FENÓMENOS PSICOLÓGICOS
¿Cuál es la historia detrás del SÍndrome de Estocolmo?
Toma su nombre de un famoso caso ocurrido en la capital sueca en 1973.En el campo de la psicología hay fenómenos que desafían las nociones convencionales del comportamiento humano. Uno de los más enigmáticos es el Síndrome de Estocolmo, un extraño vínculo afectivo que se forja entre víctimas y perpetradores en situaciones de secuestro o rehenes. Este síndrome dejó perplejos a psicólogos, criminalistas y observadores por igual, ya que desafía la lógica para adentrase en los rincones más controvertidos de la supervivencia.
En agosto de 1973, dos criminales, Jan-Erik Olsson y Clark Olofsson, realizaron un asalto a mano armada en el banco Kreditbanken ubicado en el centro de la capital sueca. El robo se frustró cuando la policía llegó. Pero Olsson, quien acababa de escaparse de la cárcel, tenía un plan: usar a los rehenes para huir del país.
Tomaron a cuatro empleados del banco y mantuvieron a las autoridades a raya durante casi una semana. Demandaron dinero, un automóvil y la solicitud de que trajeran a un amigo suyo que se encontraba cumpliendo una sentencia en prisión.
Sorprendentemente, los negociadores cedieron a sus demandas, trajeron a Olofsson y le permitieron ingresar al banco.
Además, accedieron a entregarles el dinero y estacionaron un Ford Mustang azul con el tanque lleno, listo para que Olsson y Olofsson lo utilizaran. Sin embargo, les denegaron una solicitud: la posibilidad de llevarse a algunos de los rehenes consigo.
Los delincuentes confinaron a los rehenes en la bóveda. Inesperadamente, un policía que había ingresado cerró la puerta, dejando atrapados a los cuatro rehenes (Gunnel Birgitta Lundbald, Kristin Enmark, Elisabeth Oldgren y Sven Safstrom) junto con los dos delincuentes.
Con el pasar de los días, se desarrolló una extraña situación y, aparentemente, contradictoria: los rehenes comenzaron a mostrar vínculos emocionales con sus captores, que incluía cierta simpatía por ellos, defendiiendo sus acciones. Se negaron a cooperar con la policía y, en cambio, abogaban por la liberación de los secuestradores.
Mientras las autoridades luchaban por controlar la situación desde afuera, en el interior, Olsson posicionó a una de las rehenes frente a la puerta, atándole una bomba en uno de sus pies y dejando la habitación completamente oscura.
Con el transcurso de las horas, la tensión comenzó a afectarlo, y decidió que necesitaba demostrar su determinación a la policía. Fue en ese momento que optó por dispararle a Sven en la pierna.
Una de las rehenes, Kristin Enmark comenzó a manifestar un comportamiento peculiar, que sería objeto de estudios y debates en los próximos 50 año: "Sven, es sólo la pierna".
"A mí realmente me avergüenza lo que dije. No soy así. Me tomó como 10 años hablar del tema", aseguraría Enmark años después.

El primer ministro sueco
Los demás intentaron disuadir a Olsson, argumentando que herir a Sven sería perjudicial para él.
Kristin adoptó un enfoque singular: se comunicó con Olof Palme, el Primer Ministro de Suecia. Se presentó con su nombre y se identificó como uno de los rehenes en el banco. "La secretaria me pidió que esperara un momento y luego él tomó la llamada", declaró.
Si te parece inusual que un diálogo ocurriera entre un rehén y un Primer Ministro, la sorpresa aumentaría más adelante cuando el mundo descubriera lo que Kristin compartió con él. De manera sorprendente, dió buenas referencias de sus captores y expresó más confianza en ellos que en la policía.
La grabación de esta conversación captura a Kristin expresando su "profunda decepción" hacia el mandatario: "Creo que está jugando con nuestras vidas. Confío plenamente en Jan y el ladrón. No nos hicieron nada, fueron muy amables. Lo que temo es que la policía ataque y nos mate".
El Primer Ministro estaba completamente sorprendido, su tono sonaba incluso ofendido.
"Intenté de todas las maneras posibles convencerlo para que permitiera que dos de nosotros acompañáramos a Olsson y Olofsson en el automóvil", relató a la BBC años después.
Palme le respondió que eso era imposible y que le pidiera a los delincuentes que entregaran sus armas; ella le contestó que se negarían a hacerlo. Esta conversación se repitió en varias ocasiones hasta que el Primer Ministro, visiblemente frustrado, pronunció algo que luego fue eliminado de la grabación: "Quizás tenga que enfrentar la posibilidad de morir".
En un estado de desesperación, Kristin colgó la llamada.

La situación se prolongó durante seis días más. Finalmente, la policía tomó el banco y ordenaron a los rehenes que salieran primero.
"Jan nos advirtió: 'si salen antes, nos liquidarán'. Por lo tanto, les dijimos: 'ustedes salgan primero'", recuerda Kristin. Los rehenes estaban defendiendo a quienes los habían mantenido secuestrados y habían puesto sus vidas en peligro.
Los delincuentes salieron en primer lugar, deteniéndose en la entrada para despedirse de los rehenes: besos para las mujeres y un apretón de manos con Sven. Cuando le llegó el turno a Kristin de salir, intentó resistirse a que la pusieran en una camilla; parecía más irritada con la policía que con los criminales.

La Dinámica del Síndrome de Estocolmo
Este comportamiento desconcertante capturó la atención de los medios de comunicación y la opinión pública, y llevó a los psicólogos y expertos en comportamiento humano a investigar el fenómeno. A partir de este caso, se acuñó el término "Síndrome de Estocolmo" para describir la respuesta psicológica en la que las víctimas de secuestro o toma de rehenes desarrollan sentimientos de empatía, simpatía e incluso apego hacia sus captores.
El psicólogo Nils Bejerot acuñó el término para describir este fenómeno psicológico intrigante. Según Bejerot, la respuesta emocional de las víctimas es una estrategia de supervivencia en situaciones de alto estrés. Los rehenes desarrollan una conexión emocional con sus captores como una forma de encontrar seguridad y reducir la amenaza percibida. En ciertos casos, los perpetradores pueden mostrar signos ocasionales de amabilidad, lo que refuerza aún más esta respuesta emocional.

Impacto y Significado
El caso de Estocolmo marcó un hito en la comprensión de la psicología en situaciones extremas. Aunque el término "Síndrome de Estocolmo" se originó a partir de este incidente, investigaciones posteriores demostraron que esta respuesta puede ocurrir en una variedad de contextos de secuestro, rehenes y abuso prolongado.
Este fenómeno desafió las concepciones tradicionales del comportamiento humano y brindó información acerca de la la capacidad del cerebro para adaptarse y sobrevivir en circunstancias extraordinarias. Si bien el Síndrome de Estocolmo sigue siendo objeto de debate y análisis, su historia sentó un importante precedente en las ciencias sociales y en nuestra comprensión de cómo las personas responden en situaciones extremas.
Testimonios de una Conexión Impensable
Para comprender mejor este fenómeno, basta con explorar testimonios de casos notorios. Uno de los casos más emblemáticos es el de Patty Hearst, quien fue secuestrada por el grupo radical "Symbionese Liberation Army" en 1974. A medida que pasaba el tiempo, Hearst adoptó la ideología de sus captores e incluso participó en actividades criminales junto a ellos. Su transformación dejó atónitos a muchos y puso de manifiesto la complejidad del Síndrome de Estocolmo.
"Cuando una persona común es secuestrada por un delincuente con la capacidad de acabar con su vida en cuestión de horas, el rehén experimenta una especie de retroceso a emociones propias de la infancia: le resulta difícil comer, comunicarse o incluso ir al baño sin obtener permiso. Estas acciones conllevan riesgos, por lo que termina aceptando que su captor tiene el control absoluto sobre su supervivencia, al igual que lo tenía su madre", describió el psiquiatra Frank Ochberg en la década de 1970, cuando elaboró este síndrome para su uso por parte del FBI y Scotland Yard.
Los detractores de esta teoría aseguran que es una forma de racionalización para explicar la aparente cooperación de las víctimas con los perpetradores, y que este vínculo puede surgir por múltiples factores, como el miedo a la violencia, la manipulación psicológica y la confusión emocional.
Sin embargo, los defensores del síndrome sostienen que va más allá de una mera respuesta de supervivencia y señalan ejemplos donde las víctimas continuaron defendiendo a sus captores incluso después de haber sido liberadas.
La historia fue llevada al cine en 2018, de la mano del director Robert Budreau y está protagonizada por Ethan Hawke.