La psicóloga Patricia Simao, especialista en Altas Capacidades, advierte que muchos niños con este potencial llegan a la consulta con diagnósticos erróneos y familias agotadas emocionalmente. “No hay tantos especialistas que realmente sepan del tema. Los papás llegan muy lastimados”, afirmó en una entrevista con Mejor Informado.
Simao explicó que no existe un único perfil para las altas capacidades: “Tenés al chico con superdotación y un perfil armónico alto, con todos los percentiles por encima del 75; al que se destaca solo en un área, como matemática; o al que es supercreativo. Entonces no hay un único número que defina todo”.
Sobre su trabajo diario, lo describe como “hermoso” y un “desafío constante”. “Me encanta. Ya hace más de diez años que estoy en la temática y me sigo sorprendiendo. Ellos son muy genuinos: si están en terapia, trabajan muchísimo, y el día que no quieren venir más, te lo dicen”.
Las terapias, asegura, suelen ser breves. “En tres meses ya hay una gran mejora. Los papás, con la orientación, empiezan a ver todo distinto. Me dicen: ‘ahora tengo más paciencia, ahora lo entiendo desde otro lugar’”, contó.
Pero detrás de cada caso hay un recorrido que, muchas veces, está cargado de frustraciones. “Hay papás que pasaron por psiquiatra infantojuvenil, neurólogo, otros psicólogos… y les dijeron que su hijo tenía déficit de atención o trastorno oposicionista desafiante. Incluso algunos fueron diagnosticados con autismo, cuando los padres sentían que no encajaba”, explicó Simao.
Entre los indicadores que pueden confundir, menciona los desórdenes sensoriales: “Les molestan las luces, los ruidos, las etiquetas de la ropa, las costuras de las medias. Eso los puede hacer parecer otra cosa”.
Por eso, para muchas familias, llegar a un diagnóstico de altas capacidades es un alivio. “Lo que quieren, por sobre todas las cosas, es que su hijo sea feliz. No les importa el número. Primero, que sea feliz. Después, sí, entender qué tiene, porque no les cierra nada. Y eso genera mucha angustia”, concluyó.