No fue una frase al pasar ni una anécdota liviana. Araceli González se quebró en cámara cuando volvió a poner en palabras una historia que, aunque terminó hace años, sigue ocupando un lugar sensible en su vida. El recuerdo de su relación con Adrián Suar, atravesado por conflictos recientes y silencios prolongados, fue el detonante de un momento de profunda emoción que dejó al descubierto una herida que todavía no termina de cerrar.
Por lo pronto, el contexto ya venía cargado. Días antes, Araceli González había hablado con crudeza sobre el vínculo actual con su expareja y padre de su hijo. “Con todo el mundo él es divino. Conmigo no”, dijo, sin rodeos. Y sumó una frase que explicó gran parte de su dolor: “Él dijo que nosotros no éramos familia. Yo soy familia porque tuve un hijo hermoso, soñado, bello, pero no es mi problema. Él sabrá”. Aquellas palabras volvieron a resonar cuando se sentó en la mesa de Mirtha Legrand.
En ese espacio, donde las emociones suelen aflorar, la actriz intentó mantener la compostura, pero no pudo. Al hablar de Adrián Suar, la voz se le quebró y la frase salió cargada de verdad: “Es un hombre que amé con toda mi alma”. El llanto no fue solo por el pasado compartido, sino por todo lo que quedó sin resolver en el presente.
De este modo, Araceli González explicó que la distancia entre ellos no fue una elección propia. “No me llevo. Pero no por una elección mía. Hay veces que las partes eligen que los vínculos sean así cuando se terminan”, expresó, dejando en claro que muchas separaciones no se definen de común acuerdo, sino por decisiones unilaterales que dejan marcas profundas.
La actriz también comparó este vínculo con otras rupturas de su vida. Al recordar su primer matrimonio con Rubén Torrente, marcó una diferencia fundamental. “Divorciarse no es fácil. Fue un momento muy difícil, pero con el tiempo hubo un regreso desde el agradecimiento. Me habló y me agradeció cómo había criado a su hija. Eso es conciliar, eso está bueno. Pero a veces no se puede”, reflexionó, subrayando que no todas las historias encuentran un cierre reparador.
El eje más doloroso, sin embargo, apareció cuando habló de su rol de madre. Araceli González dejó en claro que su sufrimiento no es solo personal. “Me hace sufrir mucho ver sufrir a mi hijo. Muchas veces el rol de madre es proteger”, confesó, visiblemente conmovida. En ese punto, explicó por qué siempre eligió el bajo perfil mediático frente a este conflicto. “Yo me dediqué a proteger a mis hijos y a defender lo que tenía que defender por detrás de cámara. Nunca me interesó hacer prensa con esto”.
Incluso al referirse a la exposición que rodeó el nacimiento de Tomás, marcó el contraste entre lo público y lo íntimo. “Yo le dije a Toto: ‘Cuando vos naciste parecía que nacía el príncipe Carlos’”, contó, diferenciando la parte luminosa que se vive en casa de “la parte dolorosa” que queda instalada en la prensa y sobre la cual, aseguró, no tiene control.
Ya casi sin poder contener las lágrimas, Araceli González pidió disculpas por emocionarse y dejó una de las frases más fuertes de la noche. “Yo solté, trabajé mucho soltar. Es un hombre que amé con toda mi alma y tuve que soltar”. Esa confesión resumió años de trabajo interno, de silencio elegido y de intentos por sanar sin exponer.
Por ahora, la actriz sigue firme en su decisión de priorizar a sus hijos y resguardar lo que considera sagrado. Su llanto no fue una búsqueda de escándalo, sino la expresión honesta de un vínculo que marcó su vida y cuya herida, aunque trabajada, todavía duele cuando se la nombra.