POLÉMICA DECISIÓN POLÍTICA
El Estado neuquino pone en riesgo a empresas privadas
El gobierno dispuso frenar el pago de centenares de contratos con empresas, para afrontar su propio compromiso salarial.Allá por sus comienzos, a mediados del siglo pasado, el peronismo acuñó, de la mano de Eva Perón, aquella frase que distinguió una parte importante de su política social: “Los únicos privilegiados son los niños”. Vaya a saber por qué, más de 70 años después, ese concepto devino en otro, que no se dice, pero se aplica: “el único privilegiado es el Estado”.
En Neuquén, con su variante peronista en el gobierno desde hace 58 años, se aplica ahora con fuerza ese privilegio. Para que los estatales cobren aguinaldo en un solo pago y salario completo en término, el gobierno ha dispuesto frenar los pagos de sus contratos con privados, los conocidos -y muchas veces menospreciados- como “proveedores”.
Así, se logra una situación impresionantemente paradójica: el Estado, el mismo que ha dicho de su compromiso para respaldar la economía privada, castigada por la pandemia y las restricciones que se impusieron con argumentos sanitarios, de pronto, a dos meses de la campaña política electoral, cajonea pagos que son tan obligatorios -o deberían serlo- como el pago de los salarios de sus empleados.
Para pagarle a sus empleados, que en absoluta mayoría no han trabajado presencialmente (y en miles de casos, tampoco virtualmente), la administración del Estado que ejerce el gobierno de Omar Gutiérrez, ha puesto en peligro otros pagos, el de salarios a miles de trabajadores del sector privado que sí han trabajado, en muchos casos, para permitir que los estatales se quedaran en sus casas durante buena parte de la pandemia.
El Estado, una vez más, se autosatisface con la plata de todos. Les paga, indirectamente, a sus aliados más firmes, los burócratas sindicales. Confía en que todas las empresas que tienen contrato, por proveer algún servicio o directamente trabajar en cosas que el Estado se ha desentendido, cumplirán con el “sacrificio” impuesto. Hay un desprecio aquí escondido, subyacente. Y una gran equivocación acerca de cómo funciona una sociedad civilizada, en la que los contratos se cumplen, se honran, como gustan decir los políticos, de la boca para afuera la mayoría de las veces.