Histórico: una mujer cruzó la Patagonia a caballo

En medio de la meseta patagónica, al atardecer, se recorta la figura de una mujer con boina, dos caballos y una perra inquieta que va y viene por los matorrales. Al tranco, disfrutando de ese paisaje que tiene al viento, el frío y la arena como idioma originario, Anna Plummer incorpora los 2000 kilómetros que unen a Bariloche con El Chaltén. En diálogo por AM 550 y 24/7 Noticas, desde un pequeño pueblo de Minnesota (casi en la frontera norteamericana con Canadá) la joven vuelve a vivir un viaje que “me cambió la vida”.

“Quería conocer la Patagonia campera, su gente, sus costumbres y esa sensación de no saber con qué amanecer o atardecer me iba a recibir este lugar” es el recuerdo más impactante que le dejó. La norteamericana residía en la estancia barilochense de su amiga Carol Jones y un día se planteó la cabalgata sin pretender ingresar en la historia de la región austral de Argentina sino como una experiencia de vida que sólo aquí se puede tener.

Para la travesía histórica (antes había cabalgado desde Río Gallegos a Buenos Aires, la santacruceña Charlotte Fairchild, en 1952), Anna utilizó a sus caballos “Sundance” y “Bandido” y fue acompañada por su perra “Darcie” que “traje de Alaska, porque ella nació allí”.

“Siempre quise vivir en la Patagonia, que para mí es la Alaska del Sur” dice la joven en un perfecto castellano, en el programa “Mejor Informado Radio”. “Todos los días de mi vida tengo un recuerdo de aquel viaje. Arrancaba a las 3 de la mañana y tenía un horizonte distinto cada día, con un lugar nuevo y con mis animales” comenta, al tiempo que valora a cuatro años de la travesía “cómo manejamos el día sin saber con qué nos vamos a encontrar, qué sorpresa tendrá la Patagonia en el camino”.

Esa sensación de sorpresa que aguarda en cada jornada de un viaje al tranco a caballo, alejada de las rutas y las grandes poblaciones, incluye las condiciones climáticas, “la buena gente que vamos a encontrar y muchas más cosas” por lo que podía recorrer en una jornada “tres o treinta kilómetros, no lo podés saber porque es el camino el que te lleva a un lugar, a una emoción, a una experiencia que “es muy difícil de explicar”.

“El contacto con la gente fue mucho mejor de lo que esperaba”, indicó Plummer. “Desde comida, agua y pasto para mis caballos, un lugar para dormir”, fue el momento “más importante y más lindo de todo el viaje”.

Para la histórica cabalgata patagónica (de la que se cumplirán cuatro años este 3 de noviembre), la joven norteamericana eligió dos caballos criollos, tal como hiciera en 1925 el profesor suizo Aimé Tschiffely, que unió Buenos Aires con Nueva York, en los legendarios “Gato” y “Mancha”.