Este 9 de julio, Argentina celebra 209 años desde que se declaró oficialmente su independencia del Reino de España. El histórico Congreso reunido en Tucumán en 1816 marcó un hito para las Provincias Unidas del Río de la Plata, pero también dejó un detalle poco conocido que hoy cobra un valor especial: el Acta de la Independencia no solo fue redactada en castellano, sino que también fue traducida al quechua y al aymara, lenguas originarias habladas por millones de personas en el altiplano sudamericano.
Fue una decisión tomada un mes después del acto formal de independencia, el 14 de agosto de 1816. Los diputados del Congreso ordenaron la traducción “para que se comunique a los pueblos originarios del Alto Perú y el Noroeste”. El objetivo era político y cultural: consolidar la unión entre los distintos territorios del antiguo Virreinato y sumar adhesiones al nuevo proyecto emancipador.
Estas versiones en lenguas indígenas fueron impresas en la Imprenta de Niños Expósitos, en Buenos Aires. Si bien no se conservan copias originales de esas ediciones, documentos históricos y referencias posteriores confirman su existencia. Se trató de un gesto de inclusión y reconocimiento hacia los pueblos originarios que habían participado activamente en las luchas contra el dominio español.
El Congreso de Tucumán sesionó en una casa sencilla —que luego sería conocida como la Casa Histórica— y sus debates se dieron en un clima de incertidumbre, con las tropas realistas aún activas en el norte. Sin embargo, el mensaje fue claro: Argentina no solo rompía lazos con España, sino con cualquier otra potencia extranjera, como quedó asentado en el acta.
Hoy, más de dos siglos después, este dato recuerda que la construcción de la independencia fue también una causa plural, diversa y profundamente latinoamericana.
El historiador y docente tucumano Pablo Camogli explicó en una entrevista reciente que “la traducción del acta de Independencia al quechua y al aymara fue un acto revolucionario en sí mismo. No solo por su valor simbólico, sino porque reconocía que la lucha por la emancipación no era únicamente criolla, sino también indígena. Fue una forma temprana de federalismo cultural”.