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Sábado 26 de Abril, Neuquén, Argentina
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Un flagelo que combina delitos narcos con falsas creencias

Muchos delincuentes narcos han tomado como practica el culto de Umbanda y a San La Muerte, realizando ritos buscando la protección contra enemigos.

Sabado, 26 de abril de 2025 a las 09:33

La guerra contra el narcotráfico es un conflicto complejo de largo plazo y con múltiples dimensiones, social, política, económica y militar. Diez allanamientos en Centenario con 6 demorados y más de un kilo de cocaína y secuestro de vehículos. Pero no apareció ninguna de las armas que utilizaron la semana anterior para poner en vilo a los vecinos del Casco Viejo y de los barrios Eluney, Trahun Hue y Vista Hermosa.

Producto de los hechos reiterados en el barrio Vista Hermosa de Centenario, donde bandas de delincuentes dirimen sus diferencias y se disputan el territorio para sus actividades narco de manera violenta utilizando armas de fuego, ocasionaron el temor de muchos vecinos donde además autoridades de salud decidieron el cierre del centro como en otros años reiterando sus intenciones de trasladarlo a otro sector alejado del populoso barrio.

Estos hechos motivaron varios allanamientos en distintos sectores de la localidad de Centenario, donde llamativamente se encontró una “cueva umbanda”. No es la primera vez que se encuentran estos lugares que rinden culto y también a San La Muerte. Hasta se sabe de ciertos personajes narcos que profesan estos ritos.

En Centenario, la devoción a San La Muerte y la Umbanda se pueden encontrar, siendo ambas prácticas religiosas con seguidores y manifestaciones en la región. San La Muerte un culto popular no reconocido por la Iglesia Católica, se caracteriza por su devoción a la muerte y la creencia en su poder protector y castigador. La Umbanda, una religión sincretista de origen brasileño, incorpora elementos del catolicismo, espiritismo y religiones africanas, con un culto a espíritus y entidades que pueden interceder por los devotos. 

San La Muerte es un santo popular venerado en la región del cono sur, cuyo origen podemos observar en el noroeste argentino y se ha expandido a otras provincias y regiones, incluyendo Paraguay. A diferencia de otros santos populares, personajes reales reconocidos por la religión católica por ser un ejemplo de vida, San La Muerte no se basa en ninguna persona sino que representa a la misma muerte.

Muchos delincuentes narcos han tomado como practica el culto de Umbanda y a San La Muerte realizando ritos buscando la protección contra enemigos. 

En este caso, la Iglesia Católica rechaza expresamente su culto. Es una figura iconográfica y sus imágenes, talladas generalmente en madera o hueso, sirven de amuleto. La representación más común es un esqueleto humano que porta una guadaña, con las manos apoyadas en el mentón o en la nuca. Según sus devotos, San La Muerte es el protector de las personas socialmente excluidas y oprimidas, motivo por el cual los delincuentes que se perciben como tales lo han adoptado como patrono.

Muchos delincuentes narcos han tomado como practica el culto de Umbanda y a San La Muerte realizando ritos buscando la protección contra enemigos. Es sabido que, tanto en Centenario como en Cinco Saltos, está instalado en el imaginario colectivo que se practica magia de todo tipo y color, ocasionando sensación de protección y temor a los creyentes, pero que se extiende a los ciudadanos que no lo practican, bajo el dicho “no creo en las brujas pero que las hay, las hay”.

Referentes umbandas no reconocen relación con el culto a San La Muerte y se despegan por supuesto con fines ilícitos en sus prácticas. San La Muerte tiene sus homólogos en la figura de la Santa Muerte cuyo origen remonta en zonas de México y Rey Pascual de Guatemala y Chiapas de México. El poder de estas prácticas que pueden generar sugestión a los enemigos de los delincuentes, también lo pueden transmitir a los no creyentes debido al imaginario colectivo de creer sí en que hay trabajos de brujería.

Temores estos que, junto a hechos de violencia, motivan a decidir acciones de cierre de lugares que son de importancia para la sociedad, como lo es el Centro de Salud del Barrio Vista Hermosa. Los vecinos lo ven desde la perspectiva necesaria de contar con este tipo de lugares para su atención médica, pero también de plazas y escuelas seguras para convivir en paz, reclamando la protección de las autoridades.

He aquí que radica lo negativo de decidir el cierre de un lugar público, porque sería dar una imagen a los delincuentes que pueden ocupar territorios de manera efectiva a través de la violencia, no sólo para anular a su competencia, sino también para amedrentar a los ciudadanos ajenos a sus acciones ilegales y hasta captar “soldaditos".

Creo que ahí es donde el Estado tiene que poner especial atención con el abordaje de las instituciones responsables en brindar espacios seguros, propiciando actividades sociales y comunitarias. El Estado como organización creada y tolerada para satisfacer las necesidades de los ciudadanos, debe reforzar su presencia, y debe fortalecer los lazos para asegurar salud, educación, esparcimiento, y todo en un contexto de seguridad ciudadana.

 

Aquí radica lo negativo de decidir el cierre de un lugar público, porque sería dar una imagen a los delincuentes que pueden ocupar territorios de manera efectiva a través de la violencia, no sólo para anular a su competencia, sino también para amedrentar a los ciudadanos ajenos a sus acciones ilegales y hasta captar “soldaditos".

 

El Estado no se puede correr ni correr sus dependencias. A más temor en una zona, se necesita mayor presencia del Estado para recuperar la paz social... A más necesidad de los vecinos, mayor necesidad de presencia del Estado pero en las funciones esenciales que reclamamos, salud, contención, educación, seguridad, trabajo.

Cuando se escuchan muchas voces nacionales hablando de “eliminar y achicar el Estado”, este es uno de los casos sobradamente justificados para que “el Estado esté presente y activo”.

Una labor eficiente del Estado que redunde en reconstrucción de paz, tranquilidad y salud de la población, justificaría su existencia sin dudas. Pero además de la labor insustituible del Estado para la prevención, la contención, la política pública presente para las personas y familias realmente vulnerables y vulneradas, no puedo soslayar la perplejidad que me provoca conocer que la Fiscalía Penal demoró días en analizar el hecho, decidir las acciones necesarias y pedir las órdenes de allanamientos y demás.

No puede ocurrir eso, no pueden perderse días en estas situaciones extremas. No puede estar siempre al borde de que ocurra lo peor, lo fatal, lo irreparable. “Estado” es todos. Tener las leyes necesarias de la Legislatura, tener las acciones y políticas activas en el Ejecutivo pero sobre todo tener un servicio de justicia -en especial Penal- eficiente. Atento e interesado. Empezando por los fiscales penales cuando reciben las novedades del personal policial y de los ciudadanos que denuncian: señores Fiscales no corran la mirada sobre lo importante. No demoren lo urgente. No resten importancia a un flagelo que combina delitos con falsas creencias, pasiones peligrosas, situaciones de vulnerabilidad y necesidad de mayor presencia del Estado. Estén a la altura 

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