CAB
La selección Argentina de Basquet, un equipo que no enamora
El Mar del Plata se presentó el elenco que orienta Pablo Prigioni. La respuesta del público, lejos está de la Generación Dorada. Las razones.La segunda ventana FIBA, clasificatoria para la AmeriCup 2025, resultó buen negocio para la Confederación Argentina de basquetbol. Y no solo en lo deportivo. Desde lo económico le significó una erogación módica, ya que no afrontó gastos organizativos. Sin embargo, no pareció que la participación del seleccionado argentino en esta doble jornada haya reportado beneficios para los que montaron el encuentro.
La Confederación casi que tuvo todos los gastos pagos de la logística del plantel. De la parte de la concentración en Buenos Aires se hizo cargo el Enard, mientras que en Mar del Plata fue la comercializadora la que asumió los costos operativos.
Fue el ente nacional el que costeó los pasajes, internacionales y de cabotaje, de los jugadores y entrenadores (menos Pablo Prigioni) hasta Buenos Aires. Esos pasajes fueron todos en clase turista. De las eventuales mejoras en la ubicación se debía hacer cargo la Confederación y, aunque eso no sucedió, la entidad gestionó algunos lugares especiales (salidas de emergencias) para mayor comodidad de los jugadores. Además, cubrió el alojamiento y la comida en el Hotel Marriott Panamericano entre el domingo 17 y el martes 19, lo mismo que el traslado a los entrenamientos en Boca y en el gimnasio de la UADE durante esos días. El Enard pagará un mes de beca para los jugadores, equivalente a 386.348 pesos para cada uno: es el monto que reciben por ser Argentina el último campeón panamericano. La CAB debería pagar los viáticos diarios acordados históricamente con la Asociación de Jugadores, diferenciando entre día de concentración (entrenamiento) y día de partido.
La CAB vendió por un canon (se habla de cerca de 20 millones de pesos) el montaje de los dos partidos a la empresa Pro-Enter, la que hasta hace unos pocos años fue la comercializadora de la entidad. Por eso fueron los organizadores los que solventaron el pago de los gastos de la Selección en Mar del Plata. En realidad, asumieron los costos del viaje Buenos Aires-Mar del Plata y los traslados internos. Tanto el alojamiento como la comida de la delegación argentina, entre el martes 19 por la noche y el martes 26 a la mañana, corrió por cuenta del Municipio de General Pueyrredón (Mar del Plata), ya que su arreglo con Pro-Enter incluía esto y la cesión del estadio Polideportivo Islas Malvinas, sede de los dos partidos.
La empresa organizadora, a su vez, pagó el alojamiento, comidas y traslados internos de la delegación de FIBA Américas (árbitros y personal de la entidad) y la movilidad interna de las selecciones de Venezuela y Colombia, pero no el alojamiento y comida en la ciudad, ya que ese gasto corre por cuenta de cada federación visitante. Pro-Enter también debió cubrir erogaciones por seguridad, emergencias médicas y personal de la mesa técnica (planilleros, cronometristas, etc.).
Con este esquema financiero, ¿Cuál podía ser el rédito para Pro-Enter?. Descartados los derechos de televisión, que le corresponden a FIBA (una jugada interesante de la entidad, que cuando promocionó el cambio de sistema clasificatorio le cedió ese ingreso a las federaciones locales y luego, cerca de su implementación, modificó las reglas y retuvo para sí los derechos de transmisión), a los organizadores les quedaron lo generado por venta de entradas y de publicidad estática.
Las localidades, cuyos valores oscilaron entre los 10 mil y 35 mil pesos, solo se podían comprar a través de la empresa Ticktek, que, además, cobra un porcentaje por el servicio. Sin embargo, hubo un abono que por 15 mil pesos permitía presenciar los dos partidos. Una oferta tentadora.
Más allá de que algunos sectores de la sociedad argentina no están pasando un buen momento económico, hubo dos cuestiones que a la empresa no le pasaron por alto y que las consideraron negativas para el negocio: un plantel con muchos nombres nuevos y poco conocidos para la mayoría del público (siete jugadores del plantel de 14 no pasaron por la Liga Nacional y 11 de ellos actúan en el exterior), pero sobre todo un horario muy tardío (22.15) que espantó a muchas personas, ya que ambos encuentros terminaron pasada la medianoche.
Según versiones extraoficiales, aunque de la propia empresa organizadora, para el partido del viernes 22 ante Venezuela el Polideportivo, que tiene capacidad para 8000 personas, hubo 4000, de las que pagaron cerca de 2500, mientras que el lunes 25, en el choque de punteros, la concurrencia subió a 4300 aproximados, pero con solo 1000 de ellos pagando una localidad. La organización había asumido que debía entregar muchas entradas de protocolo/invitados, porque se buscaba que el partido tuviera un buen marco. En suma, 8300 espectadores y 3500 boletos vendidos para dos partidos oficiales de la Selección Argentina. Cifras nada impactantes, más bien preocupantes.
La respuesta de la gente pareció menor a la esperada, sobre todo en una ciudad con reconocida pasión basquetbolera y de casi 700.000 habitantes como Mar del Plata, aunque el estadio no lució despoblado. Sin embargo, está claro que, además de buscar un desarrollo deportivo de la Selección, también habrá que ver la forma de generar que el equipo vuelva a ubicarse entre las preferencias de la gente.
Fuente: Alejandro Pérez