El avance de las altas temperaturas encendió una alerta entre veterinarios y especialistas por el impacto del calor extremo en perros y gatos. El golpe de calor en mascotas es una urgencia veterinaria que puede poner en riesgo la vida del animal en cuestión de minutos, especialmente durante jornadas con temperaturas elevadas y alta humedad.
Las mascotas son más vulnerables que las personas porque tienen una capacidad limitada para regular su temperatura corporal. A diferencia de los humanos, no transpiran por toda la piel: los perros eliminan calor principalmente mediante el jadeo, mientras que los gatos lo hacen a través del acicalamiento, aprovechando la evaporación de la saliva sobre el pelaje.
Cuando estos mecanismos no alcanzan, la temperatura corporal aumenta rápidamente y puede afectar órganos vitales. Las consecuencias pueden ir desde daños transitorios hasta lesiones irreversibles, e incluso la muerte si no se actúa a tiempo.
Especialistas advierten que rapar a las mascotas no es una buena idea. Según informes internacionales, el pelaje funciona como un aislante natural que ayuda a regular la temperatura y protege de las quemaduras solares, por lo que eliminarlo puede empeorar la situación.
Desde el Colegio de Veterinarios bonaerense explican que el riesgo no depende solo del calor: lo que más influye es la “temperatura efectiva”, que surge de la combinación entre calor, humedad, ventilación y exposición al sol.
Reconocer los síntomas a tiempo es clave. Entre las señales de alarma más frecuentes se encuentran el aumento de la temperatura corporal, jadeo excesivo o dificultad para respirar, temblores, taquicardia, salivación abundante, decaimiento, falta de apetito y deshidratación. En cuadros más graves pueden aparecer mucosas azuladas, convulsiones, vómitos, diarrea con sangre o alteraciones neurológicas.
Los veterinarios remarcan una diferencia importante: en los perros, el jadeo intenso suele ser el primer aviso, mientras que en los gatos, el jadeo siempre es una emergencia, ya que no es una conducta habitual en esta especie.
La prevención es la mejor herramienta. Se recomienda garantizar agua fresca y limpia durante todo el día, limpiar con frecuencia los bebederos y ofrecer espacios frescos, ventilados y con sombra. Los paseos y la actividad física deben realizarse temprano por la mañana o al atardecer, evitando las horas de mayor calor.
También se aconseja no dejar a los animales en ambientes cerrados, colocar toallas húmedas en los lugares donde descansan y permitir que los perros mojen sus patas para refrescarse. Para estimular la hidratación, una opción útil son los “heladitos” de agua o caldo congelado. En el caso de los animales en situación de calle, dejar recipientes con agua en zonas sombreadas puede salvar vidas.
Ante la sospecha de un golpe de calor, la respuesta debe ser inmediata. Lo indicado es llevar al animal a un lugar fresco, mojarlo con agua a temperatura ambiente y acercarlo a una fuente de ventilación. No se debe usar hielo ni agua fría, ya que pueden agravar el cuadro. La consulta veterinaria debe ser urgente.
Los especialistas son contundentes: cada minuto cuenta. Actuar rápido y no minimizar los síntomas puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte de una mascota.