Aunque existen alrededor de 200 especies de jazmines en el mundo, muchas de las plantas que popularmente reciben ese nombre no pertenecen realmente al género de los jazmines.
La mayoría de los jazmines auténticos se identifican por su nombre científico. Si la primera palabra es Jasminum, se trata de un verdadero jazmín. En cambio, el jazmín de leche o el jazmín del cabo, no son jazmines en el sentido estricto.
El jazmín de leche, por ejemplo, corresponde al género Trachelospermum, mientras que el jazmín del cabo es en realidad una Gardenia jazminoides.
Pero aunque no son verdaderos jazmines, comparten el característico aroma que las han hecho populares y se han ganado la denominación común.
Para quienes busquen especies fáciles de cultivar y resistentes, se recomiendan el jazmín de leche, el chino y el jazmín celeste o del cielo (su nombre científico el Plumbago) y aunque no es un jazmín verdadero, se adapta bien a diferentes condiciones de luz, soporta el viento pero no tolera las heladas intensas. Es conveniente ubicarlo en zonas reparadas del jardín para que no sufra daños en zonas muy frías o ventosas.
El jazmín de leche es uno de los más resistentes y fáciles de cultivar. Soporta tanto heladas como las altas temperaturas. Mantiene su forma prolija sin necesidad de podas frecuentes. Florece desde la primavera hasta el verano coincidiendo en nuestro hemisferio, con las vacaciones, los encuentros familiares y las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Esto refuerza su asociación a encuentros agradables.
El jazmín de leche y el jazmín chino se destacan por su fragancia agradable y penetrante. Este último, de flores blancas y tono rosado en estado de pimpollo, crece con rapidez y es ideal para cubrir paredes o espacios amplios. Se adapta a pleno sol, sombra total o parcial, incluso a interiores.
Para balcones o espacios muy reducidos el cultivo en macetas es una buena opción y el jazmín azórico es el recomendado. Aunque su floración no es muy abundante ni su aroma muy intenso, tiene la ventaja de florecer desde la primavera hasta el otoño, esto permite disfrutarlo durante un período prolongado.
El aroma del jazmín no solo es apreciado por su fragancia. Está científicamente comprobado que su perfume ayuda a calmar, relajar y reducir el estrés y la ansiedad y propicia un mejor descanso.
Se recomienda ubicarlos cerca de ventanas que den a los dormitorios, especialmente de los niños, ya que la memoria olfativa es una de las más persistentes y se la puede vincular a la infancia y a momentos felices.
Esta experiencia sensorial sumada a la evocación de gratos recuerdos, convierte a ésta planta en una de las más apreciadas en la cultura y el bienestar cotidiano.