“Con su sonrisa de sol y hoyuelos de duendecito él se fue hacia el horizonte con alas de pajarito (…)”, comienza diciendo el poema escrito por la escritora Marta, y dedicado para el pequeño Lucio Dupuy.
Lucio tenía cinco años y su infancia fue arrebatada mucho antes de aquel 26 de noviembre de 2021. Lucio, involuntariamente de una u otra manera es parte de cada familia argentina. Lucio nos duele a todos, a Lucio lo mató su madre y la pareja de ella. A lucio lo apagó gran parte de la sociedad: la Jueza que le volvió a dar la tenencia a Macarena, las maestras del jardín, los médicos del hospital, los vecinos.
La corta y triste vida que tuvo Lucio, marcada de violencia atroz, es un reflejo de la sociedad en que vivimos. Donde la inocencia y las infancias no solo están en peligro, están en terapia intensiva. La vida de ese pequeño fue un infierno hasta su último día. A gritos, a su manera, pedía auxilio. No se lo escuchó. No lo escucharon. No lo escuchamos.
Este jueves todo un país espera una sentencia para las dos imputadas, que marque precedente, que "sane" un poco y alivie esta herida sangrante que marcará para siempre el horror. Este caso conmueve no solo por la tragedia, sino porque expone explícitamente los abusos en las relaciones intrafamiliares, y la violencia infantil que, pudiendo prevenirse, pasó inadvertida para los adultos que asistieron a Lucio en más de una oportunidad, en la ciudad de Santa Rosa, en La Pampa.