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Así está hoy la casa de Mi Pobre Angelito: las fotos 35 años después

La casa de Mi Pobre Angelito volvió a ser noticia y hoy luce distinta, a 35 años del estreno del film.

Por Redacción

Domingo, 14 de diciembre de 2025 a las 18:17
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Cada diciembre, cuando Mi Pobre Angelito vuelve a copar la pantalla, hay un elemento que despierta tanta nostalgia como Kevin McCallister: la casa. Ese hogar enorme, cálido y aparentemente perfecto se convirtió en un símbolo absoluto de la Navidad cinematográfica y, a 35 años del estreno de la película, vuelve a estar en el centro de la escena por cómo luce hoy.

Ubicada en Winnetka, un exclusivo suburbio del área metropolitana de Chicago, la vivienda dejó de ser solo una locación de cine para transformarse en una pieza de culto. Desde su fachada de ladrillo hasta sus ventanales amplios y simétricos, la casa se volvió reconocible incluso para quienes no recuerdan cada escena del film. Y aunque el paso del tiempo hizo lo suyo, su valor simbólico sigue intacto.

Por lo pronto, el interior es el gran foco de atención. Durante años, los fanáticos idealizaron ese living enorme con escaleras protagónicas, pisos de madera y una decoración clásica que respiraba espíritu familiar. Sin embargo, en 2018 la propiedad atravesó una remodelación profunda que la llevó hacia un estilo mucho más moderno, con líneas minimalistas, ambientes abiertos y una estética que rompía con la imagen que había quedado grabada en la memoria colectiva.

Esa transformación no cayó bien entre los seguidores de la película. Para muchos, la casa había perdido parte de su magia al alejarse del estilo tradicional que la convirtió en ícono. Cocinas ultramodernas, colores neutros y una distribución más contemporánea generaron debate y reavivaron la discusión sobre hasta qué punto una casa tan simbólica puede reinventarse sin traicionar su identidad.

De este modo, el inmueble volvió a ser noticia cuando cambió de dueño recientemente. El nuevo propietario anunció una nueva etapa de reformas, con un objetivo claro: recuperar la esencia visual que la hizo famosa en 1990. La idea es volver a priorizar los detalles clásicos, los espacios acogedores y esa atmósfera cálida que convirtió a la casa de los McCallister en el escenario navideño por excelencia.

Hoy, las fotos actuales muestran una vivienda imponente, elegante y funcional, que combina comodidades modernas con guiños al pasado. Techos altos, grandes superficies vidriadas y ambientes luminosos conviven con elementos que remiten a su historia cinematográfica. No es una réplica exacta de la película, pero sí un intento de reconciliar modernidad y nostalgia.

Parte del encanto radica en que la casa ya no pertenece solo a sus dueños, sino también al imaginario popular. Es una postal recurrente cada fin de año, una referencia automática cuando se habla de Navidad y cine, y un recordatorio de por qué Mi Pobre Angelito sigue siendo una de las películas más vistas en esta época.

Por ahora, la mansión de Winnetka continúa escribiendo su propia historia, entre reformas, debates estéticos y la mirada constante de los fanáticos. Treinta y cinco años después, sigue siendo mucho más que una casa: es un símbolo emocional que demuestra que algunas locaciones, como ciertas películas, nunca pasan de moda.

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