EDUCACIÓN

Cómo evitar las malas notas de los más chicos

Un problema que siempre existió y genera preocupación en los padres.
sábado, 14 de mayo de 2016 · 17:13

Desde siempre, fue frecuente escuchar a los más chicos decir que no tienen tiempo para estudiar, que hay materias que "no van con ellos" o que han entregado un exámen sin completar.

Otra de las situaciones es que aseguran estar muy cansados, por lo que pasan las tardes sin hacer deberes hasta la hora de la cena. "Recién llego, lo que menos quiero hacer es estudiar", es una de las frases más pronunciadas.

La problemática podría llegar a su fin y, por eso, la psicopedagoga María Concepción Luengo del Pino, enseña algunas técnicas para poder facilitarle el estudio a los niños y que no sea un sufrimiento.

Desde muy pequeños, debemos educar a los niños en esta disciplina y en el estudio. En Primaria, los alumnos pueden ir más o menos bien, pero luego en Secundaria empiezan a sufrir y a luchar por intentar sacar los estudios de cualquier forma, cuando esto se debe aprender y educar desde el principio y, además, desde casa.

Regularidad y disciplina

Cuando se llega a casa por las tardes, hay tiempo para merendar, para hablar de cómo ha ido el colegio, con los amigos, con los profesores, para comentar las anécdotas nuevas... y a las seis de la tarde nos ponemos a trabajar. Para esto no hay discusión. Todos tenemos responsabilidades y debemos cumplir con ellas. Si al principio cuesta, se puede poner un sistema de premios por acuerdos conseguidos. Se debe empezar con los niños pequeños dedicando una hora todos los días para leer un cuento, hacer un dibujo, aprender a hacer puzzles, a recortar o a hacer los nudos de los zapatos.

Al principio, significará tener que ponernos todos los días con ellos sin excepción. Con el tiempo, veremos cómo podemos ir dejándolos a ellos solos porque habrán adoptado esa costumbre de ponerse todos los días a trabajar. Si nos ha sobrado tiempo, podremos jugar, ver un poco de televisión o jugar.

¿Cuánto tiempo deben dedicar al estudio?

Cuando los niños tienen entre 7 y 8 años, podemos introducirles en el concepto del tiempo de estudio. Para evitar el ejemplo anterior, el niño que se pasa la tarde delante de los libros y no ha terminado los deberes, hay que practicar con el reloj y los horarios. Una idea es empezar a hacer un crucigrama al día. El primer día controlamos lo que tarda (pongamos diez minutos) y, a partir de ese día, le proponemos intentar ganarse a sí mismo y superar su propio record (9-8-7 minutos).

El objetivo de este sistema no es agobiarles con el tiempo, sino comprender que cuando nos ponemos un tiempo, las cosas cunden de una manera más eficiente. Así, cuanto antes terminen, más tiempo tendrán para jugar después. Esto les sirve de calentamiento para luego pasar a otra actividad.

Leer todos los días, al menos quince minutos, y también con buen ritmo es otro buen ejercicio.

Primero se estudia, después los ejercicios

Los niños se acostumbren a hacer los deberes (solo los ejercicios que les ponen en clase) todos los días y creen que con eso ya han cumplido. Esto no vale. Primero, se debe estudiar la pregunta y, luego, se hacen los ejercicios. Si un niño está atento en clase a la explicación (1º), lo estudia en casa (2º), lo aprende (3º), hace ejercicios (4º), los corrige en clase (5º), hace resumen o esquema (6º) y repasa las preguntas cada cierto tiempo (7º) hasta el día del control. ¿Cómo no se va a saber la lección para el día del examen después de, al menos, repasar 7 veces la misma pregunta? Claro que si no está atento en clase, no hace los deberes ni estudia el día antes del examen, ya sabemos lo que saldrá.Todo se consigue con esfuerzo

 

Cuando empezamos a educar a los hijos, debemos tener claro que buscamos lo mejor para ellos y, en esta vida, las cosas se consiguen con esfuerzo. Esta es la disciplina que queremos enseñarles y tenemos que razonar con ellos: todos estamos cansados, pero ellos tienen su trabajo por la tarde, igual que nosotros con cenas, plancha, ayudar con sus deberes... y lo hacemos con gusto. Al final del día, una vez hemos realizado nuestras tareas, podremos descansar. Así, nos acostaremos con la satisfacción del deber cumplido.

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