Los gremios estatales cabalgaron los últimos años sobre la demanda generada a partir del boom petrolero; a partir de la inequidad salarial los dirigentes estatales justificaron sus reclamos salariales y también su cuota de poder en la administración del estado en las empresas estatales, en la decisiones de la administración y por supuesto que eso ha incrementado su cuota de poder. Pero es notorio que se han convertido en socios de las ganancias y no de las perdidas, siempre hablando en términos políticos. En esta circunstancia su incoherencia ha quedado al desnudo y es el momento de que se le reclame le responsabilidad que les corresponde.
En el terreno de la política también parece que los cruces y las jugadas a contra pierna están a la orden del día basta con mirar las alianzas y los alineamientos sorprenden a más de uno, sin embargo si nos remitimos a lo que ha ocurrido en los últimos años en la provincia queda claro que hay una dirigencia que tiene una lógica de funcionamiento muy distinta a lo que indica la racionalidad. Y esa conducta es la que distancia a los ciudadanos de sus representantes, no existe la fidelidad partidaria de la época del sistema de partidos y sí existe en cambio la fidelidad al clientelismo y a la conveniencia política, una especie de tanto me das tanto te acompaño. El cruce de lealtades en las distintas categorías de las elecciones es una muestra de esta conducta. El voto local no es el mismo que el voto provincial ni mucho menos en la decisión presidencial. No hay una conducta lineal ni partidaria ni ideológica, la decisión del voto responde otros intereses, en algunos casos indeterminados y en otros perfectamente medidos.
Los casos testigos de Plottier, Plaza Huincul con las mesas complementarias y la elección en la Capital son una muestra de cómo funciona la transversalidad fáctica de la política neuquina, fáctica porque se impone como un hecho sin justificación ideológica que la sustente, es así porque sí. Porque lo deciden quienes dirigen o están a la cabeza de las organizaciones partidarias o políticas. No hay rendición de cuentas ni fundamentos más allá de estar adentro para manejar estructura o cajas para financiar la política. Así es como se va marchitando la actividad política y como se reproducen las malas prácticas. Es el ejemplo que baja y que prospera entre las nuevas generaciones que dejaron de ser la cantera de cambio y se han convertido en brigadas de reproducción de poder con la fácil consigna de respetar ordenes, ya no existe el ideal de ser la juventud maravillosa o los agentes de cambio; hoy parece que la razón de ser de la militancia es estar adentro en la nomenclatura y esperar el momento de ser el heredero de la estructura. Un modelo que ya demostró su ineficiencia y su inviabilidad, un camino que no conduce a ningún lugar.
Son tiempos de pararse frente a la corriente y plantar banderas de coherencia, compromiso y lealtad con la ciudadanía dejando la comodidad de esperar que la burocracia los ascienda a los poltrones de la burocracia. A lo mejor sea el momento de aplicar conductas anticiclicas en política con la esperanza de que llegue el tiempo donde se premien las ideas, la coherencia y las conductas que responden al interés general. Ese día la política volverá a ocupar el rol que ha ido perdiendo en las últimas décadas.
M.E.G.