicio del torneo más importante del planeta. De aquel bolillero salió el grupo de Argentina, que terminó compartiendo zona con Francia, Chile y México. Era otro fútbol, en pañales, sin reglas de distribución ni criterios deportivos. Pura intuición y urgencia.

Con Italia 1934 llegó la primera señal de orden. Había eliminatorias, la FIFA buscó darle forma a la ceremonia y, aunque todavía no existían los bombos, el Gobierno de Mussolini se encargó de evitar que la Azzurra arrancara con un rival incómodo. Cuatro años más tarde, en París 1938, el sorteo quedó grabado por una imagen insólita: un niño de seis años,nieto del presidente de la FIFA, sacando las bolillas como símbolo de inocencia para un torneo que ya comenzaba a mostrar todo menos ingenuidad.

Tras la guerra, Brasil 1950 marcó un cambio: por primera vez se aplicaron criterios geográficos estrictos. El fútbol crecía, se expandía y el sorteo empezaba a representar esa diversidad. Con el paso de las décadas se sumaron controles, rankings, confederaciones, cabezas de serie y un método cada vez más preciso, aunque lejos de ser infalible.

Inglaterra 1966 aportó una de las anécdotas más curiosas: Pickles, el perro que encontró el trofeo Jules Rimet robado meses antes, se robó todos los flashes del evento. En 1974 Alemania mostró el primer sorteo televisado globalmente, el puntapié de una era en la que la FIFA entendió que ese momento también podía transformarse en un show. Cuatro años después, en Argentina 1978, la ceremonia quedó bajo la lupa internacional: la dictadura intervino la estructura para asegurar que la Selección jugara el partido inaugural en el Monumental y evitara viajes largos. La polémica viajó por todo el mundo.

España 1982 dejó el primer blooper monumental: una bolilla defectuosa trabó el mecanismo en vivo, obligó a repetir parte del sorteo y expuso las costuras del sistema. Fue, literalmente, un papelón global. En Italia 1990 se consolidó la lógica moderna: luces, escenografía, figuras televisivas y un guion que convertía la ceremonia en una producción más cercana al entretenimiento que al fútbol.

La gran revolución llegó en Francia 1998, con el primer sorteo en un estadio y una audiencia mundial gigantesca. Años más tarde, Michel Platini admitiría que la estructura del cuadro estaba pensada para facilitar una final Francia-Brasil, algo que alimentó sospechas ya instaladas en aquel momento. Alemania 2006 elevó la vara del espectáculo, Brasil 2014 incorporó tecnología en vivo y Rusia 2018 rompió un paradigma al ordenar todos los bombos únicamente por ranking FIFA.

Ahora, el fútbol se prepara para otro salto. Este viernes, el sorteo presentará un tablero renovado, con más equipos, nuevos criterios técnicos y un formato que obliga a reorganizar toda la arquitectura del torneo. Más selecciones, más partidos, más caminos posibles y un desafío mayor para quienes arman el rompecabezas que definirá la ruta hacia la próxima Copa del Mundo.

Lo que no cambia es la esencia: cada sorteo es un momento bisagra. Un instante en el que la suerte, la política, la historia y el azar se mezclan para escribir los primeros renglones del Mundial. Y como siempre, el mundo del fútbol estará atento al bolillero, esperando que de ahí salga algo más que un simple fixture: el comienzo de una nueva ilusión.

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