El Gobierno avanzará esta semana con la emisión del Bonar 2029, un nuevo título en dólares que se convertirá en la primera colocación en moneda dura desde 2018. La licitación buscará captar divisas frescas para afrontar parte de los US$4300 millones que vencen en enero y se presenta como una señal clave para medir el apetito inversor por la deuda argentina.
Según el llamado oficial, el bono tendrá condiciones estrictamente locales: será una emisión en dólares bajo ley argentina, abierta tanto a grandes jugadores como a minoristas y con la posibilidad de participación de inversores del exterior, tal como sucede en las licitaciones de instrumentos en pesos. El diseño del título apunta a ofrecer un instrumento simple, de baja complejidad jurídica y con reglas conocidas por el mercado.
El Bonar 2029 vencerá el 30 de noviembre de 2029 y pagará un cupón del 6,5%, aunque el rendimiento final quedará atado al precio que convalide la propia licitación. Como ocurre con los bonos tradicionales del Tesoro, los intereses se abonarán de manera semestral, en mayo y noviembre, mientras que el capital se cancelará íntegramente al final del período, sin amortizaciones parciales.
La decisión de optar por un bono en dólares bajo normativa local responde también a una cuestión de costos. Emitir bajo legislación extranjera exigiría autorización del Congreso y, además, obligaría a pagar tasas que hoy superarían con holgura los dos dígitos, en un contexto de riesgo país elevado. La estrategia oficial apunta así a un esquema doméstico que permita captar divisas sin caer en un encarecimiento excesivo del financiamiento.
Con esta emisión, el Gobierno busca descomprimir el calendario de vencimientos de comienzos de 2026 y dar una señal de previsibilidad fiscal. El desempeño que tenga la colocación será determinante para conocer no sólo el nivel de interés por parte de los inversores locales, sino también el grado de confianza del mercado internacional en la solvencia del país.