Nido Blando

Experimental, etérea, patagónica

Luciana Gazzotti es antropóloga y, aunque a ella le cueste admitirlo, es artista. Desde Villa la Angostura, se deja atravesar por la naturaleza y nos regala una obra sutil, despojada, líquida y esencialmente patagónica.
lunes, 14 de octubre de 2019 · 11:09

Por Carla Barbuto
 

Ver los videos y trabajos de Luciana Gazzotti en las redes dan ganas de zambullirnos en el mundo de las acuarelas, nos dan ganas de experimentar y ver qué sale.
Escuchar a Luciana hablar de su obra confirman esta inquietud. Sobre todo, cuando nos dice que es capaz de defender una mancha porque le “dio una enorme alegría hacerla”.

 

“Desde que me mudé a Villa la Angostura, hay una impronta de la naturaleza en mi obra. Ha atravesado mi dimensión humana y artística. Cada cosa que hago, veo que salen árboles y montañas, y todo en sentido abstracto. He sopesado el desarraigo con naturaleza y eso es fantástico porque veo que el entorno es una parte del proceso constructivo de cualquier obra. Está el color, está la forma… Hay otra cosa que caracteriza mi trabajo es lo roto, lo desilachado, lo líquido, lo etéreo…”

“Tengo una búsqueda, no consciente de no terminar la forma, de tratar de mantenerme suelta, líquida. Obviamente, también está atravesada por mi formación teórica, por leer a  Zygmunt Bauman y por en la modernidad y la liquidez… Es imposible separar la formación personal con lo que uno va produciendo. Tengo formas de configurar lo que hago a partir de lo que leí, de lo que supe hacer”.


“No importa el tipo de manifestación artística que tengas, si lográs disfrutar del proceso más allá del resultado, eso te va a permitir crecer y experimentar. Me pasa que experimento cinco o diez obras, que son trazos y cosas distintas, hasta que se termina configurando una obra. Esa experiencia, repetitiva, es la que hace la diferencia”.

 

“Tengo varias obras preferidas, a las que le guardo un cariño enorme. Hay una, que se llama “Serenata para el río”, una obra que hice después de ir al Ruca Maulen, un río con un color verde profundo que no te olvidas nunca más. Es una obra que quiero mucho. Después la serie “Árboles en mi cabeza” tambien me gusta mucho porque son obras intuitivas, libres… Las obras parten de una forma que encontré mojando las tintas con un spray de agua y a partir de ahí voy configurando lo que sale… ¡que son árboles, arbolitos y flores!

 

“También estoy experimentando con tintas naturales, que me parecen muy interesantes. Trabajo con la novalina, que es una tinta que sale del nogal, y los resultados son increíbles. Hace un tiempo me traje tierritas de colores de Purmamarca (Jujuy) para empezar a hacer pigmentos y probar; me parece precioso poder probar con elementos que de la naturaleza”.

“Lo mio es experimental y autogestivo; el único taller que tomé fue hace unos 10 años, en Buenos Aires, con Helena Distéfano y Heriberto Zorrilla. Ellos fundaron el movimiento esencialista, que tiene una estética muy reconocida hoy en la que no se parte de nada previo más que un estímulo cromático y vas viendo lo que vas pensando y la obra te va llevando. Ese fue mi bautismo con la pintura".

 

“Tengo la humildad de quien sabe que no sabe y me gusta empezar a compartir y que los otros que digan qué les parece mi trabajo”.

“No se si hubo un pasaje de la antropología al arte. Durante algunos años, convivían más activamente cuando aún no era madre y podía dedicarme a enseñar en la facultad, hacer el doctorado y, en el tiempo libre, pintar. Con el nacimiento de mis hijos, ese espacio de tiempo libre fue dedicado a ellos. Así fue que, cuando terminé mi Doctorado, los chicos fueron creciendo y sentí la extraña sensación de poder disponer de mi tiempo. Y si podía elegir qué quería hacer en ese tiempo, mi cabeza iba a lo lúdico que me produce pintar. Me hace bien, siento que es una cuestión vital y absolutamente necesaria para mi”.

“¿De qué habla mi obra? Todavia estoy encontrando mi identidad. Me cuesta pensarme como artista y pensar en lo que hago como un producto artístico. Mis obras son pura explosión o pura mesura, me gusta la libertad con la que encaro la obra. No parto de un proyecto previo sino de un estímulo de color, de una mancha, y mi cabeza configura cosas parecidas a la realidad y otras veces le dejo al espectador que haga su parte y que tome lo que quiera de la obra”

“Me gusta compartir lo que hago porque la gente pregunta y así es como yo aprendí. No creo en un mundo de competidores sino de iguales. Yo aprendí mirando y, si alguien le sirve ver o que hago, bienvenido sea. No me preocupa compartir mi técnica, es algo que fui aprendiendo probando y experimentando. Pintar es una necesidad. Es muy loco porque nunca me había pasado con otras actividades. Así como cuando estudiaba, necesitaba escribir para que no se me pierda una idea, acá es parecido pero es vital”.

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