Nido de las manos

Kino Kokono

Un poco de material de descarte, sumado a un hobby maravilloso dan como resultado robots con corazón de madera. Les compartimos el quehacer de un papá genial y sus juguetes con historias.
lunes, 23 de septiembre de 2019 · 18:43

Por Carla Barbuto

Había una vez un padre manitas que hizo un robot de madera para su hijo de tres años. Pasaron los días y el buen hombre andaba por las calles de Neuquén buscando cosas descartadas para hacer otro y otro más. Más o menos así nació kino kokono, el proyecto que reutiliza regazos y los convierte en juguetes con historia para iluminar infancias inquietas.

 

“El nombre surge porque en el ideario popular imagina a Japón con dos cosas: Con la robótica y los avances tecnológicos; y, por otro lado, con la cuestión ancestral del trabajo artesanal. Siempre me llamó la atención de la cultura japonesa la convivencia de lo ancestral y las herramientas manuales con la ciencia y tecnología de punta. Como yo quería jugar con el hecho que son robots y con lo artesanal porque están hechos de madera, con rezagos y cosas encontradas. Quería poner un nombre japonés, busqué traducir “corazón de madera” para ver cómo quedaba y cuando leí “kino kokono”, me pareció tierno, musical…”

 

 

“Siempre me gustó hacer manualidades, es un hobbie trabajar con madera o hierro, arreglar cosas… Un día hice un robotito con piernas de soga a mi hijo más chico, que ahora tiene 5 y en ese momento tenía 3 años. A partir de ahí, me dije: “Voy a hacer otros”. Cuando ya tenía varios, de repente los estaba vendiendo por Internet. Así empezó un mini emprendimiento que nació de hacer un juguete diferente a mi hijo mayor”.

 

 

“Hay varias etapas cuando empiezo un nuevo robot. La primera es de juntador de basura compulsivo, voy por la calle encontrando tornillos, tuercas, pedacitos de chapas, arandelas, hierros… Paso por al lado de un contenedor, veo tirantes de madera y me los cargo. Empiezo con la madera. Corto cubos y voy viendo cómo armarlo. Cada cubo tiene deformaciones o vetas distintas. De acuerdo a la forma, veo si será la cabeza o el cuerpo; si tiene alguna cicatriz la madera, trato de resaltarla y después veo entre el resto de los materiales qué uso”.

 

 



“Con los piernas de madera, uso hierros que muestren óxido. Quiero hacer robots que parezca que tienen uso, que trabajaron… Si la chapa está rayada u oxidada, tiene otra onda porque parece que ha trabajado en fábricas o cosas así. Son robots con historia. Cuando los subo a Instagram, voy contando su historia. De acuerdo a la temática, cuentos cosas. Hay uno que cuida llaves, otro que es artista, otro que trabajaba en una fábrica, y uno que cuida libros… De acuerdo a la expresión o los materiales, tiene una historia distinta”.

 

“Hay muchos que dio dolor cuando se fueron. Me pasó hacer uno en mis tiempos libres y pensar: ´Es el más lindo que hice´. Lo publiqué, se fue y me dije: ´Ah…´. No me he quedado ninguno, salvo los que hice para mi hija y mi hijo. “El primero que hice sigue rodando. Lo tiene mi hijo en su habitación y juega, lo usa, quizá lo ves tirado en el suelo… Es un juguete”.


 

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