El horror golpeó a una taxista cipoleña de 46 años cuando, en plena jornada laboral, cayó en la trampa de dos jovenes delincuentes que planearon meticulosamente su asalto. Las delincuentes, de 18 y 19 años, solicitaron un móvil con la condición de que el auto fuese conducido por una mujer. La historia parecía tener final feliz, cuando las asaltantes quedaron detenidas, sin embargo allegados a ellas comenzaron con amenazas de muerte contra la trabajadora y a su familia.
Cuando la chofer arribó al domicilio indicado en el asentamiento La Rivera, las asaltantes la atacaron con brutalidad. Una de ellas empuñó un cuchillo, mientras la otra le pasó un cable por el cuello, amenazándola con asfixiarla. En cuestión de segundos, la taxista se vio indefensa y obligada a entregar la recaudación del día y también lo que había cobrado a través de una billetera virtual. Con el botín en mano, las agresoras huyeron a toda velocidad por caminos rurales, creyendo que la impunidad estaría de su lado.
Sin embargo, un descuido fue clave para su captura. Las delincuentes, confiadas, utilizaron el celular de la víctima para realizar una transferencia bancaria. Ese rastro digital fue suficiente para que la Policía lograra ubicarlas y detenerlas. Durante la operación, los efectivos lograron recuperar parte de los objetos robados.
Terror en la vida de la víctima
El domingo, en una audiencia judicial, la Fiscalía presentó pruebas contundentes que permitieron formular cargos contra las detenidas por robo agravado y defraudación. La jueza de Garantías tuvo en cuenta la reincidencia y los antecedentes de ambas y dispuso la prisión preventiva por el plazo de cuatro meses, mientras la investigación sigue su curso rumbo al juicio.
Pero lo que debería haber sido un punto de inflexión en la búsqueda de Justicia, se transformó en el inicio de una nueva pesadilla para la taxista. Es que luego del hecho, un entredicho con el dueño del auto terminó en su despido, sumiéndola en una situación de desamparo económico. Sin embargo, lo peor estaba por venir: empezó a recibir amenazas de muerte de allegados a las asaltantes.
A través de mensajes escalofriantes que le dejaron en su cuenta de la red social Facebook, allegados a las dos jóvenes delincuentes le revelaron datos precisos sobre su familia: direcciones, rutinas y nombres de sus seres queridos. La intimidación escaló a un nivel aterrador: publicaron fotos de sus hijas y nietas con una advertencia mortal: "Tenemos granadas y las vamos a tirar en sus casas".
Presionada por el miedo, la taxista presentó una denuncia en la Fiscalía y solicitó custodia policial sin éxito, solo se comprometieron a realizar rondines esporádicos por su domicilio.