Una obra en construcción que nunca se terminó y que lleva años abandonada se transformó en un nuevo foco de conflicto en uno de los barrios más coquetos de Neuquén. El edificio, ubicado en la intersección de Santa María y Juan B. Justo, en el corazón del centro oeste, comenzó a ser ocupado por personas en situación de calle, lo que generó temor entre los vecinos por la falta de condiciones sanitarias y por episodios de violencia que comenzaron a registrarse.
Un reciente relevamiento policial permitió identificar a diez ocupantes: nueve hombres y una mujer. Según confirmó Luis Fabián Arietta, presidente de la Comisión Vecinal del Centro Oeste, se trata de personas con problemas de adicciones y alcoholismo, que se fueron desplazando de otros sectores de la ciudad.
“Eran nueve masculinos y una mujer. De los hombres ninguno tenía antecedentes, pero la mujer sí tenía un pedido de paradero. Ella estaba con su pareja. Tiene casa, pero hay un tema por violencia de género: le prendieron fuego la vivienda. Queremos asistirla mediante la gente de vulnerabilidad”, explicó Arietta en diálogo con este medio.
En cuanto al origen de los ocupantes, se confirmó que uno proviene de Santa Fe, otro de Catriel, mientras que el resto son oriundos de Neuquén capital.
El edificio, sin servicios básicos, sin terminar y en condiciones insalubres, representa un riesgo tanto para los ocupantes como para el entorno. Desde la comisión vecinal y la policía se trabaja para gestionar un desalojo ordenado, aunque el procedimiento se encuentra demorado por la falta de información sobre el titular del inmueble. “Se va a hacer el desalojo, siempre y cuando se consigan los datos que se necesitan del propietario. Necesitamos que aparezca”, sostuvo Arietta, preocupado por la situación.
Los vecinos aseguran que en los últimos meses uno de los ocupantes comenzó a mostrar conductas violentas, lo que aumentó la tensión en la zona. Desde la comisión vecinal solicitan a las autoridades una pronta intervención, tanto para desalojar el lugar como para brindar asistencia social a los involucrados, especialmente por los cuadros de vulnerabilidad y adicción que atraviesan.
“La forma en que viven es tremenda, no puede ser”, expresó Arietta, visiblemente indignado por el estado en el que se encuentra la construcción y por la falta de respuestas concretas.
Mientras tanto, la incertidumbre crece en el barrio. Los vecinos temen que la situación se descontrole aún más si no hay una solución pronta, y reclaman que se reactive la búsqueda del titular del inmueble para avanzar con los procedimientos legales que permitan recuperar la seguridad en la zona.