HISTORIAS CRUELES

La mujer que había olvidado la luz del sol

Un caso espeluznante en la historia de las crueldades contra mujeres.
miércoles, 27 de mayo de 2020 · 13:40

Blanche Monnier era una mujer bella. Y un día, desapareció. Nadie en Poitiers supo qué había pasado, a ciencia cierta, con la jovencita que suscitaba suspiros masculinos. Era Francia, era fines del siglo XIX. No se preguntaba mucho: si la familia decía que se había ido de viaje, pues, ya estaba. No había por qué seguir preguntando.

La vida siguió su curso en esa ciudad que hoy tiene poco menos de 90 mil habitantes, y ostenta con orgullo el románico edificio de la iglesia de Notre Dame, la Grande. Hasta que, 25 años después, el fiscal general de París recibió una nota, con texto breve e inquietante. Decía, el manuscrito: "Señor fiscal general: tengo el honor de informarle de un suceso excepcionalmente grave. Me refiero a una mujer soltera que está encerrada en la casa de la señora Monnier, medio muerta de hambre y que ha vivido los últimos 25 años en un lecho putrefacto. En una palabra, en su propia inmundicia".

Era el 23 de marzo de 1901. La familia Monnier gozaba de una reputación intachable. Era gente bien. El fiscal lo pensó no una, sino varias veces, pero, finalmente, se decidió a enviar a tres agentes de la policía a la vivienda, ubicada en el 21 de la calle Visitation.

Blanche Monnier.
Blanche Monnier.

En la casa, vive la madre de Blanche Monnier, y el hermano. El padre ya ha fallecido. Le abren las puertas a la policía con gesto adusto. Los uniformados no encuentran nada en la planta baja: está todo impecable. Pero empiezan a alertarse cuando suben las escaleras de la residencia, y perciben un vaho de olor que no condecía con la elegancia de la mansión.

Siguen el olor, como tres perros de orejas paradas. Llegan ante la puerta de una habitación cerrada con candado. Los policías saben ya que no es normal lo que están viendo. Rompen el candado e irrumpen. La habitación está oscura. Una mujer esquelética y desnuda mira, desde las sombras, con ojos que parecen enormes. Hay bichos que huyen en todas direcciones. El hedor es insoportable.

Los policías cubren a la mujer. Pesa 25 kilos y se le asoman los huesos a través de una piel casi traslúcida. Tiene 52 años, y la belleza se ha esfumado en el aire enrarecido del padecimiento. Solo emite gemidos. Los policías rompen las cadenas que sujetaban ventanas y persianas. La luz del sol entra al cuarto por primera vez en 25 años.

"La mujer parecía sufrir una malnutrición extrema. Estaba tumbada, completamente desnuda, en un colchón podrido. La rodeaba una costra de excrementos y restos de comida... Vimos también que había bichos recorriendo la cama de la señorita Monnier. El aire de la habitación era tan irrespirable que nos resultó imposible seguir investigando", contará, después, uno de los policías.

La madre y el hermano de Blanche Monnier son encarcelados. La madre muere antes del juicio. El hermano, Marcel, es condenado a 15 meses de prisión por complicidad con el hecho. El hecho, no es juzgado como secuestro. Se afirma que no ha habido violencia contra Blanche. Solo se ha cerrado una puerta.

Jamás se supo con certeza qué fue lo que llevó a la familia Monnier a encerrar a su hija en esa habitación. Se dijo, después, que padecía esquizofrenia. Que, por ende, solía tener conductas de alienada. Y que la familia no podía permitirse la vergüenza de que fuera hospitalizada, o recluida en un hospicio.

Blanche Monnier siguió encerrada toda su vida. En mejores condiciones. Pudo ver la luz del sol. Esa que se le había negado durante cuarto siglo. De su belleza quedó solo el recuerdo. De quién fue realmente, qué cosas pensaba, qué sentimientos sentía, solo fue posible conjeturar, algo que hicieron quienes escribieron su triste historia.

Entre ellos, se cuenta André Guide, quien escribió, en la década del ’30 del siglo pasado, “La Secuestrada de Poitiers”. Con otros nombres, claro.

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